NENES, CON EL CUENTO A OTRA PARTE
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Y lo que sin duda producirá graves conflictos sociales cuando entre en vigor que es la reforma constitucional aprobada en septiembre de 2011, concretamente, su artículo 135, también fue propuesta del PSOE y pactada y aprobada por PP y el resto de los grupos de derechas con representación en el Congreso de los Diputados.
La mentira política en la que se envolvió y se nos presentó a la opinión pública dicha reforma, que por otra parte, fue hecha como si se tratara de un churro que hacen cuatro amiguetes un lunes en mitad de la resaca, fue la de que era necesario contener el gasto público para que éste no sobrepasara el 0,4 %, y que como musiquilla para encantar a las serpientes y engañarnos de paso a todos los demás no está del todo mal pensada, porque en definitiva habla de contener gastos, y contener gastos en tiempos de crisis es algo que cuela muy bien en la opinión pública, claro que hay gastos y gastos de caza de elefantes y gastos dimanantes porcentualmente hablando de estudios en la construcción de aeropuertos en los que no van a tomar tierra ni los pájaros, o mismamente, los presuntos robos de dinero público del yerno del Rey, el Urdanga.
Lo que ocurre es que a los gastos a los que alude no son equiparables a los gastos normales de una casa o de un taller, que cada cual en buena lógica intenta minimizar, sino que son de otra naturaleza y mediante el engaño al que nos someten nosotros los equiparamos haciéndolos de la misma naturaleza, y por eso lo aceptamos no sólo de buen grado, sino como cosa necesaria e imprescindible para “salir” de la crisis.
Alemania, por ejemplo. A la que tan sumiso y obediente se muestra Rajoy a la hora de empeorar las condiciones de vida de la inmensa mayoría de sociedad española, al igual que antes lo fue Zapatero, tiene un gasto público más grande que España y es sin embargo la chulilla de la película…, pero, ¡Oh, amados míos!, que con la Finanza la Tía Enriqueta hemos topado ¡Sí, hombre, La Finanza, la hija el Tío Finanzo!
Que sí, hombre que la conoces. Que tiene un banco, que los directivos del banco que ni son dueños del banco ni leches, porque sólo tienen una parte ínfima de las acciones, que se enriquecen, enriquecen y vuelven a enriquecer, porque es que se enriquecen, que se enriquecen, y se vuelven a enriquecer cosa exagerada y los peces en el agua y al pobre de San José que le han robado los calzones, y estos bancos le dicen al gobierno: “oye, mira que te digo. Que quiero que robes para mí de esta parte que me gusta y de aquella otra que también me gusta”.
Y, es más, estos bancos tienen unas normas contables que se hacen a su medida o desmedida –según les dé– y le dicen a sus contables: “oye, tú, lávame la cara y ni se te ocurra contabilizar como gasto, el gasto–gasto, que supone el dinero guay que en plan guay recibo del Estado”, y por esta razón, el gasto de Alemania es menor, porque no contabiliza como tal gasto los dineros públicos que le da a los bancos, pero que obliga a que si aparezca en la contabilidad española como gasto el dinero–dinerete que el gobierno español ha metido en los bolsillos de los bancos.
El envoltorio de palabras sobre–palabras y sobre–palabras–otra, o sea, y por resumir, puta mentira, con que se nos presenta el tope del 0,4% del déficit del Estado, gracias a la reforma del artículo 135 de la Constitución (producto del amaño político entre PSOE–PP y demás grupos políticos de derechas, del que los jefes tanto de UGT como de CC.OO no dijeron ni esta boca es mía para alertar a las clases trabajadoras de la carga política reaccionaria de profundidad que representa contra los intereses objetivos de todo aquel que viva de su trabajo, porque lo que representa en la práctica), con todas las bendiciones legales, puesto que está recogido en la Constitución, es que el Estado, para no sobrepasar el tope de 0,4% de su déficit, podrá dejar de pagar sueldos de funcionarios (el Rey no es funcionario y cobra y gasta pasta gansa cojón de mico y trompas de elefantes caídos por Dios y por España); pagas de jubilaciones (que no es regalo del Rey ni donación altruista de nadie al pobre viejito, sino dinero propio dejado de percibir durante su vida laboral para la vejez), o dejar de prestar servicios sanitarios, sociales, de educación o cualquier otro para pagar la deuda que haya contraído (por ejemplo, en material de guerra, ahora mismo, año de gracia de 2012, más de 25.000.000.000 (veinticinco mil millones) de euros.
Pues esto es lo que significa la reforma del artículo 135 de la Constitución: la garantía de cobro a los bancos contra nuestros salarios y a costa de empeorar nuestras condiciones de vida por unas deudas que no hemos contraído nosotros ni con nuestro consentimiento.
Y, ni que decir tiene, que la deuda el Estado la contrae con los bancos y las grandes empresas, que son quienes se ha asegurado el cobro de cuanto dinero pueda derrochar el gobierno construyendo o haciendo construir aeropuertos que no son necesarios ni lo serán, encareciendo en plan “tócame Roque” y porque a mi me sale de los cojones, el 10%, el 20%, el 30% o el 40% (ya digo, lo que a mi me pase por los cojones) la construcción de la línea del AVE Madrid-Barcelona; algún puente de para qué te quiero contar sobre el río Ebro en la Expo 2008 de Zaragoza; la donación de mas de 30 millones de las antiguas pesetas para que la princesa Leticia se comprara ropita para ponerse guay para su príncipe (que no es Azul, sino Borbón), sin contar la turuntela de facturas falsas de Terra Mítica en Valencia, porque cuando un monte se quema, que se quemó (pero sólo porque Dios quiso, porque se dijo Dios así mismo, coña, ya que estoy aquí le meto yesca al monte, y por eso se quemó) algo suyo se quema, señor Zaplana, que está usted muy rezagadito de la política en Telefónica, ¡vaya, hombre, mira por donde! El paraíso fiscal de Telefónica, aunque lo reconozco, aquí no pega ahora Telefónica ni con cola. Pero por si–aca…, más vale que sobre que no que falte, ¿o no?
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