La corrupción actual ni es nueva ni superficial. Es vieja, viene de antiguo, y desde luego profunda. Está en la base del sistema.
No seria cierto atribuir al Rey Don Juan Carlos I la invención de la corrupción política y económica del sistema español. Don Juan Carlos I sólo es el continuador de la corrupción política y económica del anterior sistema político, nacido de una guerra incivil, como todas las guerras, con la destrucción material de un país, España, y con más de un millón de muertos (un solo muerto ya es un crimen, aquí y en Casa Dios), al que se le lava la cara, se le dan dos manitas de pintura (pintura Felipe González y pintura Santiago Carrillo, por no alargar la cosa) y lo que era una dictadura se presenta como una democracia que no reconoce ni la propia Constitución, puesto que esta lo que dice que somos es un estado social democrático y de derecho, o sea, un coche sin ruedas y sin volante con el que se pretende ganar el campeonato mundial de velocidad.
A un “… tal king Juan Carlos de España, …” se le reconoce un patrimonio de “1.700 millones de euros”[1], unos 280.000 millones de las antiguas pesetas, y si se tiene en cuenta que el sueldo del Rey por reinarnos es de siete millones de euros al año para mantenerse él y su larga prole, hará falta alguien mas gracioso que yo, y por supuesto, con mejores entendederas que yo (porque de magia no sé), para explicar como crece y crece la fortuna de la Casa Real.
Y, claro, con el máximo exponente del Estado en ese estado, mientras pide en las evangélicas navidades a todos los españoles que se aprieten el cinturón que estamos en crisis, se entiende fácilmente que la corrupción política y económica haya sido aceptada socialmente como lo más natural del mundo en la política, e igualmente se explica, que la nube de mamones que a la misma se acercan para enriquecerse a costa de lo que sea, y lo que sea no puede ser más que a costa de la gente que vive de su trabajo, no hagan nada para evitar los casos de corrupción ni para hacer devolver al ladrón todo lo robado, y mientras tanto, guardándolo en la cárcel encerrado con siete llaves, teniendo todos los medios a su disposición para poderlo hacer: tribunales, policía y caza mariposas, por si hubiera que coger alguno al vuelo.
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[1] Sigo sin querer revelar la fuente de esta información.
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