miércoles, 10 de diciembre de 2025

El «Cártel de los Soles»

 

Estados Unidos ha desplegado fuerzas militares en el Caribe y designado al inexistente “Cártel de los Soles” organización terrorista. Una narrativa que busca justificar sanciones y una intervención militar destinada a controlar los recursos de Venezuela.


El «Cártel de los Soles»


Carmen Navas Reyes

El Viejo Topo

10 diciembre, 2025 



EL “CÁRTEL DE LOS SOLES”, LOS ESTADOS UNIDOS Y LA PROFECÍAS AUTOCUMPLIDAS

Por Carmen Navas Reyes y Yohaickel Nazer Seijas Elles

En las últimas semanas, los Estados Unidos de América ha escalado dramáticamente la presión militar en el Caribe, enviando su más moderno portaviones, el USS Gerald R. Ford, lo que Washington presenta como una “operación antinarcóticos” y que principalmente está dirigida a las “organizaciones terroristas” con sede en Venezuela que son, supuestamente, operadas por el Gobierno venezolano. Paralelamente, el Departamento de Estado de los Estados Unidos anunció la designación del inexistente “Cártel de los Soles” de Venezuela como Organización Terrorista Extranjera a partir del 24 de noviembre.

Según la declaración del secretario de Estado Marco Rubio, el “Cártel de los Soles” estaría encabezado por el propio presidente Nicolás Maduro, junto con altos funcionarios de su “régimen ilegítimo”. Esta maniobra es un grave paso en la escalada que intenta preparar el terreno para posibles operaciones militares en territorio venezolano, con el pretexto de la lucha antidrogas. El propio presidente Donald Trump insinuó que “ha tomado una decisión” sobre cómo proceder en Venezuela, negándose a descartar explícitamente una intervención armada.

A pesar de las aseveraciones de Washington, el supuesto “Cártel de los Soles no existió hasta hace poco para las agencias especializadas. En 1993 se acuñó por primera vez el término durante la investigación a dos generales de la Guardia Nacional, cuyos uniformes ostentaban soles dorados, acusados ​​de desviar cargamentos de cocaína. Paradójicamente, uno de esos generales había autorizado un envío de cocaína hacia EE.UU. por orden de la CIA, supuestamente como parte de una operación encubierta para infiltrar carteles colombianos. Es decir, en los mismos inicios de esta historia aparece la mano de la inteligencia estadounidense facilitando actividades de narcotráfico en Venezuela.

De hecho, Jordan Goudreau, un exboina verde estadounidense implicado en la fallida incursión armada Operación Gedeón de 2020 contra el presidente Nicolás Maduro, afirmó recientemente que “el Cártel de los Soles fue creado por la CIA” en los años 90. En la entrevista con The Grayzone, Goudreau aseguró que el nombre habría surgido casi “como una broma interna” basada en los soles de los uniformes venezolanos, mientras la CIA facilitaba el tráfico de drogas a través de este grupo para sus propios intereses, algo que Goudreau califica de “bien documentado”.

Tras su acuñación inicial en los años 90, el término Cártel de los Soles fue esporádicamente reciclado en círculos mediáticos y de la oposición venezolana, pero sin mayor sustento probatorio. Sectores de la prensa local amplificaron historias de supuestos generales narcos cada vez que se buscaban escándalos contra el Gobierno. Con los años, esta etiqueta se volvió parte del léxico de la oposición extremista, empleada para desacreditar a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y presentarla como una mafia del narcotráfico. Un ejemplo notable fue la acusación, sin pruebas por parte de un ex escolta desertor, contra el entonces presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Diosdado Cabello, de liderar el supuesto cártel.

Desde entonces, figuras radicales de la oposición venezolana y exmilitares desertores, han hecho lobby en Washington para legitimar esta narrativa. Esta campaña busca no solo desprestigiar al Gobierno del presidente Maduro, sino provocar más “sanciones” y, eventualmente, justificar una intervención extranjera. Durante el segundo Gobierno de Trump, esos sectores han encontrado oídos en funcionarios como Marco Rubio, quien ha hecho eco del término en el Departamento de Estado, adoptando oficialmente la etiqueta de Estado para acusar al Gobierno venezolano de “narcoterrorismo”.

Irónicamente, cabe señalar que en ninguno de los informes anuales sobre narcóticos del Departamento de Estado o la DEA desde 1999, se menciona al “Cártel de los Soles”, ni se lo identifica como amenaza específica. Tampoco los informes internacionales de la ONU en materia de drogas, han registrado la existencia de tal organización en Venezuela. Al contrario, las agencias especializadas ubican a Colombia, Perú y Bolivia como los grandes productores de cocaína, mientras que Venezuela no figura como país productor y sus incautaciones de droga representan apenas el 1-2% del total mundial. Estos datos reafirman que Venezuela ha sido más bien un país de tránsito limitado y no la base de operaciones de algún poderoso cartel global.

A pesar de ello, en marzo de 2020, en pleno auge de la política de presión contra Caracas de Trump, el Departamento de Justicia de EE.UU. incluiría por primera vez las palabras “Cártel de los Soles” en una acusación, al atribuir delitos por “narcoterrorismo” al presidente Maduro y otros altos funcionarios venezolanos. Aquella acusación alegó que esta conspiración narcotraficante existía “al menos desde 1999”, marcando la entrada de la narrativa en documentos oficiales de EE.UU. No obstante, es revelador que pocos meses antes de esa acusación, el propio Informe Estrategia Internacional de Control de Narcóticos 2020 del Departamento de Estado no hacía ni una sola mención al supuesto Cártel de los Soles ni vinculaba al presidente venezolano con el tráfico de drogas. Por otro lado, esta narrativa no cumple ni los requisitos legales de EE.UU. para ser declarada como Organización Terrorista Extranjera (FTO).

Identificar a un grupo como Terrorista no es trivial; la propia ley estadounidense establece criterios estrictos en la sección 219 de la Ley de Inmigración y Nacionalidad (INA, por sus siglas en inglés). Para designar un FTO, se exige que el grupo en cuestión: 1.) sea una organización extranjera real; 2.) que esté involucrada en “actividad terrorista”, tal como la define la sección 212(a)(3)(B) de la INA o tenga la intención y capacidad de hacerlo; y 3.) que dicha actividad terrorista amenace la seguridad de los ciudadanos estadounidenses o la seguridad nacional de EE.UU. En el caso del supuesto Cartel de los Soles, resulta evidente que no se cumplen esos criterios.

Primeramente, no es una entidad organizada identificable, sino un concepto difuso que se usa “para describir una red descentralizada incrustada en el Estado venezolano”, lo que ni siquiera califica como “organización” designable. En segundo lugar, no existe evidencia de que esta red haya perpetrado “actividades terroristas”según las mismas leyes estadounidenses, es decir; actos de violencia deliberada contra civiles para coaccionar a un gobierno u obtener objetivos políticos. Pero para saltarse este obstáculo, Washington ha intentado pintar al “Cartel de los Soles” como aliado de grupos terroristas reales, al alegar que esta supuesta organización brinda “apoyo material” a otros entes designados como terroristas extranjeros, incluyendo al cartel mexicano de Sinaloa y la extinta banda venezolana del “Tren de Aragua”. Sin embargo, dicha afirmación no está respaldada por pruebas públicas.

El Gobierno estadounidense sabe que esta narrativa no refleja la realidad, pero que sostiene una utilidad geopolítica; crea una justificación prefabricada para una intervención militar. Toda esta construcción del “Cártel de los Soles” no es más que un pretexto elaborado para los objetivos reales de Washington, intentar derrocar al Gobierno Bolivariano e instaurar un régimen subordinado a sus intereses. La operación naval masiva en curso ahora denominada como Operación Lanza del Sur y la súbita clasificación terrorista ha dejado en claro la intención del Gobierno estadounidense de lograr una eventual salida del presidente Nicolás Maduro por cualquier medio.

No es la primera vez que EE.UU. recurren a tácticas similares; en 1989 invadió Panamá justificándose en que Manuel Noriega era un “narcotraficante peligroso”; En 2003, construyó una narrativa de “armas de destrucción masiva”para invadir Irak. Y ahora, con Venezuela, intenta una combinación de ambos guiones, el narcotráfico y el terrorismo, adaptados para demonizar al Gobierno Bolivariano y así legitimar acciones de fuerza que de otro modo serían condenadas y, con ellas, revertir el rumbo político de Venezuela y recuperar influencia sobre sus vastos recursos estratégicos.

No es casual que Venezuela posea las mayores reservas probadas de petróleo del mundo, además de oro, coltán y otros recursos codiciados; sectores en EE.UU. han expresado abiertamente que verían con buenos ojos un cambio de régimen que abriría esas riquezas al control de las corporaciones norteamericanas, demostrando que la política hacia Venezuela está guiada por una versión actualizada de la Doctrina Monroe, buscando contener la influencia de China, Rusia e Irán en la región y asegurar para Washington el control de áreas de importancia geopolítica y de sus recursos como se ha venido informando en los últimos tiempos. Es por ello que presentar al Gobierno venezolano como un “narco-régimen terrorista” brindaría el casus belli perfecto para una intervención “legítima” a ojos de Washington.

Fuente: Globetotter

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