Resulta difícil creer
que Zelensky (asesorado por el Occidente colectivo) desee la paz. Más bien la
ha boicoteado con su particular “operación especial”, concebida y dirigida por
los servicios de inteligencia occidentales. ¿Cuál es su verdadero propósito?
Spider-Man y el fin del mundo
El Viejo Topo
17 junio, 2025
NUEVA SECUENCIA
DE SPIDER-MAN: ¿UN SEGUNDO MÁS CERCA DEL FIN DEL MUNDO?
En 2022, fui
invitada a participar en un proyecto de
libro que reunió a científicos de renombre de todo el mundo para abordar un tema
que ya parecía de urgencia crítica: la gestión del orden nuclear. En este
contexto, organizamos varios debates en línea. Como una de las pocas
participantes de la periferia global (o europea), me atreví a preguntar: ¿Qué
orden? ¿Dónde ven ustedes orden con las armas más letales del planeta? Mi
postura era radical (como de costumbre): no necesitamos gestionar las armas
nucleares, sino aplicar la resolución de la ONU para su abolición. Algunos de
mis colegas occidentales parecieron sorprendidos, aunque estoy segura de que
ninguna de estas buenas personas aprueba el Armagedón nuclear. Pero cuando
llegó el momento de evaluar nuestros capítulos, uno de los editores se mostró
inflexible en su postura de que yo no debía aparecer en el libro. No le gustaba
mi tono y mi estilo (sea lo que sea eso). El segundo editor elogió el texto,
pero él no tenía el control del presupuesto. Así, el libro se llenó de los
sospechosos habituales de la academia occidental o de aquellos educados en
universidades occidentales. Esta pequeña anécdota revela cómo se tratan las
voces que hablan desde los márgenes.
Una de mis
tesis –destinada a dar la voz de alarma “desde abajo”, desde nosotros, los
comunes mortales y los activistas– era que el mundo se estaba deslizando hacia
un escenario impensable, plasmado en el subtítulo: Ave César, morituri
te salutant! (César, encarnado en el sistema de guerra basado en la
violencia, todos estamos condenados a muerte). Aquí aludía principalmente a las
llamadas democracias occidentales, consciente de que Occidente está en declive,
en una profunda crisis moral, política y económica.
Recordemos que
esto fue, al inicio, lo que Moscú denominó una “operación militar especial”, y
que ahora es llamada, abiertamente, guerra. Cuando se pregunta qué tipo de guerra,
las respuestas incluyen asimétrica, híbrida y/o por poder. Pero desde el 1 de junio de
2025, tras un ataque masivo contra objetivos nucleares estratégicos en el
interior del territorio ruso, han surgido rumores sobre una Tercera Guerra Mundial y
el desencadenamiento de un conflicto atómico. La operación, cuyo nombre en
clave era “Spiderweb” (Telaraña), fue supuestamente planeada durante un año y
medio (lo que llevó a Trump a insistir de nuevo en que era idea de Biden; sin
embargo, su silencio es revelador). Aún se desconoce mucho sobre la
participación de la OTAN en el cruce de lo que todas las potencias nucleares
consideran una línea roja, una operación impensable incluso durante la Guerra
Fría. Dos cosas están claras: en primer lugar, el héroe de esta historia no es
Spider-Man (Zelensky). No se trata de David derrotando a Goliat; todo el mundo
sabe que éste no es más que un deplorable peón en la guerra proxy de Occidente.
En segundo lugar, el papel de este Spider-Man está calculado para objetivos
limitados: provocar al “Oso” para que tome medidas de represalia que confirmen
la narrativa occidental de “Putin = Hitler” (difundida por las empresas de
relaciones públicas y los medios de comunicación durante años).
Tras los
aplausos iniciales a la valiente y pequeña Ucrania que humilló a la gran Rusia,
mientras participaba simultáneamente en (aparentes) conversaciones de paz,
ahora se está calculando el daño causado a Rusia y se están analizando las
posibles respuestas. Aunque el Kremlin no está contento con otro fracaso
defensivo, los efectos del ataque son simbólicos. Se trata de un ensayo para
futuros enfrentamientos entre potencias nucleares. Incluso las recientes
escaramuzas entre India y Pakistán se analizan ahora desde esta perspectiva.
Aquí no hay estrategia: cualquiera que piense que hay ganadores en una guerra
nuclear está engañado.
Muchos creen
que Zelensky (al igual que a comienzos de 2022) sigue bajo la influencia
directa de Gran Bretaña. Pero, ¿qué hay de la nueva Administración
estadounidense que supuestamente procura la paz? ¿El secretario de Defensa vio
la operación en directo mientras
picaba algo, quizá le acompañaban su colega, el secretario de Estado Marco
Rubio, y el presidente Trump? Es una pregunta retórica, por supuesto. Más
revelador aún: el habitualmente ruidoso Trump está callado como la noche,
sin tuits en mayúsculas ni memes adolescentes. Desde el
principio, la capacidad de Trump como pacificador ha sido increíble: una parte
en conflicto no puede mediar. Si me hubiera equivocado, Trump y Putin –y no
Lavrov y Rubio– estarían ahora negociando su supervivencia, no cortesías.
Si la operación
“Telaraña” estaba planeada desde hacía tiempo, su lanzamiento en vísperas de la
reanudación de las conversaciones de
Estambul, junto con el intento de
asesinato de Putin y dos atentados terroristas contra infraestructuras civiles,
indica una intención clara de intensificar la guerra, no de ponerle fin. O, al
menos, de controlarla… Otra pregunta legítima: ¿Por qué Spider-Man no utilizó
estos drones asesinos para defender a su país, en lugar de seguir a sus
mentores, que le encargaron provocar a una superpotencia en su propio
territorio (hasta llegar al lejano Amur)? En la antigua Yugoslavia vimos muchos
ejemplos de guerras proxy sacrificiales de este tipo. A Zelensky no le importa
“el último ucraniano”, sino “el último hombre (occidental)”, aunque la tesis de
Fukuyama haya sido objeto de burlas durante mucho tiempo.
El orden
nuclear mundial sobre el que escribí anteriormente está ahora desmantelado.
Con el ataque respaldado por Occidente contra aviones visiblemente estacionados
(destinados a tranquilizar a Occidente en virtud del tratado bilateral
START), la confianza se ha perdido. Moscú no es la única que ha aprendido esta
lección: la única regla es que no hay reglas. Todos los órdenes –internacional,
económico, comercial, incluso nuclear – están en ruinas. La última vez que lo
comprobé, el Reloj del
Juicio Final marcaba “98 segundos para la medianoche”. Aunque
el arsenal de Rusia sigue siendo enorme (contrariamente a la propaganda occidental),
el “tabú nuclear” –la idea de que nadie atacaría primero– ha quedado ahora en
evidencia como un disparate.
El resultado
parece presagiado, como el arma de Chéjov: si un arma aparece en el primer
acto, se utilizará en el tercero. Es evidente que Trump sigue creyendo que su “cúpula dorada”
puede proteger a los Estados Unidos de un ataque nuclear, aunque no está claro
cuándo o cómo va a hacer realidad este hermoso sueño. Por ahora, el destino del
mundo está en manos de Putin,
quien, afortunadamente, no es un pistolero del salvaje oeste que dispara a la
primera, segunda o tercera provocación. Pero esto no puede durar para siempre,
por mucho que se calme o se racionalice. Lleva mucho tiempo bajo la presión
de los
partidarios de la línea dura, que exigen un “pequeño ataque nuclear
táctico” contra Ucrania y ahora se vanaglorian diciendo “¡se lo dije!”. La
posición de Putin es ambigua: si no responde, está perdido, y si lo hace de
forma visible, también.
Y no lo
olvidemos: la próxima cumbre de la OTAN prometerá su pleno apoyo a Ucrania,
robará a los ciudadanos de los Estados miembros con el pretexto del “peligro
absoluto” (un peligro que ellos mismos han creado), mientras que la UE toma
nota de “cómo convertirse en la OTAN”. Es obvio que Occidente está cavando su
propia tumba con el militarismo, pero ¿el resto del mundo se quedará mirando en
silencio cómo arde Roma, dejando que el fuego se propague? Se hicieron cálculos
similares cuando crecía el ejército de Hitler, pero aquella era una época sin
un orden nuclear mundial.
Fuente: Globetrotter
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