El arte de vendernos el
universo de George Orwell
DIARIO OCTUBRE / marzo 14, 2025
“Vender” el capitalismo como se vende cualquier producto en el mercado, programar la mente de las personas, manipular el subconsciente mediante las técnicas más modernas de las relaciones públicas y la ingeniería de consenso, es vital para la existencia del sistema de dominación.
Raúl Antonio
Capote (Unidad y Lucha).— El cuadro del mundo que se
presenta a la gente no tiene la más mínima relación con la realidad. Se ha
alcanzado un éxito extraordinario en disuadir las amenazas al sistema con una avalancha
de falsedades fabricadas, por quienes tienen el poder y los medios para
hacerlo, las grandes corporaciones.
Nada se asemeja
más a la sociedad descrita por George Orwell en su célebre novela 1984 que la
sociedad norteamericana actual, con sus intrincados sistemas de vigilancia, con
una constante deconstrucción de la historia y de la realidad, con el neo
lenguaje y el terror constante, con los omnipresentes “enemigos”.
Para el sistema
solo tiene cabida el intelectual público y políticamente correcto, redactor de
crónicas sociales, cheerleader del stablisment, genuflexo y encadenado servidor
del capitalismo.
Lo políticamente
correcto significa una manera de reprimir el disenso intelectual profundo,
desgastando sus manifestaciones escritas u orales en la obligatoriedad de
utilizar eufemismos ridículos y superficiales, que eluden llamar a los
fenómenos de la realidad por su nombre verdadero.
Los rebeldes
son terroristas y viceversa, libertad es opresión, se violan los derechos
humanos donde se defienden los mismos y los países que más vulneran esos
derechos son presentados como democráticos y paraísos de la especie humana.
¿Quién decide
eso? El Imperio, incluso hoy puedes estar en la lista de los que se portan bien
y mañana ser un enemigo público de la “libertad” y la “democracia”.
David Rothkopf,
analista y comentarista estadounidense de política exterior, afirma que “para
los Estados Unidos, uno de los objetivos básicos de la política exterior en la
Era de la Información debe ser ganar la batalla de los flujos informativos,
dominando las ondas al igual que Gran Bretaña reinó una vez sobre los
mares”.[1]
Estados Unidos
y Europa se han convertido en expertos creadores de paradigmas falsos, que
pretenden ocultar la verdadera naturaleza de sus intenciones.
“La propaganda
de la propaganda, siempre la máquina creadora de encantamientos y excitaciones
con su gigantesca red de irradiación. Lo peor es que los que la padecen acaban
por creerla.”.[2]
Para lograr su
cometido, el Imperio ha conformado un frente mediático con canales de
televisión, radio y prensa encargados de desinformar a los ciudadanos que
acuden a ellos en busca de conocimientos y de una opinión equilibrada que les
permita conocer qué está aconteciendo.
“La televisión,
esa bestia insidiosa, esa medusa que convierte en piedra a millones de personas
todas las noches mirándola fijamente, esa sirena que llama y canta, que promete
mucho y en realidad da muy poco.” [3]
Internet se
convirtió en una plataforma que lo integra todo, la radio, la televisión, el
cine, las ventas, las noticias, los video-juegos, los espectáculos, el deporte,
la banca, la bolsa: todo.
Tratan de influir
en la mente de la gente a través de contenidos triviales o que resalten todo lo
negativo y morboso que ocurra, como escándalos, accidentes trágicos, asesinatos
y/o violaciones.
“Vender” el
capitalismo como se vende cualquier producto en el mercado, programar la mente
de las personas, manipular el subconsciente mediante las técnicas más modernas
de las relaciones públicas y la ingeniería de consenso, es vital para la
existencia del sistema de dominación.
Todo esto es
extremadamente peligroso en una sociedad que ha perdido la capacidad para
discernir entre hechos y opiniones, porque se ha acostumbrado a la selección o
presentación de los hechos en conformidad con criterios preestablecidos. Los
hechos se ignoran o se deforman para validar opiniones.
Con el control
absoluto de los medios de comunicación y el sistema educativo y con una
intelectualidad adocenada, puede surtir efecto cualquier política.
Además, todo lo
que hace, lo que dice, lo que piensa ese ciudadano del mundo de hoy es
escrutado sin recato, no es libre cuando habla por su móvil, cuando usa
Internet, cuando escribe, cuando habla.
Los
conglomerados mediáticos llevan el evangelio del capitalismo a cada continente,
a cada país, a cada rincón de la Tierra, a cada casa, a cada persona en el afán
de construir un eterno Nineteen Eighty-Four (1984).
———-
[1] David Rothkopf, “In Praise
of Cultural Imperialism?”, Foreign Policy, n.º 107, verano de
1997, pp. 38-53.
[2] Rafael San Martín. Biografía
del Tío Sam, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2006, tomo II, p. 187.
[3] Ray Bradbury. Fahrenheit
451. The 50th Anniversary Edition, USA, 2003.
Fuente: unidadylucha.es
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