Entrevista al periodista y escritor Josep Ramoneda
«Elon Musk dispone de un poder
que no había tenido ningún otro empresario en el capitalismo»
Por Neus Tomás
Rebelion
16/11/2024
Fuentes: El
diario [Imagen: Josep Ramoneda, fotografiado en su estudio, en Barcelona. Kike
Rincón]
El periodista y escritor reflexiona en su último libro, ‘Poder i llibertat’
(Edicions 62), sobre cómo el autoritarismo postdemocrático logra imponerse cada
vez más a una democracia liberal debilitada
Josep Ramoneda
(Cervera, 1949) es un periodista y filósofo que siempre ayuda a poner las luces
largas. Algo que no es fácil en semanas como esta. Cuesta porque la victoria de
Trump obliga a formularse muchas preguntas y es probable que no todas tengan
respuesta. O una respuesta fácil.
‘Poder i
llibertat’ (editado únicamente en catalán por Edicions 62)
es un recopilatorio de ocho ensayos escritos por Ramoneda a lo largo de los
últimos 20 años en los que analiza las mutaciones que están minando la
democracia liberal con una aceleración que directamente la pone en riesgo. Las
relaciones de poder han cambiado, las derechas se han radicalizado y la
socialdemocracia no es capaz de frenar una deriva autoritaria de la que tampoco
se salva Europa.
La conversación
con el autor se ha editado para reducir su extensión y facilitar la lectura.
En su último libro reflexiona sobre lo que define como un cambio de época. ¿Qué elementos citaría para ayudar a entender que estamos en un momento tan determinante?
En el libro
hago un recorrido relativamente largo porque hay materiales de los últimos 20
años. Se comprueba cómo van cambiando las cosas aunque los tres textos
principales, ‘poder’, ‘libertad’ y ‘nihilismo’ sean más recientes. A mí me
gusta poner como referencia la crisis del 2008 porque es la que marca el cambio
de sistema económico, el paso del capitalismo industrial al financiero y
digital. Es una cuestión clave que se ve reforzada por otro elemento
fundamental: la aceleración. La irrupción de las nuevas tecnologías digitales
convierten esta aceleración en exponencial. Esto hace mucho más difícil asumir
los cambios.
¿Ese cambio de sistema económico qué consecuencias tiene?
Hay dos: el
poder económico se concentra mucho en unas manos que tienen una influencia
supranacional, y además se organiza a través de un sistema comunicacional
nuevo. A partir de estos dos factores se plantea una gran pregunta: ¿En esta
nueva etapa, la democracia seguirá siendo factible? Esa es la cuestión de
fondo. ¿Qué significa que los acompañantes de Trump digan que su libertad es
incompatible con la democracia? ¿Debemos entender que la democracia liberal es
una etapa que corresponde a un periodo determinado y que ahora entramos en otra
fase en la que esa democracia está en fase de extinción?
¿Y cuál es su teoría?
Estamos
asistiendo a una corriente que denomino autoritarismo postdemocrático, que
implica un desplazamiento de las derechas hacia una radicalización.
¿Trump es el máximo exponente?
Lo es por la
importancia y potencia de Estados Unidos. Es que es muy gordo que un país con
una tradición liberal y democrática grande vote a un señor al que nadie le ha
impedido presentarse cuando tiene una condena judicial por 34 cargos y otras causas abiertas,
por ejemplo, y con un discurso completamente descarado y apoyado por Elon Musk
y Peter Thiel, dos tipos que han sido determinantes en la campaña y que creen
que la democracia molesta. Son los que controlan un sistema comunicacional en
el que la verdad y la mentira se desdibujan.
¿Una de las principales amenazas para la democracia es lo que se ha
denominado como tecnopopulismo?
Sí, porque se
trata de una nueva élite económica muy restringida y con unos poderes sin
precedentes. En el capitalismo industrial existía un espacio físico en el que
las partes se encontraban. Y eso ahora está difuminado. No hay que frivolizar
la comparación, pero la victoria de Trump tiene similitudes con la de Hitler en
Alemania porque señala una etapa que produce un deterioro definitivo de las
democracias occidentales. Aquí el fracaso de Macron es muy interesante.
No hay que
frivolizar la comparación pero la victoria de Trump tiene similitudes con la de
Hitler en Alemania porque señala una etapa que produce un deterioro definitivo
de las democracias occidentales
Siempre es muy crítico con el presidente francés.
Macron parecía
una estrella del mundo liberal, con esa famosa entrada por el Louvre cuando fue
elegido presidente, y cometió una serie de errores absolutamente innecesarios
que le llevaron a convocar unas elecciones también absolutamente innecesarias.
Y tras la reacción de la ciudadanía, en la segunda vuelta, contra la extrema
derecha, va y forma un gobierno minoritario a disposición de Marine Le Pen.
Será ella quien decidirá cuándo se acaba.
En este escenario, ¿qué preguntas debe formularse la socialdemocracia?
Lo que tiene
que hacer la socialdemocracia es reaccionar. Son los que aún creen y defienden
la democracia, pero no es más que eso. Ha perdido el impulso que tuvo y es
porque cada vez hay sectores más importantes de la sociedad que se sienten en
un abismo. Sectores que por su desesperación están dispuestos a lo que haga
falta y se apuntan a apoyar a unos señores que les prometen que arreglarán sus
problemas cuando en realidad mienten, puesto que las políticas que llevarán a
cabo serán las contrarias a sus necesidades. La antigua socialdemocracia y la
izquierda en general está cada vez más desdibujada. Tienen la suerte que como
la derecha se está radicalizando, ellos aparecen como los defensores de la
democracia.
La cuestión es si les basta con insistir en que una alianza entre la
derecha y la extrema derecha puede ser muy nociva.
Hay que
señalarlo y no dar como algo normal que alguien como Trump haya ganado. Pero es
evidente que si pasa es porque la socialdemocracia y la izquierda no son
capaces de sostener una posición clara que permita evitar esta deriva. En buena
parte es por el cambio en las relaciones de poder.
Y porque cada vez es más fuerte el poder económico y menos el
político.
Es que el señor
Elon Musk dispone de un poder que no había tenido ningún otro empresario en el
capitalismo.
En uno de los capítulos subraya la importancia del nihilismo. ¿Por qué lo
destaca?
El nihilismo es
la pérdida de la noción de límites, creer que todo es posible. La democracia se
basa en saber que no todo es posible, pero no planteado desde un punto de vista
autoritario sino racional. Netanyahu ilustra a la perfección el
nihilismo. Decían ‘cuando tenga Gaza parará’. No para. ‘Cuando tenga
Cisjordania parará’. No para. ‘Con el Líbano’. Y no para. Lo que ha hecho es destituir
al general que le pidió que parase. La pérdida de la noción de límites tiene
una potencia destructiva enorme. En el fondo es lo que hace Trump cuando niega
las instituciones y se sitúa por encima de ellas.
En el libro cita a Kant y su concepto de emancipación para definir la
libertad como la capacidad de pensar y decidir por sí mismo. Pero esto parece
que tampoco acaba de funcionar.
Porque para
tener esta capacidad debe haber unos equilibrios que te protejan, una sociedad
que lo haga posible.
Pero en estos momentos la libertad es un concepto que desde la política se
ha tergiversado y acaba siendo una especie de brecha por la que se fomenta la
desigualdad.
Por eso estamos
llegando a donde estamos llegando. La democracia partía del principio de que
eran unos grupos que expresaban la diversidad social en términos de debate y de
golpe se produce esta aceleración hacia el autoritarismo postdemocrático. Lo
más grave es ver que aquí en Europa la derecha acompaña a las formaciones que
lo impulsan.
Habla también de la revuelta conservadora y describe cómo la izquierda
practica seguidismo en lugar de levantar la bandera de la política. ¿En qué
cree que hace seguidismo?
No se atreve a
desplegar la contrapropuesta, a decir con claridad que nos están hurtando una
serie de derechos y capacidades y que la izquierda los defenderá. Es lo que le
ha pasado al Partido Demócrata. Ha sido demasiado blando. Kamala Harris daba
muy buena imagen, posiblemente demasiado sofisticada. Pero esto no ayudaba
porque en un momento de tanta tensión, cuando la gente se siente insegura,
necesita a alguien que le ampare.
Y está el factor bolsillo, cómo la inflación influye a la hora de votar.
Es que el
problema de fondo es ese. Por eso pongo la fecha en el 2008 y el cambio de
modelo, cuando se van difuminando los mecanismos de compensación y equilibrio
que evitaban fracturas demasiado grandes. Vemos que personas que han llegado a
Estados Unidos por la vía de la inmigración han votado a Trump y que dicen que
lo han hecho porque impedirá que entren más personas que quieren hacer lo mismo
que hicieron ellos.
Es la teoría de la escalera. Son aquellos que cuando han alcanzado un
determinado peldaño tiran al que también está intentando subir.
Es hiriente ver
cómo se puede perder conciencia de la propia precariedad. En el fondo la
pregunta que debemos hacernos es qué hay que hacer con este nuevo modelo de
sistema comunicacional.
¿Usted qué cree que hay que hacer?
No lo sé porque
no tengo conocimientos del universo digital, pero hay que hacer algo porque es
un espacio en el que la noción de verdad y mentira ha desaparecido.
De todos modos, la primera gran fake fue el bulo del 11-M
y entonces las redes no existían. Y ahora hay programas de televisión que se
dedican también a mentir.
Sí, es así. Lo
que hace el universo digital es amplificarlas y consiguen que un tipo como
Alvise obtenga representación a la primera.
Si lo miramos
con los ojos del pasado, en este momento el centro político sería el PSOE
En uno de los textos recuerda que Edmund Husserl avisó que el principal
peligro es el agotamiento.
Hay muchos
sectores que, por un lado, se sienten desesperados y por otro no ven a nadie
que les ofrezca algo a lo que cogerse. Por eso gana el que se radicaliza y dice
las barbaridades que le hemos escuchado a Trump. Él utiliza la inmigración
cuando los problemas de verdad son los que tienen que ver con un sistema
económico cada vez más alejado del control de los estados.
En este escenario, ¿qué puede hacer Europa?
Ahí la pregunta
es si Europa, sin la complicidad de Estados Unidos, será capaz de defender la
democracia liberal. Si Trump y Putin se entienden, Europa lo pasará mal. Lo
primero será ver qué pasa con Ucrania.
Hay un momento en el que se cuestiona si todavía es posible rescatar la
política. La tragedia de València la ha puesto a prueba.
Es un ejemplo
de cómo el capitalismo ha superado los límites. Con toda impunidad, por un
urbanismo salvaje, se ha destruido espacios físicos. El negacionismo de la
crisis climática y sus consecuencias es un ejemplo de la estupidez humana.
¿En un momento de tanta polarización, el centro político aún existe?
Según lo que
signifique. Si lo miramos con los ojos del pasado, en este momento el centro
político sería el PSOE.
Acabamos con una pregunta sobre el futuro. ¿Seremos capaces como humanidad
de frenar lo que califica como una ola de autoritarismo postdemocrático?
Solo un 30% de
la población vive en estados con sistemas de tipo democrático. El problema es
que siga claudicando más gente. No podemos perder el sentido crítico ni entrar
en discursos comprensivos respecto a quien abusa o rompe la legalidad
democrática.
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