12 de octubre: Nada que
celebrar
INSURGENTE.ORG
/ 12.10.2024
Hoy hace 532 años, el 12 de octubre de 1492, Cristóbal Colón arribó a tierras americanas. Lo hizo por la pequeña isla bahamense de Guanahaní, para llegar cinco días después, el 27, a la isla de Cuba. Las perversas intenciones de los “descubridores” para con las tierras descubiertas y sus pobladores quedaron muy pronto esclarecidas: la mencionada isla que los indios llamaban Cuba fue “bautizada” por Colón con el nombre de Juana, en homenaje al príncipe hijo de los Reyes Católicos; una pequeña anécdota, pero harto significativa, sin embargo.
Este hecho, que en
Europa —fundamentalmente en el Estado español— se empeñaron en llamarlo
“descubrimiento” y ahora, para atenuar un poco la pena impuesta por la
historia, lo llaman “encuentro” de dos culturas, no fue sino el inicio del
exterminio de millones de personas y la colonización, para su saqueo, del vasto
continente americano.
Hubo vencedores y
vencidos; de modo que de “encuentro” de dos culturas, nada de nada. Vencedores
fueron obviamente los europeos —no sólo los españoles, porque también otros
países se beneficiaron del “encuentro”—, y vencidos los dueños naturales de
aquellas tierras que, insisto, fueron salvajemente diezmados y desposeídos de
sus inmensas riquezas —del oro y la plata, por ejemplo—. Aquellas riquezas
contribuyeron de manera importante a la acumulación originaria del capital. Y
es que, como dijera Karl Marx, el capital vino al mundo chorreando sangre y
lodo desde la cabeza hasta los pies, por todos los poros.
Esto es algo que no se
puede obviar —y muchos lo hacen— para entender la gran diferencia existente
entre el llamado Primer Mundo y el Segundo.
Hoy es 12 de octubre y,
como cada año, lo más granado de la reacción española se reunirá en el
madrileño Paseo de la Castellana. Aquí, henchidos de cinismo y desvergüenza,
celebrarán el Día de la Hispanidad, que no es otra cosa que la repugnante
celebración de una conquista que, de alguna manera, todavía perdura.
No cabe la menor duda, por las venas de los
gobernantes españoles y muchos de sus “opositores” sigue corriendo colonialismo
a raudales. Esa es la sangre que bombea sus insensibles corazones.
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