La Corona española entre gestos diplomáticos y rendición de cuentas
Rebelion / España
27/09/2024
Fuentes: Nueva Tribuna
Por primera vez en su historia una mujer accede a la presidencia mexicana.
La cosa no es baladí, dado el perfil machista de nuestra nación hermana, donde
una inaudita violencia siega un escalofriante número de vidas femeninas todos
los años, tal como reflejó Roberto Bolaños en una parte de su obra póstuma
2666. El perfil de la nueva presidenta, Claudia Sheinbaum,
difícilmente podría ser más halagüeño. Tiene una sólida formación
científico-académica y una consolidada experiencia como gestora política en
cuanto alcaldesa de la capital mexicana.
Por eso resulta
especialmente llamativo el conflicto diplomático creado con España. Hasta Putin
parece haber podido recibir la invitación, aunque no acuda. Sin embargo, el
titular de la Corona Española no puede asistir al no haberse disculpado por una
colonización acaecida hace medio milenio. Felipe VI es el Jefe del Estado
español, mal que nos pese a los republicanos. Su función está encuadrada en un
sistema democrático que se regula como una monarquía parlamentaria, ejerciendo
esa representación simbólica. Considerarlo heredero de los Austrias y pensar en
términos de reconquista es algo que hacía más bien el franquismo, que ideó
un Día de la Raza y conmemoraba la jornada del
Descubrimiento.
En España todo
eso se asocia con la dictadura y es una perspectiva que reivindican los
nostálgicos del franquismo. Meter a toda la ciudadanía española en el mismo
saco no parece algo propio de una ideología progresista, que tiende a juzgar
las cosas con otras varas de medir. Sería como identificar al pueblo
alemán actual el nazismo de los años treinta o a los judíos con su jefe de
gobierno. Los gentilicios orientan el estudio de la historia, pero
afortunadamente no determina el destino de las naciones, que pueden cambiar con
el tiempo en uno otro sentido.
El presidente
norteamericano ha decidido enviar a la primera dama, en vez de a su
vicepresidenta por ejemplo. En el caso español una de nuestras vicepresidentas
planeaba ir con Felipe VI, pero tiene que anular el viaje, pese a compartir
ideología con la presidenta mexicana. Estamos ante un incidente diplomático
bastante absurdo. No hay que despreciar el significado histórico-político de
cualquier simbolismo, pero tampoco sirve de mucho malversarlo intempestivamente
y a destiempo. Estrechar los lazos que obviamente nos unen es el mejor modo de
revisar nuestra común Leyenda Negra y comprender cómo muy pocas huestes
contaron con el auxilio de comunidades indígenas que lucharon q su lado contra
quienes detectaban la hegemonía en ese momento.
Pese a los
desmanes perpetrados en aras del fanatismo religioso y la codicia de los
conquistadores, el intercambio cultural enriqueció a las generaciones
venideras, aunque lo hiciera sobre las ruinas de culturas reprimidas y sojuzgadas.
Descontar cualquiera de los dos factores arrojaría una imagen parcial del
resultado. La realidad está plagada de luces y sombras, aunque siempre tiente
recurrir a las visiones maniqueas. ¿O acaso no tuvo sus claroscuros el proceso
de Independencia mexicano? El Papado de la época también jugó un papel
protagonista y sin embargo se le reverencia con esa sumisión que solo da la fe.
México acogió
como ningún otro país a los exilados republicanos que perdieron la Guerra Civil
española, provocado por un alzamiento militar al que ayudaron los fascismos
europeos, mientras las democracias jugaban a ser neutrales. De poco hubiera
valido entonces invocar las hazañas bélicas y conquistadoras de la monarquía
española. Conviene no confundir las cosas.
Ahora mismo la Corona
española tiene otras rendiciones de cuentas pendientes. Juan Carlos I amasó un
patrimonio ampuloso y sus conquistas amorosas costaban dinero al erario
público. Una de sus amantes más estables, Barbara Rey, recibió una pingüe
compensación económica por parte del Estado, tras negociar con el servicio
secreto, que recurrió a los fondos de libre disposición, reservados para cosas
tales como el contra terrorismo y el espionaje. No hace falta endosarle
agravios de sus ancestros al padre del actual monarca. Su inmunidad es un
escándalo mayúsculo. Cada cual debe responsabilizarse de sus actos.
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