Mientras la izquierda
progresista es cada vez más liberal, el liberalismo y la extrema derecha han
ido acercándose, y en muchos campos ya se solapan abiertamente, por más que
pretendan diferenciarse mediante un lenguaje que los caracterice como diferentes.
Diez tesis sobre la extrema derecha
El Viejo Topo
22 agosto, 2024
Desde 2016 ha
habido un desconcierto generalizado sobre cómo entender la aparición de Donald
Trump como un serio candidato a la presidencia de Estados Unidos. Lejos de ser
un fenómeno aislado, Trump ascendió al poder junto a otros “hombres fuertes” como Viktor Orbán
(primer ministro de Hungría desde 2010), Recep Tayyip Erdoğan (presidente de
Turquía desde 2014) y Narendra Modi (primer ministro de la India desde 2014).
Personas como éstas, que llegaron al poder y cimentaron su dominio a través de
las instituciones liberales, parecen imposibles de destituir a través de las
urnas. Es evidente que se está produciendo un giro a la derecha en los Estados
democráticos liberales, cuyas constituciones hacen hincapié en las elecciones
multipartidistas, mientras dejan un vacío para que se establezcan gradualmente
regímenes unipartidistas.
El concepto de
democracia liberal fue y sigue siendo una concepción muy discutida que surgió
de las potencias coloniales europeas y estadounidenses en los siglos XVIII y
XIX. Sus reivindicaciones de pluralismo interno y tolerancia, Estado de derecho
y separación de poderes llegaron al mismo tiempo que sus conquistas coloniales
y su utilización del Estado para mantener el poder de clase en sus propias
sociedades. El liberalismo actual no puede conciliarse fácilmente con el hecho
de que los países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte
(OTAN) representen el 74,3% del gasto militar
mundial.
Los países con
constituciones que ponen el énfasis en las elecciones multipartidistas han
visto cómo se instaura gradualmente lo que, en la práctica, es un régimen de
partido único. Este régimen de partido único puede enmascararse a veces con la
existencia de dos o incluso tres partidos, ocultando el hecho que la diferencia
entre éstos es cada vez más insignificante.
Se ha puesto de
manifiesto que ha surgido un nuevo tipo de derecha no sólo a través de las
elecciones, sino ejerciendo su dominio en los ámbitos de la cultura, la
sociedad, la ideología y la economía. Este nuevo tipo de derecha no está
necesariamente preocupada por derrocar las normas de la democracia liberal.
Esto es lo que llamamos “el íntimo abrazo entre el
liberalismo y la extrema derecha”, siguiendo los escritos de nuestro difunto
colega Aijaz Ahmad.
La formulación
de este “íntimo abrazo” nos permite comprender que no existe necesariamente una
contradicción entre el liberalismo y la extrema derecha y que, de hecho, el
liberalismo no es un escudo contra la extrema derecha, ni mucho menos su
antídoto. Cuatro elementos teóricos son clave para entender este “abrazo
íntimo” y el surgimiento de esta extrema derecha actual:
- Las políticas neoliberales de austeridad en países con instituciones
electorales liberales terminaron con los planes de bienestar social que
habían permitido la existencia de las sensibilidades liberales. La
incapacidad de los Estados para ocuparse de lxs pobres se convirtió en
dureza y crueldad hacia ellos.
- Sin un compromiso serio con el bienestar social y los programas de
redistribución, el propio liberalismo derivó hacia el mundo de las
políticas de extrema derecha. Éstas incluyen un mayor gasto en el aparato
represivo interno que vigila los barrios de la clase trabajadora y las
fronteras internacionales, junto con una distribución cada vez más tacaña
de los bienes sociales, que solo se distribuyen si quienes los reciben
aceptan condiciones que los despojan de sus derechos humanos básicos (por
ejemplo, “aceptando” el uso obligatoriode métodos
anticonceptivos).
- En este terreno, la extrema derecha actual fue cada vez más aceptada
como fuerza política dado el giro de los partidos desde el liberalismo
hacia las políticas promovidas por la extrema derecha. En otras palabras,
esta tendencia a inspirarse en las políticas de la extrema derecha permitió
que ésta se convirtiera en la fuerza política dominante.
- Por último, las fuerzas políticas del liberalismo y la extrema derecha
se unieron globalmente para reducir el control de la izquierda sobre las
instituciones. La extrema derecha y sus homólogos liberales no tienen
diferencias económicas fundamentales con respecto a la clase. En los
países imperialistas, existe una gran confluencia de puntos de vista sobre
el mantenimiento de la hegemonía estadounidense, la hostilidad y el
desprecio hacia el Sur Global, y un creciente nacionalismo exacerbado,
como lo demuestra el apoyo militar a ultranza al genocidio que Israel está
llevando a cabo contra el pueblo palestino.
Tras la derrota
del fascismo italiano, alemán y japonés en 1945, lxs analistas occidentales se
preocuparon por la incubación de la extrema derecha en sus sociedades. Mientras
tanto, la mayoría de lxs marxistas reconocieron que la extrema derecha no había
surgido de la nada, sino de las contradicciones del propio
capitalismo. El colapso del Tercer Reich fue sólo una fase de la historia de la
extrema derecha y del desarrollo del capitalismo: volvería a surgir, quizá con
otros ropajes.
En 1964, el
marxista polaco Michał Kalecki escribió un interesante artículo titulado “Faszyzm naszych
czasów” [El fascismo de nuestro tiempo]. En ese ensayo, Kalecki afirmaba que
los nuevos tipos de grupos fascistas que surgían en ese momento apelaban “a los
elementos reaccionarios de las amplias masas de la población” y estaban
“subvencionados por los grupos más reaccionarios del mundo de las grandes
empresas”. Sin embargo, Kalecki observó que “la clase gobernante considerada en
su conjunto, aun cuando no acaricia la idea de que los grupos fascistas tomen
el poder, no hace esfuerzo alguno por suprimirlos y se limita a reprenderlos
por su entusiasmo exagerado”. Esta actitud persiste hoy en día: la clase
dominante en su conjunto no teme el ascenso de estos grupos fascistas, sino
sólo su comportamiento “excesivo”, mientras que los sectores más reaccionarios
del gran capital continúan apoyándolos financieramente.
Una década y
media más tarde, cuando Ronald Reagan parecía estar a punto de convertirse en
presidente de Estados Unidos, Bertram Gross publicó Friendly Fascism:
The New Face of Power in America [Fascismo amigable: la nueva cara del
poder en Estados Unidos] (1980). Este libro se inspiraba libremente en The
Power Elite [La élite del poder] (1956) de C. Wright Mills y Monopoly
Capital: An Essay on the American Economic and Social Order [El
capital monopolista: un ensayo sobre el orden económico y social
norteamericano] (1966) de Paul A. Baran y Paul M. Sweezy. Gross argumentaba
que, dado que las grandes empresas monopolísticas habían estrangulado las
instituciones democráticas en Estados Unidos, la extrema derecha no necesitaba
botas militares y esvásticas: esta orientación llegaría a través de las propias
instituciones de la democracia liberal. ¿Quién necesita tanques cuando tienes a
los bancos para hacer el trabajo sucio?
Las
advertencias de Kalecki y Gross nos recuerdan que la intimidad entre el
liberalismo y la extrema derecha no es un fenómeno nuevo. Surge de las raíces
capitalistas del liberalismo: este nunca iba a ser otra cosa que la cara amable
de la brutalidad inherente al capitalismo.
Los liberales
utilizan la palabra “fascismo” para distanciarse de la extrema derecha. Este
uso del término es más moralista que preciso, ya que niega la intimidad entre
los liberales y la extrema derecha. Para ello, hemos formulado diez tesis sobre
esta extrema derecha actual, que esperamos susciten la discusión y el debate.
Se trata de una declaración provisional, una invitación al diálogo.
Primera tesis. La extrema derecha actual utiliza los instrumentos democráticos en la
medida de lo posible. Cree en el proceso conocido como la “larga marcha
a través de las instituciones”, mediante el cual construye pacientemente el
poder político y sitúa a sus cuadros en las instituciones permanentes de la
democracia liberal, desde donde introducen sus ideas en el pensamiento
dominante. Las instituciones educativas también son clave para la extrema
derecha actual, ya que determinan los planes de estudio de los estudiantes en
sus respectivos países. No es necesario que esta extrema derecha actual deje de
lado estas instituciones democráticas mientras proporcionen el camino hacia el
poder no sólo sobre el Estado, sino sobre la sociedad.
Segunda tesis. La extrema derecha actual está impulsando el desgaste del Estado y
transfiriendo sus funciones al sector privado. En Estados Unidos, por ejemplo,
su inclinación a la austeridad está contribuyendo a disminuir la cantidad y
calidad de lxs funcionarixs en funciones estatales básicas, como el
Departamento de Estado estadounidense. Muchas de las funciones de tales
instituciones, ahora privatizadas, se desarrollan bajo los auspicios de
organizaciones no gubernamentales dirigidas por capitalistas multimillonarixs,
como Charles Koch, George Soros, Pierre Omidyar y Bill Gates.
Tercera tesis. La extrema derecha actual utiliza el aparato represivo del Estado hasta
el límite de lo legalmente permitido para silenciar a sus críticxs y
desmovilizar a los movimientos de oposición económica y política. Las
constituciones liberales ofrecen una amplia permisividad para este tipo de uso,
que las fuerzas políticas liberales han aprovechado a lo largo del tiempo para
sofocar cualquier resistencia de la clase trabajadora, el campesinado y la
izquierda.
Cuarta tesis. La extrema derecha actual inocula una dosis homeopática de violencia en
la sociedad, a través de los elementos más fascistas dentro de su coalición
política para crear miedo, pero no lo suficiente como para volver al pueblo en
su contra. La mayoría de las personas de clase media en todo el mundo buscan la
comodidad y les molestan los problemas derivados por las movilizaciones,
disturbios, etc. Sin embargo, en ocasiones, un asesinato de un dirigente
sindical o una amenaza a un periodista no se atribuyen a la extrema derecha
actual, que a menudo se apresura a negar cualquier asociación directa con los
grupos fascistas marginales (que, no obstante, están vinculados orgánicamente a
la extrema derecha).
Quinta tesis. La extrema derecha actual ofrece una respuesta parcial a la soledad que
impregna el tejido de la sociedad capitalista avanzada. Esta soledad proviene
de la alienación generada por las condiciones laborales precarias y las largas
jornadas de trabajo, que corroen la posibilidad de construir una comunidad y
una vida social vibrantes. Esta extrema derecha no construye una comunidad
real, excepto en su relación parasitaria con las comunidades religiosas. En su
lugar, desarrolla la idea de comunidad, a través de Internet, de movilizaciones
masivas de individuos o comunidad a través de símbolos y gestos compartidos. El
inmenso anhelo de comunidad es aparentemente resuelto por la extrema derecha,
mientras que la esencia de la soledad se transforma en ira en lugar de amor.
Sexta tesis. La extrema derecha actual utiliza su proximidad a los conglomerados
mediáticos privados para normalizar su discurso, y su cercanía a los
propietarios de las redes sociales para aumentar la aceptación social de sus
ideas. Este discurso altamente agitador crea un frenesí que moviliza a sectores
de la población, ya sea en línea o en las calles, para participar en mítines
donde, sin embargo, siguen siendo individuos y no miembros de un colectivo. El
sentimiento de soledad generado por la alienación capitalista se mitiga
momentáneamente, pero no se supera.
Séptima tesis. La extrema derecha actual es una organización tentacular, con sus raíces
diseminadas por diversos sectores de la sociedad. Opera dondequiera que se
reúna el pueblo, ya sea en clubes deportivos u organizaciones benéficas. Su
objetivo es construir una base de masas en la sociedad arraigada en la
identidad mayoritaria de un lugar determinado (ya sea la raza, la religión o el
sentido nacionalista), marginando y demonizando a cualquier minoría. En muchos
países, esta extrema derecha se apoya en estructuras y redes religiosas para
afianzar cada vez más profundamente una visión conservadora de la sociedad y la
familia.
Octava tesis. La extrema derecha actual ataca a las instituciones de poder que son el
fundamento mismo de su base sociopolítica. Crea la ilusión de ser popular,
cuando en realidad está profundamente vinculada con los intereses de la
oligarquía. Crea la ilusión de ser plebeya desarrollando una forma muy
masculina de hipernacionalismo, cuya decadencia se refleja en su fea retórica.
Esta extrema derecha se sustenta en la fuerza testosterónica de este
hipernacionalismo, al mismo tiempo que exhibe victimismo frente al poder.
Novena tesis. La extrema derecha actual es una formación internacional, organizada a
través de diversas plataformas como El Movimiento de Steve Bannon (con sede en
Bruselas), el Foro
de Madrid del partido Vox (con sede en España) y la Fundación
Fellowship anti-LGBTQ+ (con sede en Seattle, Washington). Estos
grupos están arraigados en un proyecto político en el mundo atlántico que
potencia el papel de la derecha en el Sur Global y les proporciona los fondos
para difundir sus ideas derechistas en lugares donde tienen poco arraigo. Crean
nuevos “problemas” donde antes no existían a esta escala, como la fanfarria
sobre la sexualidad en África oriental.
Estos nuevos “problemas” debilitan a los movimientos populares y refuerzan el
control de la derecha sobre la sociedad.
Décima tesis. Aunque la extrema derecha actual se presente como un fenómeno global,
existen diferencias en cómo se manifiesta en los principales países
imperialistas versus el Sur Global. En el Norte Global, tanto los liberales
como la extrema derecha defienden enérgicamente los privilegios obtenidos
mediante el saqueo durante los últimos 500 años –a través de sus medios
militares y de otro tipo–, mientras que en el Sur Global la tendencia general
entre todas las fuerzas políticas es establecer la soberanía.
La extrema
derecha actual está surgiendo en un periodo definido como hiperimperialismo para enmascarar la
realidad de un poder espantoso y fingir que se preocupa por los individuos
aislados a los que, en cambio, perjudica. Conoce bien la locura humana y se
aprovecha de ella.
Fuente: The Tricontinental
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