Milei, de momento
dura. Apoyándose en la reducción real de la tasa de inflación, asegura que
llevará a cabo todo su programa. Un programa que desvía aún más que antes las
rentas del trabajo hacia las clases altas. ¿Durará mucho?
La ultraderecha gobierna en Argentina
El Viejo Topo
12 julio, 2024
La ultraderecha gobierna en Argentina. ¿Quién es y qué está haciendo Javier
Milei?”
El 10 de
diciembre de 2023 Javier Milei fue elegido presidente de Argentina con un 55,6%
de los votos. El excéntrico presidente ha llamado la atención global por su
desfachatado estilo mediático, sus ideas extremas como “volar por los aires” el
Banco Central de la República Argentina, y una mezcla de mesianismo y
misticismo con religión y esotería canina. Más allá del show
mediático, Milei representa un viraje radical en un país gobernado por el
progresismo durante los últimos veinte años –Néstor Kirchner (2003-2007)
Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015) y Alberto Fernández (2019-2023)– a
excepción del intervalo de Mauricio Macri (2015-2019), en el que la defensa de
“lo público” se consideraba ganada.
La aparición
pública de Javier Milei se inauguró bajo la figura de un columnista económico
polémico en distintos programas de televisión. Fue uno de los
impulsores de las protestas en contra del aislamiento obligatorio impuesto
durante la pandemia, alegando el recorte de las libertades individuales, y a
partir de su popularidad en redes sociales, fue elegido diputado nacional en las
elecciones legislativas de 2021 por su partido “La Libertad Avanza”. En 2023,
con un fuerte desgaste del oficialismo debido a una crisis económica de
arrastre y mal gestionada, y una alianza con la derecha conservadora (Juntos
por el Cambio), alcanzó la presidencia de la nación.
Javier Milei se
define como anarco capitalista y discípulo de la escuela económica austríaca.
¿Qué quiere decir esto? A contramano de las prácticas globales actuales de
proteccionismo económico, Milei propone la libertad irrestricta del mercado,
pero no solamente como política de comercio exterior sino también como política
nacional.
Basado en la
filosofía de Murray Rothbard, Milei considera al Estado
como una asociación ilícita que se apropia del dinero de los contribuyentes
para sostener los privilegios de la “casta política”. Cree en el mercado como
el regulador “natural” de la vida en sociedad y, por lo tanto, la propiedad y
administración pública de los servicios como una aberración (la educación y
salud pública no deberían existir). Esta filosofía reivindica la “Ley del
Talión”, el “ojo por ojo”, como una práctica de justicia válida.
Desde esta
perspectiva, pretende posicionarse como uno de los líderes de la ultraderecha
mundial hablando de combatir el “Marxismo cultural”, forma
en la que caracterizan el avance en términos de derechos de las mujeres, de la
diversidad sexual, de las personas migrantes y de los excluidos del sistema en
general. Adopta también, una posición negacionista con respecto al cambio climático y
sus evidencias científicas.
De la filosofía política a la práctica de Gobierno
Desde su rol de
columnista económico, y candidato a presidente, Milei prometía el fin de la
inflación (promedio de 8,6% mensual en Argentina en 2023 hasta que asumió
Milei) y la dolarización de la economía.
Desde su
llegada al Gobierno provocó, como parte de su política económica, una
devaluación de más de 100% de la moneda local y una fuerte desregulación de la
actividad económica que implicó el aumento de precios de bienes y servicios
básicos. También, como administrador de los recursos del Estado, frenó la
inversión en obras públicas y recortó gastos en todos los niveles
funcionales.
Estas medidas
provocaron una gran redistribución de ingresos desde la clase trabajadora hacia
los sectores que viven de la renta económica y financiera y los grandes
empresarios, pero también una recesión económica que iguala y en algunos
sectores excede, los niveles alcanzados durante la pandemia del Covid-19.
En este
sentido, si bien el Gobierno festeja que la inflación se reduce mensualmente
desde que asumió (del 25,5% de diciembre provocado por la devaluación al 4,2%
de mayo), y se vanagloria de un superávit fiscal (que encubre deudas bajo la
alfombra), la caída del poder adquisitivo del salario mínimo (considerando una
canasta básica total) fue de 30%, la pobreza alcanzó al 55% de la población en el primer
trimestre de 2024 (con un aumento de aproximadamente 11% en los 3 primeros
meses de gobierno) y se espera un aumento de la tasa de desocupación debido a
la magnitud de la recesión y los despidos que ya tuvieron lugar.
Esta
prepotencia económica se reproduce desde el poder ejecutivo hacia el resto de
los poderes del Estado, fundamentalmente hacia el poder legislativo y los
gobiernos federales, presionando y extorsionando explícitamente para que los
decretos y leyes propuestas por el ejecutivo se aprueben sin discusión
mediante. Ante la imposibilidad de que esto ocurra, se vieron en la necesidad
de negociar las leyes con sus aliados electorales y, como fue con la Ley Bases,
dar embajadas a cambio.
El discurso
oficial y la política pública persigue, apunta y dispara contra la libertad de prensa, las instituciones de la
cultura nacional, las que garantizan la vida de las mujeres violentadas, las que
promueven la no discriminación en cuanto a orientación sexual y la xenofobia, las
universidades públicas, los movimientos sociales y los
organismos de Derechos Humanos.
La política
exterior se bandea entre el intento de conseguir dólares para mantener su política
antiinflacionaria y su posicionamiento ideológico de ultraderecha, exagerando posiciones contra
China, con la que después renegocia un swap, y defendiendo al Estado de Israel ante
el genocidio perpetrado en Palestina, pero siempre bajo el manto del imperio de
occidente.
¿Cuánto dura?
Una de las
frases más escuchadas en Argentina una vez que Milei entró al ballotage
presidencial fue “no va a hacer todo lo que dice”. Esta frase sirvió tanto para
justificar su voto como para resguardarse emocionalmente del desastre que
podría implicar que ganase la presidencia. Sin embargo, está haciendo bastante
de lo que dijo.
La otra frase
más escuchada es ¿cuánto dura? Si bien la respuesta políticamente correcta es
“cuatro años” como todo Gobierno elegido democráticamente en Argentina, desde
el restablecimiento de la democracia en 1983, las crisis económicas y sociales
vividas no dejan lugar a una respuesta tan certera y menos con la aplicación de
políticas tan extremadamente perjudiciales para las mayorías.
Si miramos su
plan económico y repasamos un poco la historia Argentina, podemos encontrar
similitud con 2 momentos históricos recientes. El primero es el Gobierno de
Carlos Menem (que para Milei fue el mejor de la historia argentina) y el
segundo el Gobierno de Fernando De la Rúa.
El Gobierno de
Menem (1989-1999) aplicó cambios estructurales a nivel económico
(neoliberalismo en democracia) que si bien tuvo un momento de auge (que le permitió
la reelección) con el freno de la inflación, lograda por la paridad cambiaria
con el dólar (sostenida en un principio por privatizaciones de servicios y
bienes públicos y endeudamiento externo), derivó en el cierre de múltiples
empresas e industrias nacionales y en un aumento de la desocupación que superó
el 20% al terminar su segundo mandato.
El Gobierno de
De la Rúa (1999-2001) fue a continuación del de Menem. Si bien el planteo era
realizar un cambio “radical” terminó en múltiples renegociaciones de deuda con
el Banco Mundial y el FMI que derivaron en programas de fuerte ajuste fiscal
ampliando los niveles de pobreza y terminó su mandato declarando el estado de
sitio, renunciando y saliendo de la casa de Gobierno en helicóptero.
En este marco,
Milei puede aplicar un plan económico que reduzca la inflación y reactive la
actividad económica como aplicó Menem (si obtiene nuevos préstamos del FMI,
privatiza empresas y obtiene fondos líquidos en dólares) pero con consecuencias
similares en términos de actividad económica, empleo y pobreza en un menor
tiempo. O, si no logra acceder a los fondos necesarios en dólares, sostener un
programa de baja de la inflación con un ajuste económico y represión cada vez
mayor con un Gobierno más parecido al de De la Rúa y un final que dependerá de
los niveles de hartazgo social como en 2001.
Por el momento,
si bien hace 6 meses las calles de la Ciudad de Buenos Aires y las plazas de
todas las provincias del país son epicentro de constantes movilizaciones en contra de
las políticas aplicadas y las leyes impulsadas por el Gobierno, entre sus
adherentes se sigue justificando la situación bajo argumentos como “estamos
mal, pero vamos bien”, “hay que dejarlo hacer”, “¿a quién querías votar?”.
Quienes todavía apoyan a Javier Milei se aferran a la caída de la tasa de
inflación pero las últimas encuestas reflejan también una caída de la imagen positiva sobre todo
en las provincias del interior del país, donde Milei recibió un fuerte apoyo
para alcanzar la presidencia.
Fuente: Globetrotter.
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