¿Van de farol los
líderes occidentales cuando dan a entender que la guerra puede estar cerca? ¿Y
creen de verdad que Ucrania, con la ayuda de la OTAN, puede vencer a Rusia sin
participar directamente en la batalla? Esto cada vez pinta peor…
Una guerra europea más amplia
El Viejo Topo
20 junio, 2024
Una guerra europea más amplia está en el horizonte
El peligro de
que la guerra de Ucrania se extienda a Europa está aumentando. El riesgo de una
guerra europea nunca ha sido tan alto. El consenso general entre los
expertos militares es que Ucrania está perdiendo la guerra lenta pero
inexorablemente. Pero ¿qué significa eso?
A primera
vista, Ucrania no tiene suficientes soldados para seguir luchando por mucho más
tiempo. La tasa de bajas del ejército ucraniano es de varios cientos todos los
días… y hoy las batallas normalmente se describen como “picadoras de
carne” debido al gran número de víctimas.
Rusia tiene una
gran reserva de combatientes entrenados, se estima que son, por lo menos, un
millón y medio; Ucrania casi no tiene reservas que no hayan sido desplegadas
ya.
Aun así, los
objetivos estratégicos de Rusia son desconocidos. A veces los rusos dicen que
quieren crear una “zona de amortiguamiento” para proteger su territorio de
ataques. Sin embargo, la introducción de misiles balísticos y de crucero de
largo alcance por parte de EEUU/OTAN descarta una zona de amortiguamiento a
menos que esta llegue casi hasta el río Dniéper. Incluso entonces, esta zona de
amortiguamiento no protegería a Zaporizhya ni a Crimea.
Además la OTAN
está introduciendo los F-16 en Ucrania, que, según se informa, operarán desde
aeródromos rumanos. Estarán equipados con misiles de crucero JASSM de largo
alcance y misiles aire-aire AIM-120. ¿Necesitará Rusia destruir las bases
aéreas rumanas? La OTAN ha planificado utilizar estas bases para lanzar
incursiones de los F-16 que tendrán como objetivo atacar Crimea. Cómo se sabe,
el territorio de Crimea es ultrasensible para el pueblo ruso.
Continuando con
las provocaciones los ucranianos han lanzado fuertes andanadas de misiles de
largo alcance contra objetivos en Crimea, incluidos aeródromos y puertos,
especialmente en Sebastopol. Se cree que pronto intentará nuevamente destruir
el puente de Kerch. La mayoría de estos misiles han sido suministrados por la
OTAN (son principalmente de origen estadounidenses) y todos funcionan con
objetivos establecidos por las coordenadas proporcionadas por la Alianza
Atlántica.
La OTAN opera
aviones espías, radares de largo alcance y satélites para señalar las
coordenadas exactas de sus “clientes” ucranianos. Los rusos, que dependen de
defensas aéreas para protegerse, se han mantenido silenciosos ante estos ataques
de la Alianza occidental.
Los golpes a
Crimea no tienen ningún propósito militar real porque Ucrania carece de las
fuerzas terrestres necesarias para librar una batalla allí. La idea es humillar
a los rusos, pero el resultado probable puede ser el contrario.
A medida que
aumenta la presión, se puede esperar que Rusia responda con fuerza, ya sea
atacando Járkov, Odesa o Kiev, alguna o todas las regiones anteriores. Rusia
tiene más misiles de largo alcance de los que la OTAN puede suministrar a Kiev,
que ya no tiene suficientes defensas antiaéreas para proteger sus
ciudades. ¿Cuál es entonces la estrategia de la OTAN aparte de castigar a
Rusia mientras Ucrania pierde la guerra?
Parecería que
la OTAN está tratando de convencer a los rusos de que deberán pagar un precio
muy alto para derrotar a Ucrania. Algunos en la OTAN pueden pensar que crecerá
la presión dentro de Rusia obligando a sus líderes a dar marcha atrás y detener
sus últimas operaciones ofensivas, tal vez incluso buscar un alto el fuego. Sin
embargo, no hay motivos para creer que se pueda convencer a Rusia de que
detenga sus operaciones o considere un alto el fuego. Rusia está ganando la
guerra. Y un alto el fuego en este momento teóricamente favorecería a Ucrania,
no a Rusia.
El liderazgo
ruso decidió enviar un fuerte mensaje a Washington al enviar buques de guerra y
submarinos nucleares a Cuba. No está claro si Washington “lo entenderá”. De
hecho, todo apunta en la otra dirección: el resultado es que Rusia está cada
vez más enfadada con los ataques a su territorio y a Crimea. La presión
real dentro del liderazgo ruso es que se hace necesario aumentar
significativamente los ataques contra objetivos ucranianos. Estas opiniones se
conocieron en una serie de reuniones privadas en la reciente cumbre económica
de San Petersburgo. Putin no lo dijo, al menos no en voz alta, pero el
siguiente nivel ha expresado su ira. Al parecer estarían dispuestos a atacar
tanto a los ucranianos como a la OTAN.
Mientras tanto
algunos líderes europeos están perdiendo peligrosamente apoyo político en sus
países. En particular el presidente francés Emmanuel Macron, que es partidario
de una guerra mayor para tratar de inclinar la opinión pública a su favor.
Enviar tropas y
ofrecer aviones de combate y otras armas podría interpretarse como una decisión
de desarrollar una guerra europea a un nivel más amplio. El hecho de que
Estados Unidos esté detrás del uso de bases de los F-16 en Rumania puede ser la
manera en que Biden provoque una guerra en Europa con el “ilusorio”
objetivo de salvar su hundido prestigio político.(O tal vez Biden no se entera
de nada al respecto, pero sus manejadores han ideado esta “nueva” estrategia
para salvar el pellejo de su jefe).
Semejantes
ideas son intrínsecamente arriesgadas porque los sistemas de defensas de la
OTAN son vergonzosamente débiles. Arriesgar la alianza y el futuro de Europa
por permanecer en el poder es, en sí mismo, vergonzoso y probablemente
criminal.
Tampoco hay
ninguna prueba que la opinión pública apoye una guerra mayor. De hecho, es más
probable que en Europa haya un sentimiento pacifista reprimido que esté pronto
a estallar. Este sentimiento existe tanto en la derecha como en la izquierda y
también en el centro político.
La OTAN ya está
peligrosamente cerca de convertirse en una alianza agresora, lo que podría
significar su desintegración. El rechazo a la guerra de la OTAN aumenta cada
día.
Fuente: Observatorio de la crisis
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