Se dijo desde el
principio: resistir hasta la muerte del último ucraniano. Y así está siendo. El
ejército ucraniano anda a la caza y captura de cualquier varón capaz de
sostener un arma, y los muertos son ya centenares de miles. Hasta el último
ucraniano.
La pesadilla de Ucrania
El Viejo Topo
14 junio, 2024
En las últimas semanas, ha habido una avalancha de informes de la corriente dominante sobre la situación absolutamente catastrófica de Ucrania. El más crudo hasta la fecha fue una larga investigación del Washington Post publicada el 2 de junio, Basic training in Ukraine is barely covering the basics, commanders say. Sus detalles constituyen una lectura escalofriante. No sólo por la terrible situación que se describe para Kiev en el campo de batalla, sino porque podrían anunciar la implicación formal de la OTAN en la guerra por poderes.
La
nueva ley de movilización de Ucrania abre al reclutamiento
a casi toda la población masculina local a partir de los 16 años. Fue
tan controvertida y contestada por los legisladores, que la legislación fue
objeto de 4.500 enmiendas distintas durante su prolongada gestación en el
parlamento. The Washington Post comienza señalando que la
medida era un intento desesperado de «hacer frente a una escasez crítica de
soldados en medio de la intensificación de los ataques rusos».
Se trata de un
eufemismo nauseabundo para decir que cientos de miles de ucranianos en edad
militar están muertos y enterrados, lo que deja a Kiev peligrosamente cerca de
ser incapaz de mantener la guerra por poderes.
Industrias y
empresas enteras de todos los sectores económicos tampoco pueden
ahora contratar personal. Para empeorar aún más las cosas, «los
comandantes sobre el terreno dicen que se están preparando para que la mayoría
de las nuevas tropas lleguen con una formación deficiente». Un soldado de
las FAU dijo que la enseñanza en los centros de entrenamiento locales «es un
completo disparate… Todo se aprende sobre la marcha».
El medio
informa cómo «los comandantes ucranianos se han quejado durante mucho tiempo
sobre la preparación mediocre de los reclutas en los centros de entrenamiento».
Su queja es aún mayor ahora, con «una afluencia de conscriptos bajo la nueva
ley… todavía a meses de distancia,» y esos pocos conscriptos del «lote»
actual aun llegando –habiendo sido arrancados violentamente de la vida civil
por bandas de presión militar– habiendo recibido un «entrenamiento» que
es «tan deficiente que a menudo deben dedicar semanas a enseñarles
habilidades básicas», incluyendo «cómo disparar».
Un comandante
de batallón citado en el artículo se lamentaba amargamente de cómo habían
enviado a su unidad reclutas que «ni siquiera sabían desmontar y montar un
arma». Entonces se vieron obligados a pasar una semana simplemente «asegurándose
de que cada uno [recién llegado] disparaba al menos una caja de balas –unos
1.500 disparos– al día antes de pasar a tareas más complejas.» Esos
soldados pronto podrían estar combatiendo cerca de Chasiv Yar, «donde las
fuerzas rusas han estado haciendo avances». El comandante concluyó:
Estamos
perdiendo mucho tiempo aquí en entrenamiento básico. Si, Dios no lo quiera, se
produce un avance cerca de Chasiv Yar, y recibimos nueva infantería que no sabe
cosas básicas, la enviaremos allí a morir sin más.
Después de dos
años de guerra agotadora y de desgaste contra las fuerzas rusas, los propios
soldados de Kiev están «críticamente faltos de personal y perdiendo terreno»,
enfrentándose a una «situación calamitosa». Sencillamente, no hay «tropas
suficientes para defenderse de los incesantes asaltos», lo que ha creado
una situación ridícula en la que los soldados han sido reasignados desde «funciones
de retaguardia» seguras y «se les ha dado sólo dos semanas de
preparación antes de ser enviados al combate, para llevar a cabo tareas que a
veces requieren escabullirse tras las líneas enemigas». En otras palabras,
potenciales misiones suicidas, probables o inevitables.
En este
contexto, la referencia del Washington Post a que las
autoridades ucranianas «tardan en intensificar los esfuerzos de movilización»
debido a que la «cuestión» es «políticamente delicada» es
extremadamente incongruente. El país lleva desde febrero de 2022 bajo ley
marcial. El control estatal sobre los medios de comunicación y la
censura no han cesado, y las voces críticas de ciudadanos y periodistas,
el más reciente el socialista antibelicista Bogdan Syrotiuk, han
sido silenciadas y encarceladas, y los partidos de la oposición prohibidos.
Las elecciones se han aplazado indefinidamente. Volodymyr Zelenskyy es de hecho presidente
vitalicio, o hasta que decida dimitir.
¿Podría temer
el gobierno que la movilización total precipitara una revolución o un golpe de
estado interno? Sea cual sea la verdad del asunto, el rechazo público de
Zelensky a la petición del ahora ex jefe de las FAU, Valery Zaluzhny, de
500.000 nuevos soldados debido a una supuesta falta de pruebas de que tal cifra
fuera necesaria, y al hecho de que «Ucrania tendría dificultades económicas
para pagar los sueldos de tantos nuevos soldados» es poco convincente.
Una explicación alternativa podría ser simplemente que no quedan en
el país medio millón de hombres ucranianos aptos para la guerra.
El rápido
aumento de las bajas de Kiev es tan catastrófico que incluso los medios de
comunicación occidentales se han visto obligados a reconocer el recuento de
muertes. Los principales artículos de las últimas semanas han esbozado
sombríos relatos de ciudades y pueblos enteros sin población masculina,
debido a que todos los hombres locales murieron en el frente o huyeron del
reclutamiento. Otra fuente anónima de las FAU fue citada por el Washington Post
quejándose amargamente de la «calidad» de los reclutas restantes:
Si nos envían a
reclutar a alguien, todos los buenos ya han sido cogidos por otras brigadas, y
tienes que elegir entre los torcidos, cojos y enfermos. Y entonces eliges entre
ellos, joder.
Dejando a un
lado los problemas de mano de obra, la falta crónica de
munición y la preocupación por su uso hacen que los
reclutas tengan poca experiencia disparando munición real antes de ser enviados
a la picadora de carne. Un oficial anónimo de la FAU afirmó que los reclutas
reciben sólo 20 balas por persona, «no hay granadas para lanzar en los
centros de entrenamiento, y no hay cartuchos de lanzagranadas en el centro de
entrenamiento.
Éste es el
problema. No disponemos de un sistema de entrenamiento adecuado», añadieron, antes de declarar que Ucrania «necesita que sus
instructores reciban formación de instructores de la OTAN para condensar el
entrenamiento básico estándar de dos meses en un mes… en instalaciones [en el
extranjero] que no puedan ser objetivo de los bombardeos rusos.
El Washington
Post continuó señalando que ya se estaba llevando a cabo entrenamiento
militar en el extranjero. «Hasta ahora, Gran Bretaña ha proporcionado la
formación más básica a los ucranianos», informó el periódico, mientras que
«Francia está considerando enviar instructores a Ucrania para ayudar a preparar
a los reclutas». Al parecer, se espera que la mejora de la formación
alivie el temor a la conscripción entre la población general, evitando el éxodo
preventivo de la población masculina y, presumiblemente, la aparición de más
vídeos perjudiciales de jóvenes que son atacados violentamente y metidos en
furgonetas por «reclutadores».
Aquí reside el
mensaje propagandístico clave del artículo, en el eterno espíritu de
«problema-reacción-solución». En esta narrativa, Ucrania no está perdiendo
debido a una «escasez de mano de obra» absolutamente apocalíptica, sino
porque los soldados restantes no están recibiendo suficiente formación militar
occidental. Si esto aumentara considerablemente, y la OTAN se viera
arrastrada aún más –y abiertamente– a la guerra por poderes, la marea, hasta
ahora irreversible, podría cambiar. Posiblemente. Así que vamos a ver.
Seguramente no
es casualidad que en los últimos meses se haya murmurado mucho sobre la
posibilidad de despliegues militares occidentales formales en Ucrania. La sugerencia
inicial en marzo del presidente francés Emmanuel Macron de enviar 30.000
soldados a Odessa fue rechazada enérgicamente por el portavoz adjunto de la
Duma Estatal rusa Pyotr Tolstoy, quien prometió que las fuerzas de Moscú
simplemente «matarían a todos los soldados franceses que llegaran al
territorio de Ucrania». Tal acción representaría una clara violación de las
líneas rojas del Kremlin.
Así pues,
parece que la estrategia consiste en introducir lenta pero firmemente una
presencia occidental formal en Ucrania, en forma de «asesores» e
instructores. Los jefes políticos bálticos han instado abiertamente al
entrenamiento en el país por parte de miembros de la OTAN, alegando que ello no
representaría una escalada. Después, el 31 de mayo, el secretario de la OTAN,
Jens Stoltenberg, prometió que la alianza, en adelante, «desempeñaría un
mayor papel de coordinación en el suministro de equipo y entrenamiento», y
apoyaría financiera y militarmente a Kiev «cada año, durante el tiempo que
sea necesario».
Sólo dos días
después, el Washington Post publicó su anuncio de
entrenamiento de soldados ucranianos. No hay que olvidar nunca que, en el
panorama de los medios de comunicación dominantes, fuertemente controlados, las
coincidencias son algo realmente muy raro.
Traducción del
bolivariano Observatorio de trabajadores en lucha
Fuente
original: Al Mayadeen
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