El declive de la
UE derivado de la guerra en Ucrania es ya algo evidente y que nadie discute.
Alemania, antaño líder de la economía europea, está pagando cara su
supeditación a la hegemonía USA. Y nada parece indicar que las cosas vayan a
irle mejor mañana.
Alemania, víctima colateral
El Viejo Topo
13 abril, 2024
Según lo publicado en el Berliner Zeitung. el desmantelamiento de la industria alemana desde 2022 es un daño colateral en la guerra geopolítica de Estados Unidos para aislar a China, Rusia y los países cuya creciente prosperidad y autosuficiencia se considera un desafío inaceptable a la hegemonía estadounidense.
Para prepararse
para lo que promete ser una lucha larga y costosa, los estrategas
estadounidenses tomaron una medida preventiva en 2022 para alejar a Europa de
sus relaciones comerciales y de inversión con Rusia. De hecho, pidieron a
Alemania que se suicidara industrialmente y se convirtiera en dependiente de
Estados Unidos. Eso convirtió a Alemania en el primer y más inmediato objetivo
de la Nueva Guerra Fría de Estados Unidos.
Al asumir el
cargo en enero de 2021, Joe Biden y los servicios de seguridad nacional
declararon que China era el enemigo número uno de Estados Unidos y consideraban
su éxito económico una amenaza existencial a la hegemonía
estadounidense. Para evitar la inversión europea en China, mientras
construía su propia defensa militar, el equipo de Biden buscó encerrar a Europa
en la órbita económica de Estados Unidos como parte de una campaña para aislar
a la República Popular China y a sus partidarios, con la esperanza que esto
perturbaría sus economías. creando presión para que los países abandonaran la
creación de un nuevo orden económico multipolar.Esta estrategia requirió
sanciones comerciales europeas contra Rusia y medidas similares para bloquear
el comercio con China a fin de evitar que Europa fuera arrastrada a la
emergente esfera de prosperidad mutua centrada en China.
Para prepararse
para la guerra entre Estados Unidos y China, los estrategas estadounidenses
intentaron bloquear la capacidad de China de recibir apoyo militar ruso. El
plan era drenar el poder militar de Rusia armando a Ucrania y arrastrar a Rusia
a una lucha sangrienta que podría provocar un cambio de régimen. La
esperanza poco realista era que los votantes resentirían la guerra, como
sucedió con la guerra en Afganistán que había contribuido al fin de la Unión
Soviética.
En este caso,
podrían reemplazar a Putin por líderes oligárquicos locales dispuestos a
aplicar políticas neoliberales pro-estadounidenses similares a las del régimen
de Yeltsin. El efecto ha sido todo el contrario. Los votantes rusos han
hecho lo que haría cualquier población atacada: se han unido en torno a Putin.
Y las sanciones occidentales han obligado a Rusia y China a volverse más
autosuficientes.
Este plan
estadounidense para una Nueva Guerra Fría global tenía un problema. La economía
alemana disfrutaba de prosperidad exportando productos industriales a Rusia e
invirtiendo en el mercado postsoviético, mientras importaba gas ruso y otras
materias primas a precios internacionales relativamente bajos. Es
axiomático que, en condiciones normales, la diplomacia internacional responde
al interés nacional. El problema para los guerreros estadounidenses era cómo
persuadir a los líderes alemanes para que tomaran la decisión antieconómica de
abandonar su rentable comercio con Rusia.
La solución fue
fomentar la guerra con Rusia en Ucrania e incitar a la rusofobia para
justificar la imposición de una amplia gama de sanciones que bloquearan el
comercio europeo con Rusia.El resultado ha sido encerrar a Alemania, Francia y
otros países en una relación de dependencia de Estados Unidos.
Los
estadounidenses utilizan las sanciones comerciales y financieras patrocinadas
por la OTAN con un doble lenguaje orwelliano; mientras Europa se ha “liberado”
de la dependencia del gas ruso, los países de la UE se han vista obligados a
importar gas natural licuado (GNL) estadounidense a precios tres o cuatro veces
superiores. Al despojarse de su vínculos comerciales con Rusia los
alemanes no tienen otra alternativa que trasladar algunas de sus principales
empresas industriales a Estados Unidos (incluso a China) para obtener el gas
necesario para producir manufacturas y productos químicos.Unirse a la guerra en
Ucrania también ha llevado a Europa a agotar sus reservas militares. Ahora se
la está presionando para que recurra a proveedores estadounidenses para
rearmarse, con equipos que no han funcionado bien en Ucrania.
Los
funcionarios estadounidenses están promoviendo la fantasía de que Rusia puede
invadir Europa occidental. El propósito no es sólo rearmar a Europa con armas
estadounidenses sino que Rusia se agote a medida que aumente su gasto militar
en respuesta al millonario presupuesto de la OTAN. En Occidente se ha
impuesto la negativa a ver la política de Rusia como defensiva, una defensa
contra la amenaza de la OTAN que ahora está planificando cómo intensificar los
ataques para apoderarse de la base naval rusa de Crimea, en pos del sueño de
dividir Rusia.
La realidad es
que Rusia ha decidido girar hacia el Este como política a largo plazo. La
economía mundial se está fracturando en dos sistemas opuestos que dejan a los
alemanes atrapados en el medio, ya que su gobierno ha decidido encerrar a la
nación en el sistema unipolar estadounidense. El precio de esta decisión
de la élite alemana será mantener una hegemonía centrada en Estados Unidos y
sufrir indefectiblemente una depresión industrial. Lo que los estadounidenses
llaman “dependencia” de Rusia ha sido reemplazada por una dependencia de
proveedores estadounidenses más caros, mientras que Alemania ha perdido los
mercados rusos y asiáticos.
El costo de
esta elección es enorme. Esta acabando con el empleo y la producción
industriales alemanes, que ha sido durante mucho tiempo un importante respaldo
para el tipo de cambio de la eurozona. Si esto sigue así el futuro de la UE
parece dirigirse a una tendencia descendente irremediable. Hasta ahora, el
perdedor en la Nueva Guerra Fría de Estados Unidos han sido Alemania y el resto
de Europa.
Lo que los
alemanes se están preguntando ahora mismo: ¿Valdrá la pena el vasallaje
económico a Estados Unidos? ¿Valdrá la pena perder los mercados mundiales de
más rápido crecimiento de los países emergentes por este vasallaje económico?
Fuente: Observatorio de la crisis.
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