75 años de la OTAN, belicismo
y fracaso
Diario octubre / abril 7, 2024
La narrativa hegemónica ligada al conflicto en Europa Oriental insiste en
afirmar que la guerra de Ucrania es el primer conflicto militar en el que
participa la OTAN luego de la II Guerra Mundial...
La Organización del Atlántico Norte, OTAN, recordó esta semana su 75 aniversario, mientras implementa una guerra proxy contra Rusia, a través de Ucrania. Dicha confrontación se lleva a cabo desde mucho antes que se iniciara la Operación Especial emprendida por la Federación Rusa en 2022. Desde la implosión de la Unión Soviética en la década del ’90, la OTAN no dejó de correr sus fronteras hacia el este, incumpliendo los compromisos asumidos por Washington y Bruselas de abstenerse de asediar y cercar a Moscú.
La OTAN, que
circunscribe al 15 por ciento de la población mundial, posee intereses
estratégicos que exceden el Atlántico Norte. Busca desmembrar al Estado más
extenso del mundo, apoderarse de sus inmensas reservas de recursos naturales e
impedir que el Sur Global construya una referencia alternativa al dominio de
Occidente con los BRICS, a partir del liderazgo económico y comercial de
Beijing y el soporte militar de Moscú.
Su planificación
actual incluye el control antártico y los pasos interoceánicos –de ahí la
reciente visita de la jefa del Comando Sur, Laura Richardson, a Tierra del
Fuego, Argentina–, el Ártico, el sudeste asiático y el continente africano.
Para debilitar al Kremlin, el máximo referente de la OTAN, Jens Stoltenberg,
trabaja en la desestabilización de los Balcanes acosando a Serbia –histórica
aliada de Moscú–, instigando a las fuerzas rusofóbicas de Georgia y exigiendo a
Moldavia que reprima los deseos secesionistas de Trasnistria, que exigen su
integración en la Federación Rusa.
La OTAN nació
en 1949 para enfrentarse a la ganadora de la II Guerra Mundial, la poderosa
URSS, que respondió en 1955 con la creación del Pacto de Varsovia, acuerdo de
cooperación militar entre los países socialistas del bloque del Este. Esta
alianza dejó de existir hace más de dos décadas, pero la OTAN, lejos de
disolverse, se amplió, yendo de los 12 países fundadores a los 32 actuales. A
principios del presente siglo, el propio Vladimir Putin solicitó el ingreso a
la OTAN y la respuesta negativa fue contundente: de esa manera quedaba claro
que la alianza militar liderada por Washington tenía como objetivo prioritario
la desintegración, fragmentación y/o debilitamiento de Rusia.
La utilización
de Ucrania como ”cabeza de playa” del cerco militar instaurado por la OTAN dejó
sin opciones a Moscú: si no se defendían -corriendo las fronteras, protegiendo
a los rusohablantes del Donbas-, los misiles imperiales terminarían
instalándose en Kiev, a 700 kilómetros de Moscú.
En febrero se
cumplieron dos años del inicio de la Operación Militar Especial y los 32
representantes ante la OTAN admiten entre bambalinas que es inevitable una
derrota militar ucraniana y el consecuente fracaso de Stoltenberg, Biden y
sobre todo la Unión Europea. El analista militar Edward Luttwak consideró, el
día del aniversario de la OTAN, que los países que integran esa alianza están
conminados a elegir entre enviar tropas a Kiev o asumir una “derrota
catastrófica”.
La narrativa
hegemónica ligada al conflicto en Europa Oriental insiste en afirmar que la
guerra de Ucrania es el primer conflicto militar en el que participa la OTAN,
luego de la finalización de la II Guerra Mundial. Sin embargo, omiten la
referencia a su intervención directa en la ex Yugoslavia. En 1999,
desconociendo los cuestionamientos de Rusia en el Consejo de Seguridad de la
ONU, la Alianza Atlántica inició un bombardeo -el 24 de marzo de 1999- en el
marco de una pretendida “intervención humanitaria”. Durante 78 días lanzaron
dos mil misiles contra 990 objetivos y arrojaron 9 mil toneladas de explosivos
contra las ciudades e infraestructuras del país, mayormente civiles. Los
ataques produjeron la muerte de 2500 personas, en su gran mayoría civiles, entre
ellos 89 niños.
Además, la
“operación humanitaria” apeló a 15 toneladas de proyectiles elaborados con
uranio empobrecido, situación que explica la proliferación, en las décadas
posteriores, de diferentes enfermedades oncológicas. Por fuera de Europa, la
OTAN “luchó contra los grupos terroristas” afganos –que inicialmente había
financiado–, invadió Irak y Siria, y arrasó con Libia. En las últimas dos
décadas –según las investigaciones difundidas por la Universidad de Brown, en
2022– las iniciativas de la OTAN produjeron la muerte de al menos 350 mil
civiles y el desplazamiento forzoso de 38 millones de personas.
En junio
próximo se llevarán a cabo las elecciones parlamentarias europeas y en
noviembre las que enfrentarán a Biden con Trump. Para cuestionar las críticas
de este último al rol de los aliados de la OTAN, Stoltenberg afirmó que “los
aliados [europeos] proporcionan (…) vastas redes de inteligencia (…), lo que
multiplica el poderío estadounidense”.
elcohetealaluna.com
/ La Haine
VÍA:lahaine.org
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