El objetivo de
Netanyahu siempre fue este: expulsar a los palestinos de la Franja. Conseguido
esto, le llegará el turno a Cisjordania. Occidente se dividirá: una parte
aplaudirá, otra mirará hacia otro lado. Palestina solo puede contar con
Hezbollah y los hutíes.
Rafah, la nueva Nakba
El Viejo Topo
19 marzo, 2024
Las condiciones
están dadas. Según publican medios estadounidenses, la administración
Biden apoya el plan Israelita para invadir la ciudad palestina de Rafah.
Netanyahu ha rechazado las propuestas de alto el fuego de Hamas. Las
negociaciones parecen haber fracasado. La situación es compleja. Supuestamente
el gobierno norteamericano habría marcado una serie de «líneas
rojas» que el Ejecutivo de Netanyahu no podría traspasar. La “protección”
de los civiles sería una de ellas.
Son sólo
palabras, en múltiples ocasiones se han puesto de manifiesto disensiones entre
los dos ejecutivos, aunque casi siempre Tel Aviv ha actuado por su cuenta. Es
una disputa cara a la galería. Israel no se ha sentido presionada. Tel Aviv
goza de inmunidad política bajo el amparo de la administración estadounidense
que cuenta, a su vez con el apoyo de la UE. Biden asume incluso el desgaste
político de imponer vetos a las resoluciones de la ONU que condenan el
genocidio. Israel por tanto no cumplirá ningún acuerdo al que no se vea
obligado por la propia resistencia. Cuenta, como carta de triunfo, el apoyo de
los donantes a la carrera presidencial de Biden.
La agresión
israelí ha provocado el éxodo forzoso de casi dos millones de personas de toda
la Franja de Gaza. Su único destino posible era la ya densamente poblada ciudad
de Rafah, cerca de la frontera con Egipto. Es, en estos momentos, la ciudad más
grande de Palestina desde el éxodo masivo de la Nakba en 1948.
El objetivo de
la invasión de Rafah es empujar a los refugiados palestinos a la zona del Sinaí
controlada por Egipto. Este país ha construido, a gran velocidad, un enorme
muro que ocupa una zona de 20 Km cuadrados, donde se crearía una nueva
cárcel a cielo abierto para los palestinos. EEUU está utilizando el gran talón
de Aquiles de Egipto para imponer esa solución. El hundimiento de la libra
egipcia en los mercados mundiales hace pocos días, incluidos los rumores sobre
un posible default financiero, “animó” a El Cairo a renegociar nuevos créditos
con el FMI e iniciar en contrapartida la construcción de la valla. Abdelfatah
El-Sisi, el presidente egipcio, estaría dispuesto a sacrificar al pueblo
palestino y a su propia población para hacerse con un trozo de ese pastel que,
como sabemos, no llegará al conjunto de la población que realmente lo necesita.
Es una partida
que se dirime entre trileros y criminales, donde las fichas son las vidas de
miles de palestinos. Biden, en época preelectoral y acuciado tanto por los
electores árabes que tienen un peso significativo en algunos estados clave como
por la presión de los donantes sionistas (los grandes financiadores de la
campaña electoral), intenta salvar la cara. Dice que envía ayuda humanitaria
vía marítima (en realidad una gota de agua en un mar de necesidad) mientras
margina a la UNRWA que había mostrado al mundo la barbarie de la ocupación.
De nuevo las
ONGS corren en “auxilio desinteresado” de los necesitados. En realidad, estas
organizaciones, de financiadas en múltiples ocasiones por criminales revestidos
de “filántropos”, ayudan a tender cortinas de humo. Como hemos visto en otras
ocasiones actúan de coartada moral para que la ciudadanía se desmovilice. La
ayuda “desinteresada” que se proporciona, en el caso que nos ocupa unas 120.000
comidas para una población de 2.200.000 de personas, traslada lo que debería
ser una denuncia política al campo de la “solidaridad naif”. En ningún momento
esta acción solidaria desnuda el hecho de que Washington, mientras habla de
paz, rellena los arsenales de Israel. Mientras la aviación norteamericana envía
harina en paracaídas, la artillería israelí toma como objetivo
esas concentraciones humanas. La prensa norteamericana lo ha titulado de
forma gráfica: “las masacres de la harina”.
Según las
fuentes, la administración Biden apoyaría un ataque a Rafah con el objetivo de
eliminar a los dirigentes de Hamás siempre y cuando se evite la invasión a gran
escala que enconaría aún más las acciones del “eje de la resistencia”. Los
huzíes del Yemen han anunciado la extensión de sus acciones militares a zonas
cada vez más amplias.
Estados Unidos
pretende evitar una escalada mayor. Sigue insistiendo sobre la necesidad de las
acciones “antiterroristas” aunque este argumento esté gastado y no preocupe a
Netanyahu. Biden siente el peso de la opinión pública tras de sí y le preocupa
su propio aislamiento político y el de su pupilo sionista.
Netanyahu, que
está perdiendo esta guerra, ha introducido un nuevo giro en el guión; declara
ahora que la «victoria» de Israel en Gaza depende de la invasión de
Rafah. Hace cinco meses, en el inicio de este genocidio, Netanyahu había
declarado esta zona como un lugar seguro. La incapacidad del ejército para
mantener el control sobre el terreno en las zonas disputadas hasta ahora le
obliga a cambiar de objetivo. El ejército israelí no es capaz de controlar las
zonas que teóricamente había “limpiado”. Los combates continúan en todas partes
de la Franja, Gaza en el norte, y Khahn Younis en el sur.
El objetivo
inicial era el aniquilamiento de la resistencia. Cinco meses después la
acumulación de bajas en el ejército provoca cada vez más disensiones
entre la cúpula militar y el ejecutivo. La guerra está siendo terriblemente
costosa en recursos humanos y financieros. Los israelitas desplazados superan
los 200.000, otros cientos de miles han sido movilizados. Decenas de miles
abandonaron el país al comienzo de las hostilidades. La economía de la Franja
norte, la más rica del país, que ahora vive bajo el asedio de los misiles de Hezbollah,
está paralizada. Los ataques yemeníes que bloquean el tráfico marítimo provocan
la parálisis de algunos puertos importantes. La inflación crece y el gobierno
de Netanyahu ha comenzado a reducir las ayudas sociales a la población
desplazada. El hundimiento del PIB en el último trimestre del 2023 alcanzó la
enorme cifra del 19,4%.
La guerra
sigue, Netanyahu parece dispuesto a incrementar la apuesta. Las sociedades
occidentales comienzan a salir de su letargo porque Gaza no es sino una parte
de la Guerra Global en la que estamos instalados. La paz ha de ser el gran reto
colectivo porque la guerra se acerca cada vez más a nuestras propias casas.
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