viernes, 8 de marzo de 2024

¡No a la guerra imperialista!

 



Ilustración: Fernando Francisco Serrano

 

¡No a la guerra imperialista!


Concha González  

HOJAS PARA EL DEBATE

 8 de marzo de 2024  

Una amplísima movilización social y política, completamente transversal que una a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, con total independencia de sus creencias y opciones políticas, podría detener el tenebroso curso actual de los acontecimientos hacia la guerra generalizada.

Emmanuel Macron, un “enarca” francés que entró en la famosa y elitista Escuela Nacional de Administración a la quinta tentativa (de donde le puede venir sarcásticamente lo de “enarca” y un creérselo como si fuera Napoleón le Petit, a juicio de los que le critican sus avatares personales y políticos) se ha lanzado a representar teatralmente la ocurrencia de meternos en una guerra mundial.

A tal fin, “aunque no hay consenso”, dice, ha reunido en su palacio a una veintena de países aliados en una conferencia de apoyo a Ucrania ante el “endurecimiento de Rusia”, recordando que hace dos años se hablaba de “mandar cascos y ropa militar” y hoy son “misiles y tanques”. Se hará “todo lo necesario para que Rusia no gane la guerra” añadió.

Según el rotativo El Confidencial, Macron indicó en esta conferencia que «hoy no existe un consenso para enviar de forma oficial, asumida y decidida fuerzas terrestres (a Ucrania), pero nada debe excluirse. Haremos todo lo necesario para que Rusia no pueda ganar esta guerra».

Francia nunca había mencionado esta opción y es la primera vez que el eventual envío de tropas de países europeos a Ucrania se debate tan abiertamente, indica el Diario.es.

CNN resalta que Macron señaló en este cónclave que las democracias occidentales han aumentado gradualmente su apoyo a niveles impensables cuando comenzó la guerra. Destacó el ejemplo de Alemania, que ofreció cascos y sacos de dormir a Kiev al comienzo del conflicto y ahora dice que es necesario hacer más para suministrar al país misiles y tanques. «Las personas que hoy dijeron ‘nunca jamás’ fueron las mismas que dijeron nunca jamás aviones, nunca jamás misiles de largo alcance, nunca jamás camiones. Todo eso lo dijeron hace dos años», afirmó el presidente francés. «Tenemos que ser humildes y darnos cuenta de que siempre hemos llegado con un retraso de seis a ocho meses».

El mensaje de Macron se acompañó con las declaraciones del ministro francés de Exteriores, Stéphane Sejourné, que quiso matizar las declaraciones de aquél: «No sería enviar soldados para entrar en combate», sino tropas para labores en la retaguardia como «desminado, ciberdefensa o producción de armamento» y sin «superar el umbral de beligerancia.» Con sus aclaraciones, Sejourné confirmaba así la existencia de esos planes de despliegue de personal militar europeo en Ucrania. Una alternativa que no excluye, como indicó el primer ministro eslovaco, Robert Fico, que varios miembros de la OTAN y de la Unión Europea estén considerando la posibilidad de enviar soldados a Ucrania de forma bilateral, lo que implica que varios Estados miembros de la OTAN y de la UE estén sopesando esa posibilidad.

Junto a estas declaraciones centradas en el rearme militar de la UE, el propósito de enviar tropas a Ucrania y la entrega de misiles de medio y largo alcance para golpear dentro de las fronteras de la Federación de Rusia, otros dirigentes de la UE se desmarcaron en principio.

Olaf Scholz ha descartado por ahora el suministro de los misiles Taurus de largo recorrido, así como el envío de tropas a Ucrania, lo que no ha sido óbice para que participase en un operativo militar para destruir el puente de Crimea, que ha sido revelado mediante una transcripción íntegra de las conversaciones entre militares alemanes de la Bundeswehr sobre la planificación de un ataque a esta importante vía de comunicación entre Rusia y la península de Crimea.También se han opuesto a la entrada de tropas de países europeos de la OTAN en Ucrania, según la propuesta de Macron, Robert Fico, primer ministro eslovaco, quien dijo que esta posibilidad le provocaba “escalofríos”, mientras que Petr Fiala, primer ministro checo, rechazó igualmente aquella opción. Unas manifestaciones que han sido compartidas, de entrada, por el secretario general de la alianza militar, Jens Stoltenberg.

Por su parte, la portavoz del Gobierno español, Pilar Alegría, en la rueda de prensa tras el Consejo de Ministros, manifestó que el gobierno no estaba de acuerdo con la proposición de Macron, señalando, no obstante, que lo urgente era acelerar la entrega de material militar al régimen de Zelenki.

Un día después de las declaraciones de Macron, criticado por la oposición porque no excluía la posibilidad de enviar tropas a Ucrania, el Eliseo anunció el martes siguiente que el Gobierno lo haría, en virtud del artículo 50-1 de la Constitución, mediante una declaración ante el Parlamento «relativo al acuerdo bilateral de seguridad celebrado con Ucrania», seguido de un debate y una votación. Este acuerdo de seguridad, firmado el 16 de febrero, “establece nuestro apoyo a largo plazo a Ucrania para frustrar la guerra de agresión de Rusia”, argumentó el Eliseo.

Sin embargo, todos estos dimes y diretes de los dirigentes de la UE no son más que una pantomima que forma parte de una estrategia común gradualista de empezar por colocar el debate público en la ciudadanía europea sobre la necesidad de declarar la guerra a Rusia de manera directa con tropas de los ejércitos europeos de la OTAN, la intensificación del actual proceso de rearme militar europeo y la remisión a Ucrania de sofisticados misiles de largo alcance para dirigirlos al interior de la Federación Rusa.

Europa se prepara ya para un escenario de guerra”, “Europa se pone en pie de guerra” nos indica el rotativo El País  del pasado domingo 3 de marzo. La Vanguardia en su cabecera del día siguiente dice: “Tambores de guerra” y el diario Público en su portada señala: “Rusia declarará la guerra a la OTAN si se envían tropas europeas a Ucrania”, dejando todos estas proclamas de forma clara la existencia de una estrategia, de un guión preparado de antemano, dirigido a debilitar a Rusia declarándole la guerra, y de ser posible destruir la unidad de su estado, ignorando de manera irresponsable su enorme capacidad nuclear de respuesta, que convertiría el actual tumor ucraniano en un proceso imparable de metástasis por toda Europa, extensible a todo el mundo, que dejaría no ya decenas de millones de pérdidas de vidas humanas, sino de centenares de ellas.

El seis de agosto de 1945 fue arrasada la ciudad japonesa de Hiroshima por el ejército de los EE.UU. Fueron asesinados al mismo tiempo entre 90.000 y 166.000 japoneses.

La cuestión es que Washington ha venido afirmando desde hace ya años que Rusia debía occidentalizarse. En este sentido, la subsecretaria de Estado de EE.UU., Victoria Nuland, una de los artífices del golpe de estado en Ucrania en 2014, afirmó en fecha reciente: «Esa no es la Rusia que, francamente, queríamos. Queríamos un socio que se iba a occidentalizar, que iba a ser europeo. Pero eso no es lo que Putin ha hecho». La pregunta es, ¿qué entiende Nuland por “occidentalizarse”? ¿Volverse sumisos hacia la Casa Blanca hasta el punto de dejarse destruir su propia infraestructura crítica, como hizo Alemania? ¿Subyugarse tanto que acepten sacrificar su propia economía, como hizo la Unión Europea? ¿Ejecutar políticas rusófobas, como los gobiernos bálticos? 

En realidad, todo esto nos parece la presentación del decorado de una gran farsa destinada a “normalizar” la perspectiva de la guerra desde el belicismo como doctrina y la carrera de armamentos como industria para la guerra imperialista,  un catálogo de guerras desde diferentes perspectivas y modalidades:  la ideológica, la económica, la psicológica y (por supuesto) la militar.

Por eso los medios de difusión de la desinformación han cumplido sobradamente con la obligación de crear toda la confusión posible sobre el tema y nos ofrecen la ocasión de repasar el listado de las palabras claves que van intoxicando la necesaria comprensión de lo que pasa y de lo por-venir. Permitámonos la atenta lectura de un listado de titulares de prensa y de ideas fuerza para entrar razonadamente en materia.

El tema es: envío de tropas de la UE a Ucrania. Las noticias redactadas por los periódicos, antes reseñadas, son muy jugosas de forma y fondo.

Lo primero que te meten entre cejas es que Europa está aliada frente a Rusia, que seguiremos apoyando a Kiev y lo justificamos porque “Rusia está endureciendo sus posiciones” y hay temor de que Moscú “pueda atacar en un futuro próximo a otros países”. Fíjense cómo son los rusos de malos y nosotros de precavidos que ya “hemos sufrido ciberataques y, en paralelo, el consenso colectivo de los países presentes en esta conferencia es que, de aquí a unos años, hay que preparase por si Rusia ataca a dichos países”.

El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, va de cínico: «Gracias al apoyo de Europa hemos salvado millones de vidas, sabíamos que Putin puede ampliar su agresión a otros países».

Otra de las ideas (ahora empezamos con el rearme militar y la financiación de la guerra imperialista) lanzadas durante la reunión es la emisión común de deuda para sufragar la ayuda militar a Ucrania, así como crear una coalición para enviar armas de largo alcance.

La Unión Europea emprendió hace años el camino de la militarización. La guerra de Ucrania ha acentuado esta tendencia, a la que ha sumado un proceso creciente de rearme y aumento del gasto militar en los países miembros de la Unión. Presupuestos de guerra en lugar de presupuestos sociales. Uno de los pilares de esta senda de militarización es el programa de financiación de proyectos de investigación y desarrollo militares que lleva por nombre Fondo Europeo de Defensa (FED).

La primera convocatoria de subvenciones del FED se abrió en 2021 y los resultados se publicaron en enero de 2023. Se destinaron a esa primera convocatoria 1.166 millones de euros. La segunda convocatoria del FED se abrió de junio a noviembre de 2022 y los resultados se publicaron en junio de 2023. Contará con un presupuesto de 832 millones. El FED está destinado a proyectos de aviones de combate, tanques y navíos de última generación, así como alerta temprana de base espacial para combate naval, terrestre y aéreo. También promoverá tecnologías disruptivas.

Las universidades y centros de investigación españoles participan en estos proyectos militares, como las Universidades de Murcia, de Alcalá y la Politécnica de Madrid. Se han incorporado la Universidad de Oviedo, la Universidad Pública de Navarra y la Universitat Politècnica de València.

“Incrementemos no solo el gasto en armas, sino también la producción de armamento”, afirmó el primer ministro en funciones de Países Bajos, Mark Rutte, y favorito a suceder al noruego Jens Stoltenberg como secretario general de la OTAN.

De proyecto de paz a potencia militar: la UE ya destina desde 2017 miles de millones a su rearme, indica el diario Infolibre.

Desde 2017, añade este rotativo, la UE ha lanzado hasta cinco programas o estructuras para financiar proyectos de defensa.

El primer programa de la UE se llamó Acción Preparatoria para la Investigación en materia de Defensa (PADR, por sus siglas en inglés), con un presupuesto de 90 millones de euros a repartir en tres años (2017-2019).  El segundo programa era más ambicioso, 480 millones en dos años (2019-2020), “para fomentar la cooperación entre empresas y Estados miembros en el desarrollo de productos o tecnologías de defensa”, con el nombre de Programa Europeo de Desarrollo Industrial en materia de Defensa (EDIDP). Finalmente, la UE puso en marcha el Fondo Europeo de Defensa (EDF), una “iniciativa para apoyar proyectos colaborativos de investigación y desarrollo en el ámbito de la defensa y para fomentar una base industrial de defensa innovadora y competitiva”. Su presupuesto para el periodo 2021-2027 asciende a 7.900 millones de euros.

Las otras dos fuentes de ingresos procedentes de la UE para la industria militar son la Cooperación Estructurada Permanente (PESCO) y el Fondo Europeo de Apoyo a la “Paz”(EPF) con un presupuesto de 5.700 millones de euros para el periodo 2021-2027.

La UE gastó 2.800 millones de euros en “defensa y seguridad”, mientras que en el periodo de 2021 a 2027 alcanzará los 19.500 millones. Siete veces más.

En esta escalada al rearme militar, la eurodiputada alemana de Los Verdes Hannah Neumann, indica: «Para que la UE siga siendo un proyecto de paz, es importante que se convierta en un actor global en la gestión de crisis y conflictos. Desgraciadamente, tenemos que convertirnos en una potencia militar para defender la paz».

Los países europeos gastan ahora 380.000 millones de dólares en defensa, en lugar de los 230.000 millones en 2014, el año de la reintegración de Crimea a Rusia, teniendo en cuenta que en los últimos nueve años, desde 2014, los Estados europeos, además de Canadá, han aumentado sus presupuestos militares en nada menos que 600.000 millones de euros, y que en 2024 la mayoría de los países de la OTAN destinarán al menos el 2% a defensa, con Polonia ya casi en el 4% y la Alemania del canciller Scholz destinando ya 100.000 millones de euros a defensa.

El diario Público se hace eco el pasado 6 de marzo de la decisión de la Comisión Europea (CE) de aportar 1.500 millones de euros para impulsar la industria militar, aumentar la producción mediante ventajas fiscales o compras conjuntas como la posibilidad de exenciones del IVA y un proyecto piloto de un mecanismo europeo de ventas militares.

La UE ha entregado 28.000 millones de euros en ayuda desde el inicio de la guerra de Ucrania. En el caso concreto de Francia, prevé dar a Ucrania 3.000 millones de euros este año en ayudas, que se suman a los 2.000 millones del año pasado y los 1.700 del precedente.

París también insiste en la necesidad de que haya una producción de armamento propia en Europa, no sólo por la situación actual en el terreno en Ucrania, sino por la “defensa de la soberanía” europea, para que “no dependa” de EEUU. El 60% de las aportaciones desembolsadas en el fondo europeo de la “paz” fueron para comprar equipamiento estadounidense.

En este contexto de escalada, y cuando Kiev sufre militarmente, París quiere que no cunda el desánimo y traslada el mensaje a Moscú de que la alianza europea se refuerza, “no flaquea”: “No estamos cansados y estamos determinados a parar la agresión de Rusia; Putin no logrará una victoria en Ucrania”, señalan desde el Elíseo.

Nuestro experto en armamento moral no habla de mandar tropas: “La unidad sigue siendo nuestra mejor arma frene a Putin”, ha señalado Pedro Sánchez.

Es decir, que las armas puedan llegar al terreno y puedan usarse. “No es solo cuestión de dinero, sino de eficacia”, insisten. Varios países, como Francia, Alemania e Italia, han firmado acuerdos bilaterales con Kiev en las últimas semanas.

En resumen, aparentemente hoy no existe un consenso para enviar de forma oficial, asumida y decidida fuerzas terrestres (a Ucrania) pero nada debe excluirse. Macron ha convertido esta hipótesis, solo con nombrarla, en un escenario verosímil. Haremos todo lo necesario para que Rusia no pueda ganar esta guerra.

El 9 de agosto de 1.945 fue lanzada otra bomba nuclear por el ejército de EEUU en Nagasaki con el resultado de entre 39.000 a 80.000 japoneses asesinados. En la actualidad, las bombas nucleares tienen una potencia superior en 3.000 veces a las que fueron lanzadas contra las dos ciudades japonesas.

Occidente está garantizando su seguridad colectiva, “la de hoy y la de mañana”. Para ello, anunció el acuerdo para establecer una coalición de países para discutir el suministro de misiles y bombas de largo alcance a Ucrania. Alguien se acordó del latinajo “si vis pacem para bellum”.

Por cierto, los fabricantes de armas en la UE no han conseguido aumentar la producción lo suficientemente rápido como para afrontar la escasez de municiones. En uno de los momentos más complicados de la guerra de Ucrania, Macron cambió de opinión después de meses y abrió la puerta a realizar compras de emergencia de artillería a países que no formen parte de la UE.

La medida refleja la determinación de los países europeos de aumentar las ayudas para Kiev, sobre todo en un momento en el que crecen los temores a un conflicto mayor entre Rusia, la UE y la OTAN. Por cierto, los rusos aconsejan que los países de la Alianza deberían valorar si la escalada con Rusia “corresponde a sus intereses y los intereses de sus pueblos”. En Alemania han recibido el recado: “Me sorprende que algunas personas ni siquiera se percaten de ello, que ni siquiera piensen si lo que estamos haciendo podría llevarnos a participar en la guerra”, dijo Scholz.

“La derrota de Rusia es indispensable para la seguridad y la estabilidad de Europa”, dijo Macron, e indicó que, frente al incremento de la agresividad rusa, tanto en suelo ucraniano como contra el resto de los aliados europeos, “no se puede esperar” a dar una respuesta y asumió una “ambigüedad medida” sobre el envío de tropas.

Con 60.000 millones en fondos estadounidenses para Ucrania retenidos por los republicanos en el Congreso, la carga se ha trasladado a Europa para ayudar a armar a Ucrania en su intento de doblegar al ejército de la Federación Rusa.

Debe, además, incluirse a Suecia.

 Por su parte, la OTAN se ha unido para dar la bienvenida a Suecia en un proceso de rearme militar en Europa frente a Rusia. Desde un punto de vista estratégico la OTAN completa así su despliegue en la región báltica. Y Rusia declarará la guerra a la OTAN si se envían tropas europeas a Ucrania.

Gracias a su superior capacidad armamentística y a su mayor contingente militar, Rusia se ha ido imponiendo en el campo de batalla. Ha frustrado la contraofensiva lanzada por el Ejército ucraniano en junio pasado, ha hecho impenetrable la línea del frente con más de mil kilómetros de minas, búnkeres y posiciones de artillería, y ha tomado emblemáticos bastiones como Bakhmut o, hace pocos días, Avdivka.

El Ejército ruso continúa su lento, pero inexorable, avance. Solo en lo que va de 2024 ha ocupado más de 300 kilómetros cuadrados de territorio ucraniano, según apuntó este martes el ministro de Defensa de Rusia, Serguéi Shoigú.

Macron y otros líderes europeos han reiterado hasta la saciedad en París que Rusia no puede ganar la guerra de Ucrania. Pero es lo que está ocurriendo y Europa poco puede hacer al respecto, salvo dejar de enviar armamento a países en guerra, propiciar un alto el fuego y la apertura de negociaciones para lograr una paz razonable  y justa antes de que las cosas vayan a peor, como ya empiezan a reclamar algunos países europeos. Ni los tanques de última generación ni los sistemas antimisiles ni los cohetes de largo alcance enviados por Occidente han servido para recobrar una parte significativa del casi 20% de Ucrania ocupada por Rusia.

La situación bélica en Ucrania ciertamente es muy complicada y la retórica no sirve para cargar los cañones ni los sistemas de misiles justo cuando la carencia de munición es más acuciante para el Ejército ucraniano

Ni siquiera la aprobación por la UE de un presupuesto para cuatro años de 50.000 millones de euros destinados a Ucrania sirve de mucho a corto plazo. El mayor proveedor de armas del Ejército ucraniano, Estados Unidos, tiene congelado en el Congreso un plan especial de entrega de 60.000 millones de dólares para Ucrania, con el opositor Partido Republicano abogando de forma abierta por el relegamiento de ese conflicto a un segundo plano.

No todo el mundo en Europa está dispuesto a tirarse sin frenos por la cuesta de la confrontación con Rusia y a entrar en “una escalada de tensión” sin “un plan de paz coherente” para una guerra ya “sin sentido”.

El problema es la naturaleza belicista del imperialismo que no está dispuesto a perder su hegemonía frente a un venidero mundo multipolar que agrupa a la mayoría de la población del planeta asentada en un vasto territorio, y que cuenta con todos los recursos y materias primas y una tecnología propia para su específico desarrollo, lo que convertiría al dólar en una moneda marginal y harían inútiles el régimen de sanciones contra los países que luchan hoy por su emancipación social, económica y política que imponen hoy el Pentágono y le siguen los dirigentes de la UE. El imperialismo necesita la guerra y los gobiernos europeos se muestran incapaces de sostener una estrategia de neutralidad activa en favor de la paz. ¿Vamos a esperar a que nuestros hijos (y nuestras hijas) reciban las correspondientes citaciones del ejército para incorporarse a filas? Nos quieren llevar a un escenario apocalíptico. Una amplísima movilización social y política, completamente transversal que una a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, con total independencia de sus creencias y opciones políticas, podría detener el tenebroso curso actual de los acontecimientos hacia la guerra generalizada.

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