¿Las tropas de la OTAN podrían
desplegarse en Ucrania?… Pero, si ya están allí y los están matando
DIARIO OCTUBRE / marzo 2, 2024
Las ideas de Macron sobre el envío de tropas terrestres de la OTAN a
Ucrania pueden ser rechazadas en público por ahora. Pero la dinámica inexorable
de la última década indica que la idea bien podría convertirse en realidad en
breve.
El presidente francés, Emmanuel Macron, causó furor esta semana al
especular que las tropas de la OTAN podrían terminar desplegadas en Ucrania. Lo
que no dijo es que los soldados de la OTAN han estado actuando en Ucrania
durante más de una década, por eso hace dos años estalló la guerra en ese país.
Fue cómico –si
no patético– ver al líder francés hablar fuera de turno, tratando de proyectar
una imagen de tipo duro con sus delirios de grandeza, como si fuera Napoleón o
De Gaulle reencarnado.
Macron hinchó
su pecho juvenil y declaró que Rusia “no debe ganar la guerra en Ucrania”; y
sugirió que para evitar ese supuesto resultado terrible, los soldados
occidentales recibirían órdenes para entrar en el conflicto. (Obsérvese la
arrogancia desenfrenada y cómo la lógica de tales afirmaciones falsas no se
explica ni justifica ni remotamente).
Sin embargo,
inmediatamente sus homólogos estadounidenses y europeos se opusieron a estas
declaraciones de Macron y se apresuraron a negar su apoyo a la idea del Presidente
francés de desplegar batallones de la OTAN. En especial, los británicos y
polacos, normalmente de línea dura, rechazaron rápidamente la propuesta
francesa.
El canciller
alemán, Olaf Scholz, estuvo particularmente ansioso por repudiar las vagas palabras
de Macron sobre las tropas. Herr Scholz dijo que no habría soldados alemanes ni
de la OTAN yendo a Ucrania.
El jefe de la
OTAN, Jens Stoltenberg, que normalmente promete ayuda militar ilimitada a
Ucrania, también rechazó públicamente la idea de Macron: la alianza, dijo, no
enviaría tropas para luchar en Ucrania.
Por su parte,
Rusia advirtió que cualquier despliegue de un contingentede la OTAN en Ucrania
significaría que la guerra por poderes se convertiría inevitablemente en una
guerra más amplia. En su discurso sobre el estado de la
nación de esta semana, el presidente ruso Vladimir Putin sugirió que si
sucediera algo como lo propuesto por Macron la OTAN terminaría como el
Tercer Reich y Napoleón. Putin también advirtió que la escalada de la
participación directa de la OTAN en el combate correría el riesgo de incitar
una conflagración nuclear.
Por un lado, el
furor desatado por Macron le salió por la culata . La inmediata reacción de
rechazos de los aliados de la OTAN lo dejó expuesto y como un tonto. Más como
un general de hojalata que un tipo duro.
Por otro lado,
si bien Macron podría haber parecido aislado por ahora, sus comentarios apuntan
a la preocupante dinámica de escalada de la OTAN desde el golpe de estado
respaldado por la CIA en Kiev en 2014.
La OTAN ha
estado armando y entrenando vigorosamente al régimen neonazi que se instaló en
Kiev desde 2014. De hecho Jens Stoltenberg y otros altos funcionarios de la
OTAN han admitido abiertamente esa participación de fondo.
Al admitir la
presencia de la OTAN en Ucrania durante la última década, se corrobora las
razones que ha esgrimido Rusia al explicar porqué se vio obligada a lanzar su
intervención militar hace dos años.
Por supuesto,
las potencias occidentales y sus serviles medios de comunicación nunca llegarán
tan lejos como para admitir esta realidad. Prefieren adoptar una posición
hipócrita, afirmando que la acción militar de Rusia fue una “agresión no
provocada”.
Aun Macron haya
sido desmentido por sus socios , la experiencia nos enseña que los políticos
occidentales presentan ideas controvertidas como globos sondas que
aparentemente rechazan de plano, pero que son adoptadas no mucho más tarde.
Como señaló Macron, hace sólo dos años Alemania y otras naciones de la OTAN se
mostraban reacias a enviar equipo militar más allá de cascos y sacos de dormir.
Ahora esas mismas entidades han enviado tanques al campo de batalla y misiles
antiaéreos y están debatiendo el envío de armas de largo alcance para atacar
profundamente en territorio ruso.
El presidente
estadounidense, Joe Biden, comentó una vez la inviabilidad de suministrar
aviones de combate a Ucrania “porque eso significaría iniciar la Tercera Guerra
Mundial”.
Bueno, Biden
terminó dando su consentimiento al suministro de F-16 y el Secretario de la
OTAN, acaba de,afirma que estos aviones de combate podrían usarse para atacar
objetivos rusos profundos.
En otras
palabras, las ideas de Macron sobre el envío de tropas terrestres de la OTAN a
Ucrania pueden ser rechazadas en público por ahora. Pero la dinámica inexorable
de la última década indica que la idea bien podría convertirse en realidad en
breve.
La
participación de la OTAN en Ucrania es una cuña estratégica para atacar, debilitar
y eventualmente vencer a Rusia. Lo que comienza como una pequeña cantidad de
asesores militares inevitablemente se convierte en una contingencia mayor.
El personal
militar de la OTAN ya se encuentra en Ucrania y lo ha estado desde al menos
2014, cuando comenzaron a entrenar a las brigadas neonazis para aterrorizar a
las poblaciones étnicas rusas en Crimea, Donbass y Novorossiya.
Muchos de estos
soldados están desplegados extraoficialmente como mercenarios o como guardias
de seguridad para los diplomáticos de la OTAN.
Numerosos
informes dan fe de la presencia de tropas de la OTAN en Ucrania de una forma u
otra.
Un ataque aéreo
ruso cerca de Jarkov en enero pasado mató al menos a 60 oficiales militares
franceses que, según informes, actuaban
como contratistas privados. Otros informes han citado hasta 50 militares
estadounidenses muertos en combate sirviendo en Ucrania.
Se estima que
hasta 20.000 efectivos extranjeros se han unido a los llamados “legionarios
internacionales” que luchan del lado del régimen de Kiev contra las fuerzas
rusas. Una suposición justa es que la mayoría de estos soldados de fortuna son
tropas de la OTAN temporalmente “con licencia”.
El alemán
Scholz dejó salir el gato de la bolsa esta semana cuando dijo que se oponía al
envío de misiles Taurus de largo alcance a Ucrania porque eso significaría el
despliegue de tropas alemanas para ayudar a operar las armas. Scholz reveló sin
darse cuenta que los británicos y los franceses ya habían enviado fuerzas
especiales para ayudar con sus sistemas de misiles, Storm Shadow y Scalp,
respectivamente.
Lo mismo puede
decirse de los sistemas de artillería HIMARS y Patriot suministrados por
Estados Unidos y que se han utilizado para atacar centros civiles en Donetsk y
otras ciudades rusas. No hay manera que los soldados ucranianos estén operando
estas armas sofisticadas sin la ayuda de tropas estadounidenses en el terreno.
También se sabe
que las fuerzas estadounidenses, británicas y de otras países de la OTAN
están proporcionando vigilancia y logística
para permitir ataques ucranianos en el Mar Negro contra buques de la marina
rusa y bases en Crimea.
Recientemente
un funcionario de defensa europeo anónimo declaró esta semana al Financial
Times en relación a las declaraciones de Macron: «Todo el mundo sabe que
hay fuerzas especiales occidentales en Ucrania; simplemente no lo han
reconocido oficialmente».
Teniendo en
cuenta las armas ofensivas introducidas en Ucrania por la OTAN (por un valor de
entre 100 y 200 mil millones de dólares) para atacar a Rusia, así como los
miles de soldados desplegados allí desde las naciones de la OTAN, es más bien
un asunto académico especular sobre el futuro despliegue de fuerzas terrestres.
El hecho es que la OTAN ya está en guerra con Rusia.
En realidad,
estamos hablando de una diferencia de grado relativamente leve. Eso es lo que
hace que la situación sea tan peligrosa y abismal. Rusia tiene razón al señalar
el peligro que este conflicto se convierta en una catástrofe nuclear para todo
el planeta. Y, sin embargo, deplorablemente, cuando el Presidente ruso vuelve a
advertir de este peligro, los estúpidos medios occidentales inmediatamente
acusan a Putin de “hacer ruido de sables nucleares”.
La única
limitación que impide una catástrofe planetaria es el formidable arsenal
nuclear e hipersónico de Rusia que la camarilla imperial occidental sabe que no
puede superar. De hecho, los belicistas occidentales son los más vulnerables.
Son una
vergüenza y un grave error histórico los llamados que están haciendo los
líderes occidentales. Su mendaz comportamiento y desprecio por los tratados y
la ley está empujando al mundo al borde del abismo.
El problema,
como señaló Putin, es que estas decadentes “líderes” occidentales no tienen
humanidad ni experiencia personal de sufrimiento y, por lo tanto, no conocen la
empatía. Son sociópatas condenados por sus fallidos sistemas políticos, y se
ven obligados a iniciar guerras como una forma de intentar salvar sus propias y
patéticas carreras.
FUENTE: Revista de la fundación “Strategic Culture”
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