Rusia es culpable: la
Audiencia Nacional funciona igual que una revista del corazón
DIARIO OCTUBRE / febrero 1, 2024
Diego
Herchhoren.— El control del discurso público, ese que permite
convencer a la población de que hay que odiar al oprimido y amar al opresor, es
el botín de guerra en la sociedad del espectáculo. Se dice que el parlamento
español es un espectáculo, en palabras de Guy Debord, pero pocas veces se
analiza el espectáculo que es la Audiencia Nacional.
Cuando se hace
periodismo basura, ese que se limita a cortar y pegar fuentes ajenas, se
termina transmitiendo un recorte de la realidad interesado, e interesado por el
dueño de la cabecera que lo publica. La Audiencia Nacional funciona igual.
Los fundamentos
de las decisiones de los juzgados de instrucción que tienen sede en el tribunal
especial madrileño se elaboran normalmente fuera del tribunal. El trabajo del
juez que lo dicta consiste solamente en transcribir lo que la Guardia Civil o
la Policía (o el CNI) le han proporcionado. Y funciona como una empresa
periodística: cuanto más difusión tenga más premio tiene el redactor en cuanto
a fama, promoción interna y reputación. La historia de la Audiencia está llena
de estrellas: desde Baltasar Garzón, uno de los más destacados, a otros como
Eloy Velasco o el juez Santiago Pedraz, cuya fama como juez le ha proporcionado
fama como pintor.
Muchas veces
hay que explicar a la gente que la Audiencia Nacional no investiga nada, pues
esa tarea está delegada en los cuerpos policiales. Sin embargo, de lo que sí se
ha dotado en los últimos años a este tribunal es de poderosos equipos de prensa
que están dispuestos a generar contenidos judiciales que alimenten a los medios
de comunicación de masas. De hecho, tiene una oficina de prensa propia, que
entrega a los periodistas afines aquella información que a los instructores de
una causa les puede interesar que se ventile.
Estos jueces se
entrenan en el manejo periodístico, conocen sus tiempos y ansiedades, sus
ritmos, sus vicios, y por allí filtran sus contenidos. Son las famosas fuentes
policiales que sirven para todo y que por supuesto no se cuestionan.
No son fake news, porque es información oficial que proviene ni más
ni menos de la Audiencia Nacional, aunque luego los imputados terminen
absueltos años más tarde porque todo era eso: fuentes policiales.
Para la
Audiencia Nacional producir información policial es barato y rentable. Aparte
de que con ella se justifica socialmente su existencia (sorprendería a
cualquier ciudadano medio el nivel de sobredotación de recursos del tribunal
haciendo una mera visita a cualquiera de sus dependencias), con el sello de la
Audiencia se puede justificar prácticamente todo. Y si el enemigo es Rusia,
pues mejor. Basta con que un agente de policía se siente en el ordenador a
redactar un atestado con todas sus ideaciones antirrusas para que todo ello sea
portada.
Y qué mejor que
reclutar a agentes neonazis para esa tarea, como vamos a ver. Y es que la
publicación de determinadas historias y su amplificación hasta el vómito
proyecta una escala de valores sobre la sociedad.
Cuando los
autores de la información redactan un informe con sello oficial en el que
indican que existe una amenaza rusa contra España, y el nombre de tan sesuda
investigación toma el nombre de una batalla protagonizada por la División Azul
(Batalla de Volhov), en apoyo del ejército nazi en 1941, podemos entender que
los valores que pretende establecer son los de una cierta «comprensión» por
parte de los agentes de la Guardia Civil hacia el ideario nazi, que como todo
el mundo sabe también fue víctima de la amenaza rusa.
Cualquiera que
haya observado con detenimiento las ríos de tinta sobre la mano de Putin en el
independentismo catalán de los últimos días, indudablemente habrá podido
extraer la conclusión de que todo son «fuentes policiales». Al igual que en la
prensa rosa, el rumoreo y el sensacionalismo también forman parte de la
práctica judicial de la Audiencia Nacional.
A nadie se le
puede escapar que la elección de cuáles hechos merecen espacio informativo para
la oficina de prensa del tribunal y cuáles no nunca es ingenua, sino que es
política. La Audiencia Nacional tiene también una línea editorial. Desde la
selección de los hechos que se ofrece a los periodistas acreditados, hasta el
sesgo que se elige al distribuirlos.
Y este tribunal
es un mero productor privilegiado de información (si es que se le puede llamar
eso) que tiene la facultad legal de imputar y encarcelar para fabricar
noticias. O dicho de otra manera, un búnker siniestro e inquisitorial cuyo
trabajo es imponer a sangre y fuego que lo «oficial» y lo «real» deben ser
sinónimos. Y gracias a los autos del juez García-Castellón hoy muchos
habitantes peninsulares pensarán que Rusia es una amenaza para España, por lo
que el éxito de su empresa es indudable.
FUENTE: mpr21.info
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