En 1977 Paco
Fernández Buey publicó este Conocer Lenin y su obra que hoy recupera El Viejo
Topo con ocasión del centenario de la muerte del gran revolucionario ruso. Paco
Fdez. Buey incluyó en él la breve introducción que reproducimos aquí.
Conocer Lenin
El Viejo Topo
21 enero, 2024
La
emancipación de los trabajadores en la Rusia de principios de este siglo
exigía una afirmación de la voluntad colectiva de cambio mayor aún, si cabe,
que en los países de la Europa occidental. La vida y la obra de Vladímir
Ilích Ulyánov fue en gran medida fruto de esa voluntad colectiva de
transformación de un régimen autocrático y a la vez elemento catalizador del
deseo para su conversión en una estrategia rectamente dirigida hacia el
objetivo de la toma del poder político por el proletariado industrial. En la
exclusiva dedicación a la política revolucionaria que fue su vida desde 1894
hasta 1923 hubo una preocupación central, una verdadera pasión: elevar la
consciencia de la clase más oprimida de aquella sociedad y organizarla.
Esa pasión
tuvo, como es natural, diferentes fases, conoció diversos giros y se
enriqueció con el conocimiento no solo del movimiento obrero ruso sino
también del de otras varias nacionalidades europeas. A la extensión de esas
fases y a la importancia de los diferentes giros en la vida de Lenin se hace
referencia con cierto detalle en los seis capítulos en que se ha estructurado
este libro. Pero por encima del interés del estudio de esos giros y de los
varios matices que en ellos es posible encontrar, se ha puesto aquí el
énfasis en lo que se considera como el hilo conductor de su pensamiento: el
análisis de la naturaleza de la revolución rusa y la vinculación de esta con
las revoluciones europeas. Pues Lenin ha sido uno de los revolucionarios
marxistas que más en serio se tomó la tantas veces repetida afirmación
marxiana de que los obreros no tienen patria.
En el caso de
Lenin, además, la preocupación por vincular la revolución rusa a las
revoluciones de la Europa occidental no fue cosmopolitismo intelectual de
literato incapaz de comprender los sufrimientos y las necesidades de la clase
obrera del país de origen, sino verdadero internacionalismo. Por eso muchos
años después de la revolución de octubre de 1917 el estudio de su obra sigue
siendo obligado para todo aquel que sienta la necesidad de la emancipación de
los trabajadores y que esté dispuesto a luchar contra la explotación de
clase. Y ello pese a que la historia siguió un curso distinto en gran manera
al que preveía el autor de El estado y la revolución.
Por paradójico
que pueda parecer, la combinación de estos dos hechos, a saber, el que las
cosas se desarrollaran después de 1917 de manera distinta a la prevista en la
teoría, y la orientación internacionalista de toda la obra de Lenin, da a
muchas páginas de esta una nueva actualidad en la Europa occidental.
Pero para
recuperar a Lenin, para comprender lo que de universal hay en su obra y para
valorar con verdad la actualidad de su pensamiento político también en la
Europa occidental, hay que desprenderse al mismo tiempo del talante laudatorio
y embalsamatorio de los varios “leninismos” que se impusieron a su muerte. Esto
implica tener presente en todo momento que su obra, incluida aquella parte de
la misma escrita como presidente del consejo de los comisarios del pueblo de la
república soviética, fue esencialmente una obra polémica, nada sistemática;
una obra, por tanto, cuyo conjunto es complejo y en el que para conocer cada
pieza es preciso saber la fecha en que fue redactada, el debate que la originó
y hasta la personalidad del contradictor o de los contradictores del momento.
Desde ese punto
de vista, recuperar a Lenin hoy quiere decir sobre todo añadir a la
autocrítica del último Lenin, parcialmente distanciado del ejercicio del
poder, la autocrítica del leninismo.