La guerra de Gaza ha
acelerado la cooperación entre los gigantes del Sur Global que se resisten al
conflicto respaldado por Occidente. Juntos, los BRICS liderado por Rusia y el
Eje de la Resistencia liderado por Irán pueden dar forma a un Asia Occidental libre
de Estados Unidos.
Los BRICS y el Eje de Resistencia
El Viejo Topo
17 diciembre,
2023
La semana
pasada, el presidente ruso Vladimir Putin hizo una notable parada en los
Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí para reunirse, respectivamente, con el
presidente emiratí Mohammad bin Zayed (MbZ) y el príncipe heredero saudí
Mohammad bin Salman (MbS) antes de volar de regreso a Moscú para reunirse con
el presidente iraní Ebrahim Raisi.
Los tres temas
clave de las tres reuniones, confirmados por fuentes diplomáticas, fueron Gaza,
la OPEP+ y la expansión de los BRICS. Por supuesto, están interrelacionados.
La asociación estratégica
Rusia-Irán se está desarrollando a una velocidad vertiginosa, junto con
Rusia-Arabia Saudí (especialmente en lo relativo a la OPEP+) y Rusia-Emiratos
(inversiones). Esto ya está provocando cambios drásticos en la interconexión de
defensa en toda Asia Occidental. Las implicaciones a largo plazo para Israel,
mucho más allá de la tragedia de Gaza, son graves.
Putin le dijo a
Raisi algo extraordinario a muchos niveles: «Cuando sobrevolaba Irán, quería
aterrizar en Teherán y reunirme con usted. Pero me informaron de que usted
quería visitar Moscú. Las relaciones entre nuestros países están creciendo
rápidamente. Por favor, transmita mis mejores deseos al Líder Supremo, que
apoya nuestras relaciones».
La referencia
de Putin a «sobrevolar Irán» conecta directamente con cuatro Sukhoi Su-35
armados volando en formación, escoltando al avión presidencial a lo largo de
4.000 km (si se mide en línea recta) desde Moscú a Abu Dhabi, sin aterrizaje ni
repostaje.
Como han
señalado todos los analistas militares atónitos, un F-35 estadounidense es
capaz de volar como mucho 2.500 km sin repostar. Sin embargo, el elemento más
importante es que tanto MbZ como MbS autorizaron la escolta de los Su-35 rusos
sobre su territorio, algo extremadamente inusual en los círculos diplomáticos.
Y eso nos lleva
a la conclusión clave. Con un solo movimiento en el tablero aéreo, agravado por
la posterior jugada decisiva con Raisi, Moscú cumplió cuatro tareas:
Putin demostró
–gráficamente hablando– que ésta es una nueva Asia Occidental en la que el
hegemón estadounidense es un actor secundario; destruyó el mito político
neoconservador del «aislamiento» ruso; demostró una amplia supremacía militar;
y por último, a medida que se acerca el inicio de la presidencia rusa de los
BRICS, demostró que conserva todas sus cartas geopolíticas y geoeconómicas
cruciales.
MATARLOS, PERO SUAVEMENTE
Los cinco BRICS
originales –encabezados por la asociación estratégica Rusia-China– abrirán sus
puertas a tres grandes potencias de Asia Occidental: Irán, Arabia Saudí y
Emiratos Árabes Unidos, el 1 de enero de 2024. Su adhesión a la potencia
multipolar ofrece a estos países una plataforma excepcional para ampliar sus
mercados, y es probable que vaya acompañada de una oleada de inversiones e
intercambios tecnológicos.
El sofisticado
juego a largo plazo entre Rusia y China está conduciendo a un cambio completo y
tectónico en la geoeconomía y la geopolítica de Asia Occidental.
El liderazgo
del BRICS 10 –considerando que el undécimo miembro, Argentina, por el momento,
es un comodín en el mejor de los casos– tiene incluso el potencial, bajo una
presidencia rusa, de convertirse en una contraparte eficaz de la desdentada
ONU.
Y esto nos
lleva a la compleja interacción entre los BRICS y el Eje de la Resistencia.
En un
principio, había motivos para sospechar que la condena anodina del genocidio de
Gaza por parte de la Liga Árabe y la Organización de Cooperación Islámica (OCI)
era un signo de cobardía.
Sin embargo,
una nueva valoración puede revelar que todo evoluciona orgánicamente cuando se
trata de la intersección de la Gran Imagen diseñada por el difunto comandante
de la Fuerza Quds iraní, el general Qassem Soleimani, con la meticulosa microplanificación
del líder de Hamás en Gaza, Yahya Sinwar, que conoce al dedillo la mentalidad
israelí y ha considerado al detalle su devastadora respuesta militar.
Podría decirse
que el foco más incandescente de los debates mantenidos en Moscú estos últimos
días es que podríamos estar acercándonos al punto en el que «una señal»
desencadenará una respuesta concertada del Eje de la Resistencia.
Por el momento,
lo que tenemos son ataques esporádicos: Hezbolá destruyendo las torres de
comunicaciones de Israel que dan a la frontera sur del Líbano, las fuerzas de
resistencia iraquíes atacando bases estadounidenses en Irak y Siria, y
Ansarallah de Yemen bloqueando concretamente el Mar Rojo para los barcos
israelíes. Todo eso no forma una ofensiva concertada y coordinada… todavía.
Y eso
explicaría la desesperación dentro de la administración Biden en Washington,
completa con rumores de que necesita que Israel termine el Plan Gaza entre
Navidad y principios de enero. No sólo la óptica global del asalto a Gaza se ha
vuelto horriblemente insostenible, sino que, sobre todo, una campaña militar
más prolongada aumenta dramáticamente la probabilidad de una «señal» al Eje de
la Resistencia.
Y eso
desembocará en el fin de todos los elaborados planes del Hegemón para Asia Occidental.
Los objetivos
geopolíticos del sionismo son bastante claros: restablecer su aura de dominio
autoconstruida en Asia Occidental y mantener un control constante sobre la
política exterior y la alianza militar de Estados Unidos.
La depravación
es un componente clave para lograr estos objetivos. Es tan fácil bombardear,
bombardear e incendiar objetivos civiles ultrablandos, incluidos miles de
mujeres y niños, convirtiendo Gaza en un vasto cementerio, mientras el Club de
la Carga del Hombre Blanco insta a las fuerzas de ocupación israelíes a
matarlos, por supuesto, pero más silenciosamente.
A continuación,
la atlantista tóxica y presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen,
ofrece sobornos, en persona, a los dirigentes de Egipto y Jordania –10.000
millones de dólares a El Cairo y 5.000 millones a Ammán–, según han confirmado
diplomáticos de Bruselas. Esa es la alucinante solución de la UE para detener
el genocidio de Gaza.
Todo lo que
tendrían que hacer el presidente egipcio Abdel Fattah el-Sisi y el rey jordano
Abdullah bin al-Hussein es «facilitar» el éxodo forzoso y la Limpieza Étnica
Final de Gaza hacia sus respectivos territorios.
Porque el
objetivo escatológico del sionismo sigue siendo una Solución Final sin diluir,
pase lo que pase en el campo de batalla. Y, por supuesto, como sugiere la
operación Inundación de Al-Aqsa del 7 de octubre dirigida por Hamás, destruir
la mezquita islámica de Al-Aqsa de Jerusalén y construir un Tercer Templo judío
sobre sus cenizas.
Qué ocurre cuando llega «la señal»
Así que lo que
tenemos es esencialmente el plan de Emigración-o-Aniquilación del Primer
Ministro israelí Benjamin Netanyahu –frente al que el veterano experto en Asia
Occidental Alastair Crooke ha acuñado memorablemente como «Sykes-Picot ha
muerto». Esa frase significa que la inclusión árabe e iraní en los BRICS
acabará reescribiendo las reglas en Asia Occidental, en detrimento del proyecto
sionista.
Existe incluso
una fuerte posibilidad de que esta vez los crímenes de guerra certificados de
Israel en Gaza sean juzgados, ya que los palestinos, los árabes y las naciones
de mayoría musulmana, con el pleno apoyo de los BRICS, forman una comisión
reconocida por el Sur Global para llevar a Tel Aviv y a sus fuerzas armadas
ante los tribunales.
Olvídense de la
mancillada CPI, servil como sigue siendo al Orden Basado en Reglas del Hegemón.
Los BRICS ayudarán a devolver el derecho internacional al primer plano de la
escena mundial, como se pretendía cuando nació la ONU en 1945, antes de que
fuera castrada.
El genocidio de
Gaza también está obligando a todas las latitudes a lo largo del Sur Global a
ser más inclusivas, como al ahondar en la sabiduría de nuestra común y
entrelazada historia premoderna. Toda persona con conciencia se ha visto
obligada a escarbar profundamente en sí misma para encontrar explicaciones a lo
inexcusable. En este sentido, ahora todos somos palestinos.
Tal y como
están las cosas, ninguna potencia –occidente porque lo rechaza; los BRICS y el
Sur Global porque aún no han hecho su juego– ha sido capaz de detener una
Solución Final dirigida por una ideología racista y etnocentrista.
Sin embargo,
esto también abre la sorprendente posibilidad de que ninguna potencia sea lo
suficientemente fuerte como para detener al Eje de la Resistencia cuando llegue
la «señal» de bajar el telón del Proyecto Sionista. Para entonces, el Eje
tendrá un imperativo moral supremo, reconocido, incluso urgido, por las
poblaciones de todo el mundo.
Así que en eso
estamos ahora: evaluando la incandescente simetría entre impotencia e
imperativo. El punto muerto se romperá –quizás antes de lo que todos esperamos.
Eso evoca una
comparación con un punto muerto anterior. El estancamiento actual entre una
versión perversa y cutre de la «civilización» hebraica y el nacionalismo
islámico emergente –llamémoslo «islam civilizacional»– refleja el punto en el
que nos encontrábamos en diciembre de 2021, cuando los tratados propuestos por
Rusia sobre la «indivisibilidad de la seguridad» fueron rechazados por
Washington. En retrospectiva, esa fue la última oportunidad para una salida
pacífica al enfrentamiento entre el Heartland y el Rimland.
El Hegemón la
rechazó. Rusia hizo su jugada y aceleró exponencialmente el declive de la
Hegemonía.
La canción
sigue siendo la misma, desde las estepas del Donbás hasta los campos
petrolíferos de Asia Occidental. ¿Cómo puede el Sur Global multipolar –cada vez
más representado por los BRICS ampliados– gestionar un Occidente imperialista
furioso, temeroso y fuera de control que se asoma al abismo del colapso moral,
político y financiero?
Fuente: The Cradle.
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