El “Maidán español”
Hojas
de Debate
Pero
seguramente, todos estos llamamientos se quedan cortos ante la ingeniosidad de
altoparlantes como Esteban González Pons, que ha llegado a decir que: «la
revolución pacífica y democrática de los españoles está en marcha, solo queda
que alguien le ponga nombre, pero para mí hoy ha sido el Maidán español».
La Derecha
extrema del PP y la más extrema derecha de Vox llevan una temporada
ofreciéndonos vistosos cánticos coreados con agresiones a periodistas y a los
agentes de policía que deben controlar a los manifestantes.
De paso, y como novedad, dedican improperios a Felipe de Borbón, como si la
Monarquía no hubiese disfrutado de todos los avales de la Derecha y cantan lo
de “Soy español”, con música de Kalinka, como si pertenecieran a los coros del Ejército Rojo. Aunque cantan peor.
El repertorio
completo de estas masas cantoras y gritonas abarca un rancio muestrario de
lugares comunes y vulgares que cuadran con sus discursos, podridos por saltarse
la fecha de caducidad.
Son estrategias propagandísticas que cultivan insuperables contradicciones
entre la invocación a la democracia, la libertad, la protesta pacífica, y los
significativos excesos verbales y gestuales que son dignos de ser tomados en
cuenta por si, además de corresponder a una patología de la exasperación
celtibérica, intolerante con quienes no piensen como yo, son el resultado de
una campaña de desestabilización emocional. Manuel Rivas opina que «los que arengan estas manifestaciones no tienen cara de haber
leído el Quijote».
Vomitan
insultos y opiniones plagadas de excesos tanto cuando parece que quieren
declarar su amor a España (volvemos a Kalinka) como cuando criminalizan a los
que no comparten la cerrazón ideológica ni los planteamientos políticos de
estos españoles que son a la vez unitarios y excluyentes.
El caso es que
han abundado las proclamas altisonantes. Entre ellas está la clásica sobre lo
de “verter nuestra sangre por España”, vocación que siempre me intranquiliza
porque tengo claro a quién le toca ser el donante.
Otra frase que llama la atención es cuando después de hablar de democracia,
de libertad de expresión y de manifestación pacífica, nos aseguran que van a
devolver golpe por golpe. Como ha escrito Manuel Rivas: «Se utiliza el lenguaje para pavimentar el odio». Y
Santiago sigue cerrando España.
También tenemos
lo de enviar mensajes a los cuarteles para recordarles su deber y derecho a
defender la Patria. Y de paso, el anuncio apocalíptico, con aires de
tragedia pompeyana, del inminente hundimiento del país, sus instituciones y sus
habitantes. Menos mal que la lista Forbes nos asegura que algunos españoles tienen
fondos para aguantar la catástrofe sanchista.
Todo ello
mezclado machaconamente para que recibamos una impresión de amenaza
difícilmente eludible que nos exige volver al redil de la España Eterna en
calidad de bovinos sin ley de Bienestar Animal que nos proteja.
Pero seguramente, todos estos llamamientos se quedan cortos ante la
ingeniosidad de altoparlantes como Esteban González Pons, que ha llegado a
decir que: «la revolución pacífica y democrática de los españoles está en
marcha, solo queda que alguien le ponga nombre, pero para mí hoy ha sido el
Maidán español».
Ocurrente el
buen señor, pero olvidadizo de lo que fue aquello: un golpe de estado que
comenzó con una matanza de manifestantes de la que se acusó al presidente
Viktor Yanukóvich, aunque posteriormente un tribunal ucraniano sentenció que
los 49 manifestantes muertos y 157 heridos del Maidán fueron atacados por
francotiradores en edificios y áreas controladas por activistas
antigubernamentales.
A ver quién le
advierte a don Esteban que la comparación que deja caer, por si cuela, entre el
golpe de Estado en Ucrania y una manifestación del PP resulta inconveniente e
indeseable. Primero por dar ideas antidemocráticas para demostrar la
oposición al Gobierno (cuando se realice la investidura, que Sánchez no es un
nasciturus) y, finalmente, porque tampoco nos seduce lo de echar cuentas para
averiguar quién, qué y cuántos golpes tendría que devolver la Derecha para
arreglar lo de “su” España.
Para los que no
se hubieran enterado de lo que fue y significó lo del Maidán, sepan que
González Pons lo asume como una revolución pacífica y democrática. No hay duda:
Pons es español, español, español. Y desafina.
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