En la vida
política está a la vista que algo falla. Wilders, Milei, Meloni… ¿Quién les
vota? Pues los barrios obreros y la juventud. ¿No da eso que pensar? ¿Por qué
las izquierdas han desconectado de ellos –o ellos de la izquierda? ¿Por qué,
por qué, por qué?
Un viaje a ninguna parte
El Viejo Atípico
29 noviembre, 2023
“Quien no
impulsa un cambio y no consigue llevarlo a cabo, deja abierta la puerta para
que otros lo intenten”. Esta frase creo habérsela escuchado a un loro que,
desde su estaca, observaba a un grupo de amigos que a menudo se reunían a
platicar sobre la “coyuntura”, mientras bebían vino y masticaban aceitunas. Las
ilusiones se pierden —como en la novela— si lo que se promete no se traduce en
realizaciones que se puedan ver, tocar y gozar. Esto vale para la izquierda
como para la derecha.
Vivimos en un
tiempo testimonial. Aprendo más del testimonio de la gente que sale a buscarse
el pan cada día, que de la cantaleta de un político al uso. Me impresiona más
el relato de un tipo que sonó́ toda la vida con un gran golpe que le sacara de
la pobreza, que la lectura de un mamotreto sobre los derechos humanos. Por eso
soy fiel oyente de Radio Ambulante y El Hilo, el galardonado
podcast dirigido por Daniel Alarcón, que narra historias latinoamericanas,
revelaciones de gente que hace o le hacen. El capítulo Un padre, un
hijo y un abismo: el ascenso de Javier Milei en Argentina, vale más que los
miles de artículos y tertulias que tratan de explicar lo ocurrido en el país de
Diego Maradona el pasado domingo 19 de noviembre.
Lo que está
viviendo Argentina ya pasó en otras latitudes: Johnson en el Reino Unido,
Trump en Estados Unidos, Bolsonaro en Brasil o Meloni en Italia. Un viaje a
ninguna parte. Johnson dejó a Inglaterra con la peor inflación del siglo, la
infraestructura ferroviaria y sanitaria por los suelos, facturas de servicios
por los cielos y huelgas por montones. No quiero volver más a Londres, me
comentó una amiga que fue allí́ de paseo. Bolsonaro permitió́ la destrucción
de la selva amazónica para favorecer a empresarios codiciosos, provocó el
aislamiento internacional de Brasil y legó a Lula una economía frágil como el
tobillo derecho de Neymar Júnior. La suerte de Donald Trump depende de los
cuatro juicios que tiene pendientes en los tribunales de los Estados Unidos por
hechos ocurridos durante su presidencia. A la señora Georgia Meloni le ha
tocado tragarse la cháchara que volcó́ contra la inmigración cuando el
empresariado italiano le exigió́ mano de obra extracomunitaria para que la
tercera economía de Europa no pierda competitividad.
Cuando el señor
Milei se hunda en las aguas de la realidad argentina, entenderá́ que el
histrionismo es útil para el teatro, pero superfluo a la hora de enderezar la economía
de un país que lleva décadas ensayando formulas erráticas. En Argentina el promedio
de un ministro de economía al frente de su cartera es de trece meses. En el último
medio siglo se han probado decenas de modelos económicos. Ningún gobierno ha
dado con la tecla que permita sacar del hoyo al país. Economistas de diversa índole
coinciden en que fue Jorge Videla, dictador de Argentina, el catalizador de la
crisis endémica que padece la tierra de Borges, Sábato y Cortázar. Milei prometió́,
a gritos, arreglar al país. No lo creo.
La ultraderecha
continental, incluyendo a la lagarterana colombiana, corea el nombre de Milei.
Cualquier bufón vale con tal de atravesarse como un palo en la rueda del
progreso y la democracia. Cuando la izquierda olvida a sus electores, caza
peleas innecesarias y asume el gobierno como un fin, y no como un medio al
servicio de la gente, cava su propia tumba.
“El voto
razonado es un espejismo”, concluyó el loro cuando los amigos se fueron. Sobre
la mesa quedaron las botellas de vino vacías y los huesos de las aceitunas.
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