La
incursión que trastocó Medio Oriente
Publicado el 11 de noviembre de 2023 /
Por Otros medios / KAOSENLARED
Por Claudio Katz
Los bombardeos de Israel en
Gaza están consumando uno de los mayores crímenes de la historia contemporánea.
Incluyen hospitales, escuelas y campamentos de refugiados. Utilizan armas
desconocidas que derriten la piel, provocan quemaduras e impiden el tratamiento
a los heridos. Los pacientes son también operados sin anestesia de las atroces
consecuencias del fósforo blanco.
Ya no hay pan, queda muy
poca agua y el olor a muerte se ha expandido por el incontable número de
víctimas que yace bajo los escombros. Entre los 10.000 muertos computados hasta
el momento hay más de 3000 niños. Cada quince minutos un menor es asesinado y
muchos pequeños escriben sus nombres en las manos, para permitir su
identificación si las bombas despedazan sus cuerpos.
La tragedia se agrava por
el bloqueo al ingreso de los camiones con ayuda humanitaria. Sólo acceden a
cuentagotas al epicentro de la masacre. El grueso de la población sobrevive a
la intemperie, sin alimentos, ni atención sanitaria. Ruegan para que el próximo
misil no caiga sobre sus cabezas.
Israel perpetra con
impunidad una matanza programada. Anuncia el lugar de las descargas antes de
empezar cada ataque. Implementa el castigo contra la población civil, que otras
potencias guerreras descargaron contra multitudes indefensas. Repite en Gaza el
sufrimiento que padecieron los alemanes en Dresde y los japoneses en Hiroshima.
Estas represalias salvajes contra ciudades convertidas en campos de tiro han
sido también la norma de todos los colonialistas.
Pero lo más indignante es el
doble rasero de las principales coberturas informativas. En esas transmisiones
la vida de un niño israelí tiene un valor incalculable y la supervivencia de un
pequeño palestino es irrelevante.
Gaza se ha transformado en
un gran laboratorio de noticias falsas. Esas mentiras involucran lo ocurrido
durante el operativo de Hamas. Ocultan la condición militar una gran parte de
los israelíes caídos y que no hubo violaciones, ni decapitaciones de inocentes.
El fuego amigo proveniente del propio ejército sionista habría determinado un
alto número de fallecimientos.
La magnitud de esa
desinformación empalma con el escandaloso número de periodistas palestinos
asesinados. Basta recordar las masacres perpetradas en el pasado en Sabra,
Chatila, Yenin o Deir Yassin, para reforzar la credibilidad de las denuncias
sobre las atrocidades actuales.
La invasión a Gaza es la
cuarta desde el 2006 y extiende la Nakba que sufren los palestinos. Esa
población padece la sistemática expulsión de sus tierras por parte de un
ocupante colonial. El objetivo del despojo es vaciar toda la zona de sus
habitantes originarios, para reemplazarlos por inmigrantes de origen judío. Los
hogares de 5 millones y medio de refugiados han sido ocupados por familias
llegadas del exterior, que obtienen la ciudadanía israelí de inmediato.
Basta observar los
sucesivos mapas de ese país (1948, 1973, 2001, 2021) para constatar la
impresionante expansión de su territorio. El proyecto colonialista se
desenvuelve en forma metódica desde mitad del siglo XX en tres ámbitos
diferenciados.
El primero es Cisjordania.
En las últimas dos décadas 650.000 colonos se apropiaron del agua y las mejores
tierras de cultivo. Afianzaron esa expropiación con la construcción de una
intrincada red de muros, que fragmenta a las comunidades palestinas en pequeños
islotes incomunicados. El objetivo es anexar toda la región, confinando a los
pobladores que no escapen, a un status semejante al padecido por los indios en
las reservas fronterizas de Estado Unidos.
La segunda víctima del despojo
son los árabes-israelíes, que han quedado sometidos a un Apartheid interno muy
semejante al antecedente sudafricano. Conforman una minoría sin derechos, que
afronta desarmada la hostilidad cotidiana de sus poderosos opresores.
En el tercer segmento de la
agresión sionista impera la limpieza étnica. En Gaza se instrumenta un
meticuloso genocidio, que ha transformado a ese territorio en un campo de
concentración a cielo abierto. Las víctimas de la matanza han quedado
desprovistas de cualquier refugio alternativo.
Como Israel no logra
expulsarlos de su minúsculo territorio ha optado por los ultimarlos con
bombardeos. Antecede esas descargas por anuncios de la carnicería, sabiendo que
los habitantes del lugar tienen bloqueadas las salidas por las dos fronteras.
Las advertencias de evacuación constituyen, en realidad, una simple sentencia
de muerte.
INGENIO, HEROÍSMO Y
EVALUACIÓN POLÍTICA
El exitoso operativo de
Hamas introdujo una impactante novedad en la dramática secuencia de asesinatos
que padecen los palestinos. La sorpresa generada por esa incursión, superó con
creces el desconcierto que provocó la guerra de Yom Kippur. Con un espectacular
operativo Hamas demolió la imagen de Israel como potencia invulnerable.
La capacidad de disuasión
del aparato militar sionista quedó seriamente dañada por la hazaña que
consumaron las brigadas palestinas. Cruzaron la frontera y neutralizaron con
simples drones una sofisticada barrera informática que costó 1000 millones de
dólares. Hamas humilló a un ejército que se creía invencible y por primera vez
en décadas, logró cierta paridad inicial de bajas en los enfrentamientos con su
enemigo.
Los atacantes consiguieron
el principal objetivo de su operación, que era la captura de rehenes para
negociar la libertad de los presos palestinos. Ese logro suscitó celebraciones
masivas en el mundo árabe. También generó un gran reconocimiento de la nueva
generación de luchadores que ha surgido en Cisjordania, sobre las cenizas de la
desprestigiada Autoridad Nacional Palestina (ANP). Por un breve momento David
le ganó a Goliat y suscitó recuerdos de otras gestas admirables del
anticolonialismo (como la ofensiva vietnamita del Tet).
La prensa occidental
intenta ocultar el éxito de la increíble acción realizada por Hamas. Sus
milicianos desactivaron las cámaras de vigilancia con novedosas tácticas de
distracción y recurrieron a parapentes impulsados por ventiladores
para atacar los puestos militares. Ese ingenio completó las mejoras en el
entrenamiento y el perfeccionamiento de los túneles.
Los resistentes apelaron a
la violencia que Israel instaló como norma en Gaza. Muchos jóvenes palestinos
que ya no pueden vivir encarcelados en su ínfimo refugio, escogieron la manera
de morir en una operación heroica.
Hamas no improvisó su
incursión y atacó evaluando que el establecimiento de relaciones diplomáticas
entre Israel y Arabia Saudita conducía a la consolidación definitiva de la
ocupación sionista. Lanzó su audaz operativo para erosionar esa consagración de
la dominación colonial.
AVENTURAS QUE AMENAZAN LA
CONTRAOFENSIVA IMPERIAL
Israel espera neutralizar
al Hamas, con la misma receta que utilizó para contener a la ANP en Cisjordania
y a la comunidad árabe-israelí dentro de su territorio. Pero habrá que ver si
logra doblegar la resistencia montada por su adversario en un territorio tan
hostil. Fracasó en los intentos anteriores y debió retirar a los colonos que
desplegó en la zona.
Los sionistas intentan
precipitar una nueva Nakba hacia Egipto, pero los palestinos rechazan
acrecentar su condición de refugiados. También El Cairo resiste ese
desplazamiento, recordando el desgarro nacional que generaron esas oleadas en
Jordania y el Líbano.
Netanyahu enfrenta, además,
el gran dilema de los rehenes. Hasta el momento se ha mostrado impiadoso y sus
bombardeos provocaron la muerte de 50 de los retenidos. Su objetivo es evitar
la repetición del fulminante fracaso que afrontó en la batalla contra Hezbollah
en el 2006. Hay muchas voces críticas que alertan a Tel Aviv contra un
potencial pantano en Gaza
Existe un plan alternativo
a la irrestricta masacre que propicia Netanyahu. Es motorizado por Biden,
varios dictadores y monarcas del mundo árabe y los liberales de Israel (Barak)
con la complicidad de la ANP (Abass). Promueven la compulsiva sustitución de
Hamas por un gobierno fantasmal que perpetúe el estatus quo.
Pero el rechazo de esa
salida por parte de la derecha israelí tiende a escalar la crisis a un nivel
explosivo. Esa oposición a cualquier a compromiso con los vecinos es
consecuencia del giro reaccionario, que ha generado en Israel el avance
colonizador en Cisjordania. Los ocupantes de esa región han forjado una base
social fascista, especializada en pogroms contra los palestinos. Aspiran a
erigir un Estado judío religioso muy semejante a las teocracias islámicas.
Ese proyecto ultra
regresivo se asienta en la deshumanización estructural que impone la vigencia
de un servicio militar prolongado. Esa conscripción adoctrina y disciplina a la
población a un dispositivo criminal. La primacía del ejército es también
alimentada por una informatizada y rentable economía militar.
Con esos pilares la extrema
derecha ha logrado el sostén nacionalista de los judíos orientales, en desmedro
de la tradición laica del sionismo liberal. Es la apoyatura que utiliza
Netanyahu para intentar digitar el poder judicial, a fin de forjar un gobierno
autoritario.
Pero las enormes
manifestaciones callejeras que ya suscitó ese ensayo anticipan la reanudación
de los enfrentamientos internos, que hace varias décadas desembocaron en el
asesinato de Rabin. Si ese conflicto reaparece con más intensidad, podría
generar las mismas crisis con los colonos que afrontaron otros gobiernos de
Occidente. El virulento choque que mantuvo De Gaulle con los ultra derechistas
de la OAS -durante la independencia de Argelia- es un antecedente del conflicto
que madura en Israel.
La crisis de Gaza ya se
transformó en un problema geopolítico que obstruye la contraofensiva imperial
desplegada por Biden en Ucrania y el Mar de China. Erosiona, además, los
acuerdos de Abraham, que le permitieron a Israel establecer relaciones
diplomáticas con varios gobiernos árabes. Lo más problemático para Washington es
el alejamiento de los sauditas, porque ese distanciamiento refuerza la
aproximación de la monarquía petrolera a los BRICS, su coqueteo con China y su
evaluación de los proyectos que propician la desdolarización de economía
mundial.
Las masacres de Gaza también
amenazan el alineamiento de Egipto con Estados Unidos y obstruyen los planes de
repetir en Siria la cirugía consumada en Irak. La agresión israelí resucita
además el intento de Trump y Netanyahu de frustrar por la fuerza, la conversión
de Irán en una potencia nuclear. Tel Aviv está empeñada en impedir cualquier
desafío a su monopolio atómico regional. La ultraderecha mundial -que idolatra
a Israel- está pendiente de las próximas acciones de un referente que
convulsiona la geopolítica mundial.
CIVILES, REHENES Y
EQUIPARACIONES
El operativo de Hamas fue
un legítimo intento de corroer la prisión que Israel ha construido en torno a
Gaza. Ejerció su derecho a la resistencia armada, venciendo la resignación que
impera en la ANP.
Esa valiente actitud ha
desatado numerosas polémicas en el progresismo y la izquierda, cuya
clarificación exige recordar, ante todo, que Israel es un Estado terrorista
responsable de incontables crímenes. Por el contrario, Hamas actúa como una
organización político-militar de la resistencia palestina y no incluye los
rasgos que podrían situarla en el universo del terrorismo. Su metodología evita
ataques deliberados contra los civiles y rehúye los sacrificios individuales de
los suicidas, que se autodestruyen en las cercanías del enemigo.
Hamas cuenta con el sostén
masivo de la población y ha convalidado su primacía en las urnas. No actúa en
soledad. Su espectacular incursión fue acompañada por otras organizaciones
(Jihad, FPLP, FDLP) que aprobaron públicamente el operativo. Ese cúmulo de
evidencias confirma la raigambre de Hamas en los habitantes de Gaza y torna
ridícula su comparación con Bin Laden.
Con su operativo en la
frontera buscó tomar rehenes para viabilizar un intercambio de prisioneros. No
hay nada original, ni novedoso en esa práctica usual de la guerra. Hamas
propuso de inmediato el canje de detenidos, recordando que hasta la fecha se
han concertado 38 acuerdos de ese tipo.
La equiparación de Hamas
con Netanyahu es un frecuente error de algunos exponentes del progresismo. Retoma
el equívoco de los ¨dos demonios¨, olvidando el abismo que separa a un opresor
de un oprimido y a un Estado colonialista de un pueblo despojado. No es cierto
que ambos bandos tienen el mismo derecho a la defensa, puesto que uno de ellos
actúa como atacante. No hay equivalencia en Gaza entre victimarios y víctimas,
ni paridad en Cisjordania entre carceleros y encarcelados.
En otras evaluaciones, la
similitud entre los resistentes palestinos y la derecha israelí es justificada
señalando que ambas partes optan por la violencia, en desmedro de una solución
política. Pero se omite que Hamas acepta la solución de los dos Estados, que
los gobiernos israelíes han pulverizado para forzar la anexión de Cisjordania.
También se cuestiona que
Hamas incurra en operativos militares contra civiles, desconociendo la abismal
diferencia que en ese terreno lo separa de Israel. El número de víctimas
inocentes provocado por los milicianos palestinos es irrisorio, en comparación
con las matanzas consumadas por el Estado sionista. Además, la división entre
civiles y uniformados es muy borrosa en Israel, dada la militarización general
de la población y el mortífero protagonismo de los colonos que asumen los dos
perfiles en forma simultánea.
Algunos pensadores también
destacan que Hamas es una filial de los Hermanos Musulmanes y que actúa como
organización religioso-fundamentalista, propiciando proyectos perniciosos para
el anhelo de igualdad o democracia. Este señalamiento es cierto y contribuye a
recordar el nefasto efecto de las políticas confesionales que dividen a los
oprimidos. Ese curso puede desembocar en la gestación de Estados
teocrático-reaccionarios como el imperante en Irán. No que hay silenciar las
regresivas consecuencias de una impronta que corroe a tantas sociedades del
mundo árabe.
Pero ese negativo perfil de
Hamas no altera la legitimidad de su resistencia anticolonial. Es una las
principales organizaciones de los palestinos que confronta con la opresión
sionista. Para retomar una comparación muy señalada (pero poco
conceptualizada), en la gesta del gueto de Varsovia participaron sionistas,
socialistas, religiosos y apartidarios. Esa diversidad de militantes compartió
el mismo heroísmo y la filiación de cada resistente no fue relevante en la
batalla contra los nazis. La misma evaluación se extiende en la actualidad a
todas corrientes del universo palestino.
Algunos pensadores elogian
la bravura de Hamas, pero cuestionan la eficacia de su acción. Consideran
inútil la continuidad de la acción armada frente a un enemigo tan poderoso como
Israel. Entienden que la superioridad militar sionista es abrumadora y que
cualquier desafío en el terreno bélico está condenado al fracaso.
Curiosamente no extienden
ese tipo de contrastes a otros conflictos en curso (como Ucrania) y omiten que
Israel fue a veces derrotado (por ejemplo, en el Líbano).
En los hechos, resulta muy
difícil dirimir a priori cuáles son las batallas con posibilidades de éxito y
cuáles devendrán en apuestas pérdidas. Muy pocas voces previeron las
sorpresivas victorias que cambiaron el curso de la historia contemporánea. Los
propios dirigentes de Hamas son conscientes de la adversidad que enfrentan,
pero recuerdan que ningún pueblo elige las condiciones en que debe batallar.
También realzan como antecedentes de su propia acción, los enormes sacrificios
de los soviéticos contra los nazis, de los vietnamitas contra los marines y de
los argelinos contra las tropas francesas.
La estrategia de sustituir
la lucha armada por movilizaciones, huelgas y piquetes es también resaltada,
para lograr una confluencia con los trabajadores israelíes, en una acción común
contra los opresores de toda la región.
Pero esa convergencia
-enunciada con los patrones habituales del internacionalismo de la izquierda-
afronta serios escollos en este caso. Israel ya es una nación con
singularidades y derechos propios, pero se asienta en una plataforma sionista
que obstruye la convergencia de los oprimidos de distintas comunidades. Esa
confluencia es necesaria y posible, pero constituye tan sólo un ingrediente de
la lucha anticolonial palestina. El éxito de esa batalla requiere derrotas
militares que neutralicen el expansionismo israelí.
CAMPAÑAS, EJEMPLOS Y
PRIORIDADES
Muy pocos acontecimientos
tienen el impacto mundial de lo ocurrido en Gaza. Existe una gran sensibilidad
por la causa palestina en todos los rincones del planeta. Es una bandera que
recrea la polarización política entre la izquierda y la derecha y que empuja a
asumir pronunciamientos sin medias tintas.
Las manifestaciones
callejeras en favor de ambos bandos se multiplican creando una inusitada
variedad de escenarios. El laborismo inglés se ha quebrantado en medio de
gigantescas movilizaciones, el gobierno francés convalida las marchas sionistas
e ilegaliza su contraparte palestina. Pero la solidaridad con Gaza gana adeptos
en todas partes y los estibadores de muchos puertos se han negado a cargar
material bélico para Israel.
Es también impactante cómo
en Estados Unidos una creciente porción de la comunidad judía, exige en la
calle que los crímenes de Israel no se efectivicen en ¨nuestro nombre¨.
Reconocidos artistas e intelectuales suman su voz a la exigencia de un alto el
fuego y se acrecienta la campaña para instaurar un boicot de académicos a las
instituciones israelíes.
Las demandas inmediatas son
muy precisas. Cese inmediato de los bombardeos, ingreso irrestricto de la ayuda
humanitaria y protección de las Naciones Unidas a la población civil. Estas
exigencias realimentan la campaña BDS (boicot, desinversión y sanciones) contra
el régimen sionista, que motorizan muchas organizaciones internacionales.
Con ese tipo de acciones se
responde también al reclamo unilateral de liberar a los rehenes retenidos por
Hamas, sin considerar el correspondiente canje de prisioneros. Es completamente
sesgado formular un pedido de pacificación a un bando, ignorando la
contrapartida del otro. Israel mantiene encarcelados a un sinnúmero de civiles
mediante juicios manipulados y su maltrato a los menores palestinos supera todo
lo conocido.
El conflicto en curso
también reanima el debate sobre las soluciones de largo plazo al principal
conflicto de Medio Oriente. El contrapunto entre la fórmula de los dos Estados
con la propuesta de un sólo Estado vuelve a irrumpir, sin ningún horizonte de
concreción próxima de cualquiera de esas opciones. La expectativa de los dos
Estados quedó pulverizada por el reforzamiento de colonización luego de la
pantomima de Oslo. Pero la posibilidad de una eventual convivencia entre ambas
naciones no está excluida, si en algún momento se conquista una vuelta de
Israel a las fronteras de 1967, junto a cierta modalidad de retorno de los
refugiados.
La perspectiva opuesta de
un sólo Estado democrático y laico -que retoma la vieja bandera de la OLP y
emula el modelo sudafricano- constituye la mejor perspectiva. Pero su
factibilidad es una persistente incógnita. Por el momento lo único cierto es
que la gestación de ambas soluciones transita por la resistencia activa del
pueblo palestino. El derecho a desenvolver esa batalla por todos los medios es
el principio ordenador de cualquier escenario progresista para el Medio
Oriente.
AMÉRICA LATINA Y ARGENTINA
En América Latina se
verifica la misma tensión que en otros puntos del planeta, entre manifestantes
a favor y en contra de la causa palestina. Pero las definiciones de ciertos
gobiernos impactan fuera de la región. La decisión de Bolivia de romper
relaciones diplomáticas con Israel aporta el mejor ejemplo de la conducta a
seguir. Es el curso que sintoniza con la actitud de Cuba, Venezuela y
Nicaragua.
Con esta drástica postura
se pavimenta el camino para aislar a un régimen criminal, recreando la campaña
que contribuyó a demoler el apartheid sudafricano. La opresión de la minoría
blanca sobre la mayoría negra en África Austral, no fue quebrantada con simples
pronunciamientos de las Naciones Unidos. El Apartheid fue sepultado con
acciones de confrontación explícita, que dejaron a los racistas en total
soledad mundial. La repetición de esa fórmula contra el régimen sionista es el
sendero más efectivo para potenciar la lucha de los palestinos.
También Petro en Colombia
asumió una conducta digna, al suspender relaciones con Israel y abrir una
embajada en Ramallah. Tiene muy presente la activa participación de los
gendarmes sionistas en las matanzas perpetradas por los paramilitares del
uribismo. Por el contrario, Boric ha olvidado cómo los mercenarios israelíes
adiestraron a los gendarmes chilenos en el disparo a los ojos, durante la
revuelta del 2019. AMLO y Lula aportan ingredientes de otro tipo al postularse
como mediadores de un alto el fuego.
Por múltiples razones,
Argentina ocupa el principal lugar de la región en el conflicto de Medio
Oriente. No por casualidad es el país con más rehenes extranjeros en manos de
Hamas. Hay una elevada proporción de inmigrantes de origen judío provenientes
del Cono Sur (incluso en las zonas fronterizas).
Desde el menemismo,
Argentina quedó muy enlazada con las distintas peripecias de la confrontación
de Israel con sus vecinos. Por eso Buenos Aires fue el trágico epicentro de los
atentados a la Embajada y a la AMIA. La derecha sionista ha logrado en las
últimas décadas un inédito grado de incidencia en la política del país, a
través de numerosos personajes. El macrismo es su principal aliado y ha facilitado
la penetración del Mossad en todas las redes de los servicios de inteligencia.
El tráfico de armas ha sido un campo de gran asociación de Israel con gendarmes
y capitalistas argentinos.
Esa intensidad de las
relaciones con Tel Aviv ha salido nuevamente a flote, con los pronunciamientos
del establishment a favor de Israel. Ese favoritismo se extiende a la sesgada
cobertura que brindan los medios de comunicación de los sucesos de Gaza. Hay un
pelotón de corresponsales en un bando y una total desinformación de lo que
sucede en el campo opuesto. Los derechistas del PRO han subido la apuesta y
exigen la criminalización de las voces favorables a Palestina. Reclaman que los
defensores de esa causa sean penalizados con acusaciones de terrorismo en los
estrados judiciales.
Pero lo más indignante es
la sumisión del justicialismo al blanqueo de los crímenes de Israel. El
gobierno de Fernández navega en su habitual indeterminación, pero Massa apoya
sin ambigüedades a los responsables de la matanza en curso. Fue el más enfático
en la condena de Hamas durante los debates presidenciales y concurre a las
convocatorias de la DAIA para repetir el libreto del sionismo. En este terreno
no se diferencia de Milei.
Afortunadamente, la
respuesta del campo opuesto se afianza día tras día. Esa reacción es muy
visible en la concurrencia a las marchas que organizan las agrupaciones de
origen árabe, junto al progresismo y la izquierda. Una creciente porción de la
sociedad sintoniza con la causa palestina y expresa su admiración por la
heroica resistencia de una población, que se defiende como puede. Si la
solidaridad mundial rodea esa extraordinaria voluntad de lucha, tarde o
temprano Palestina vencerá.
RESUMEN
El expansionismo sionista
exige una limpieza étnica en el caso de Gaza. Esa política fue desafiada por un
operativo espectacular, que demolió la imagen de Israel como potencia
invulnerable. La derechización de ese país desestabiliza la contraofensiva
imperial estadounidense. Hamas ejerce su legítimo derecho a la resistencia, frente
a un Estado terrorista que actúa como agresor. La solidaridad internacional
será efectiva si supera la ambigüedad de muchos pronunciamientos.
Fuente Blog de Claudio Katz
* Imagen: Montecruz Foto.
Licencia Creative Commons CC BY-SA 4.0
DEED
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