El
destino de Ucrania estaba sellado mucho antes del fracaso de su contraofensiva
DIARIO
OCTUBRE / septiembre 5, 2023
Que los
ucranianos fueran arrojados a una batalla para la que no estaban organizados ni
entrenados jugó un gran papel en la escala de la trituradora de carne que los
consumió
Recientemente,
las Fuerzas Armadas de Ucrania fueron objeto de críticas por parte de sus
socios militares occidentales por realizar operaciones de apoyo a la
contraofensiva en curso de una manera que se desvía de la teoría operativa de
la guerra de armas combinadas.
La guerra de armas combinadas integra las
capacidades correspondientes a los diversos cuerpos (infantería, artillería,
unidades blindadas, medios aéreos, guerra electrónica, entre otros) en un único
esfuerzo que se complementa mutuamente, aumentando la eficacia y la letalidad
de las operaciones.
La teoría de la guerra de armas
combinadas que sirvió de base para el entrenamiento de las fuerzas ucranianas
por la OTAN en el periodo previo a la actual contraofensiva se fundamenta en la
doctrina actual de EEUU y la OTAN, que hace hincapié en los principios
fundamentales y en las tácticas, técnicas y procedimientos que, aplicados
correctamente, están diseñados para conseguir el resultado deseado.
Según las declaraciones a los medios de
comunicación de los oficiales militares estadounidenses y de la OTAN que habían
formado parte del entrenamiento de las fuerzas ucranianas, el Ejército
ucraniano no ha puesto en práctica las tácticas que se le habían enseñado, que
hacían hincapié en un enfoque de armas combinadas que utilizaba la potencia de
fuego para suprimir la defensa rusa mientras las unidades blindadas avanzaban
agresivamente, tratando de combinar el choque para romper las posiciones defensivas
preparadas.
De acuerdo con estos oficiales
occidentales, los ucranianos han demostrado “no prestar atención a las
perdidas”, permitiendo que las bajas de hombres y equipos ante la resistencia
rusa hicieran inútiles sus ataques, condenando al fracaso la contraofensiva.
Los ucranianos, por su parte, sostienen
que el entrenamiento en armas combinadas que recibieron se basaba en principios
doctrinales, como la necesidad de un apoyo aéreo adecuado, que Ucrania nunca
fue capaz de poner en práctica, condenando la contraofensiva al fracaso desde
el principio, y obligando a Ucrania a adaptarse a las realidades del campo de
batalla abandonando el enfoque de armas combinadas en favor de una batalla
basada en la infantería.
El hecho de que estas nuevas tácticas
hayan producido un gran número de bajas ucranianas contradice la idea de que
Ucrania se resiste a sufrir bajas. La trágica realidad es que ninguno de los
dos enfoques bélicos ha permitido a Ucrania alcanzar los ambiciosos objetivos
que se propuso al lanzar la contraofensiva. Kiev, con el apoyo de sus aliados
de la OTAN, ha acumulado suficiente capacidad militar para llevar a cabo
operaciones militares concertadas contra Rusia desde el inicio de la
contraofensiva a principios de junio, pero la realidad es que este esfuerzo es
insostenible. En resumen, Ucrania ha llegado al límite de sus fuerzas.
Aunque la situación táctica a lo largo de
la línea de contacto con Rusia fluctúa a diario, y Ucrania ha sido capaz de
conseguir algunos éxitos limitados en ciertas zonas, el costo que conllevan
estos éxitos fue tan alto que Ucrania carece no solo de la capacidad de
explotar estos, sino que corre el peligro de no poder mantener una presencia
militar a lo largo de toda la línea del frente suficiente como para frenar
cualquier operación rusa ofensiva.
Las numerosas pérdidas de Ucrania,
combinadas con el fracaso de la contraofensiva a la hora de romper incluso la
primera línea de las defensas rusas han llevado al Ejército ucraniano a
comprometer su reserva estratégica en la lucha. Esta reserva, formada por
algunas de las fuerzas mejor entrenadas y equipadas que disponen los
ucranianos, estaba destinada a explotar los avances logrados por las
operaciones ofensivas iniciales. El hecho de que la reserva estratégica se haya
comprometido para alcanzar objetivos que todas las unidades de ataque no han
logrado solo subraya la futilidad del esfuerzo ucraniano y la inevitabilidad de
su derrota final.
Debido a las pérdidas sufridas por
Ucrania en el campo de batalla en los meses anteriores al inicio de la
contraofensiva de junio (principalmente en la batalla de Artiómovsk), las
fuerzas ucranianas se vieron sometidas a una gran presión a medida que se
reorganizaban las unidades a lo largo del frente para reemplazar a las que
habían quedado debilitadas en la batalla. Al fracasar la contraofensiva se
retiraron recursos militares de otros sectores del frente para compensar las
pérdidas.
Este debilitamiento de las líneas
ucranianas brindó oportunidades a las fuerzas rusas, que lograron importantes
avances en los alrededores de Kupiansk. A medida que continúen las pérdidas
ucranianas este debilitamiento será cada vez mayor, creando lagunas en las
defensas ucranianas que podrán ser explotadas por el Ejército ruso, que cuenta
con más de 200.000 reservistas bien entrenados y equipados que aún no se han
incorporado a la batalla.
Esta relación de causa y efecto
continuará, ya que Ucrania no dispone de más reservas para reemplazar las
pérdidas en el campo de batalla que seguirán acumulándose a lo largo de toda la
línea de contacto.
Finalmente, la postura ucraniana será
insostenible, y el alto mando ucraniano se enfrentará a la realidad de que
tendrá que ordenar una retirada general a posiciones más defensivas, quizás
hasta la orilla derecha del río Dniéper, o enfrentarse a la inevitable
destrucción total de su Ejército.
El destino de Ucrania estaba sellado
mucho antes de que su contraofensiva fuera derribada por las defensas rusas.
Las raíces de la debacle militar ucraniana se encuentran en los campos de entrenamiento
de la OTAN, donde se engañó a los soldados ucranianos haciéndoles creer que el
adiestramiento que estaban recibiendo les proporcionaría una capacidad similar
a la de la OTAN en el campo de batalla. Pero el glosario de la guerra de armas
combinadas, a menos que esté unido a principios, tácticas, técnicas y
procedimientos doctrinalmente sólidos [y sobre todo del armamento necesario],
no es más que una colección de palabras carentes de significado y sustancia.
La idea fundamental detrás de la guerra
con armamento combinado es que se puede exigir más de cada arma porque sus
debilidades inherentes se cubren por las capacidades complementarias de las
otras que, cuando actúan en concierto, sirven como un multiplicador de fuerza
general, donde el colectivo es mayor que la suma de todos los componentes
individuales.
Sin embargo, si falta el escudo debido a
una aplicación inadecuada de los fundamentos doctrinales (como avanzar sin
ninguna cobertura aérea), entonces el efecto es simplemente el mismo que introducir
carne cruda en una trituradora de carne. La OTAN sabía antes de la
contraofensiva ucraniana que el entrenamiento era inadecuado para la tarea y,
sin embargo, los oficiales de entrenamiento no solo permanecieron en silencio
mientras los ucranianos a los que instruían eran conducidos por el camino a su
inevitable desaparición, sino que echaron sal en las heridas ucranianas al
afirmar que la culpa fue del alumno, no del profesor.
Mientras la operación militar especial
llega a su fase terminal, marcada por el colapso de la cohesión del Ejército
ucraniano agotado en la batalla e incapaz de reforzarse adecuadamente, uno debe
reflexionar sobre cómo la situación se había deteriorado hasta este punto para
una nación, Ucrania, que había sido beneficiaria de miles de millones de
dólares de ayuda.
Si bien la determinación y la habilidad
del Ejército ruso desempeñaron un papel importante en la configuración de los
acontecimientos actuales en el campo de batalla, el hecho que los ucranianos
fueran arrojados a una batalla para la que no estaban organizados ni entrenados
jugó un papel enorme en el alcance y la escala de la trituradora de carne que
los consumió.
Y por esto Ucrania puede culpar (y Rusia
agradecer) a la OTAN.
Sputnik / La Haine
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