Las
nuevas trampas empresariales tras la reforma laboral
Publicado el 15 de agosto de 2023 /
Por CNT
La última reforma laboral
ha tenido resultados que, pese a nuestra desconfianza en la clase política,
tenemos que calificar como positivos. La contratación indefinida ha subido del
10% habitual al 48% el pasado mes de abril. El número de contratos ha bajado en
un millón desde los dos millones que se firmaban durante un mes previo a la
reforma. Los contratos de menos de siete días se han reducido en un 38,3% desde
agosto de 2019. Pero estos datos tienen sus sombras.
1.
Se pagan menos horas de trabajo. Según las cifras
conocidas del SEPE desde enero hasta agosto el número de contratos indefinidos
a tiempo parcial se ha multiplicado por 3,5 en comparación con idéntico periodo
de 2019. Esto quiere decir que aumenta la contratación indefinida pero que las
horas trabajadas y cobradas no tienen porqué crecer. Ser indefinido no
significa no ser precario. Seguramente todas conocemos compañeras en
hostelería, conocida por el incumplimientos de contratos y horas efectivamente
trabajadas. Por otro lado, los fijos discontinuos han aumentado un 8,5%, que
son, en realidad, contratos a tiempo parcial «acumulado en el año», como dice
Miguel Ángel Malo Ocaña, profesor de Economía de la Universidad de Salamanca.
Sabremos si estos contratos son fraudulentos si estas trabajadoras vuelven a
ser llamadas a su puesto en la siguiente temporada.
2. Despidos
a coste cero dentro del periodo de prueba. El Ministerio de Trabajo ofrece
datos sobre el número de personas que piden la prestación de desempleo tras no
haber superado el periodo de prueba. De enero a julio sumaron 24.480 personas,
un 38% más que en el mismo periodo de 2021, pero aún un 23,8% por debajo de
2019. Y es necesario señalar que la última reforma no tocó las indemnizaciones
por despido. Esto supone que, en el estado español, despedir sigue siendo
relativamente barato. No existe mejor medida para garantizar la estabilidad de
los puestos de trabajo que dificultar el despido. Y una de las cosas que más lo
dificultan es encarecerlo.
3. Los
contratos temporales siguen existiendo. La modalidad de contrato de trabajo más
corta, de 7 días, está penalizada por la reforma. La solución de las empresas
ha sido pasar al siguiente tramo, de 7 a 15 días. Los contratos de entre una y
dos semanas suman 639.417, un 11% más que el año pasado y un 0,5% más que antes
de la
pandemia.
4. Se
despide los viernes y se contrata los lunes. El 1 de agosto se dieron en la
Seguridad Social 282.355 altas frente a 339.960 bajas. El último día del mes
perdieron su trabajo 320.052 personas. Cada lunes las cifras de altas y bajas
multiplican por tres las de cualquier otro día. Se sigue contratando por meses
o semanas.
5. De rebote
se lo vamos a poner más difícil a los inmigrantes. Ahora mismo solamente se
puede realizar un contrato de trabajo temporal con una duración máxima de seis
meses. Una vez finalizados, el contrato debe pasar a ser de carácter
indefinido. Para conseguir la autorización de residencia y trabajo por arraigo
social hay que contar con una oferta de empleo de duración mínima de un año.
Las ofertas temporales ya no son una opción (salvo si la actividad es
agrícola). Es obvio que este cambio supone un duro golpe para todos aquellos
que están pendientes de tramitar su residencia.
A pesar de la
última reforma, la situación de las trabajadoras en el estado español no
mejora. Con la inflación desbocada, los sueldos siguen congelados. Las
condiciones laborales solo han mejorado ligeramente.
A pesar de la última
reforma, la situación de las trabajadoras en el estado español no mejora. Con
la inflación desbocada, los sueldos siguen congelados. Las condiciones
laborales solo han mejorado ligeramente. En la novela de George Orwell ‘1984’
-que fue escrita en 1949, añado este apunte por si acaso el señor Núñez Feijóo
es lector de este periódico- aparece un sistema de lotería fraudulento con el
propósito de mantener contenta a la población. Se reparten pequeños premios,
pero nunca se reparte el ‘Gordo’. Esto mantiene a la población del estrato
inferior enganchada a la esperanza, aplaca sus deseos de rebelarse y les hace
olvidar sus miserias.
El objetivo de estas
reformas es el mismo. Nos dan pequeñas migajas del pastel y con eso consiguen
que nos calmemos. Tenemos en la Moncloa al gobierno más progresista de la
democracia, tenemos a una ministra de trabajo con carnet del Partido Comunista
y no han sido capaces de devolvernos la indemnización de 45 días. Además,
tenemos unos sindicatos negociadores (CC.OO y UGT) que parecen seguir la máxima
del despotismo ilustrado: «Todo para el pueblo, pero sin el pueblo». Ellos
consiguen pequeños avances que provocan que una gran parte de las afectadas
sigan adormecidas y agradecidas.
Tenemos en la
Moncloa al gobierno más progresista de la democracia, tenemos a una ministra de
trabajo con carnet del Partido Comunista y no han sido capaces de devolvernos
la indemnización de 45 días.
Los sindicatos combativos
como la CNT tenemos que hacer llegar el mensaje de que, con sus reformas, la
cosa no va mejor. Para algunos sí va mejor. Para la mayoría, no. Según el Laboratorio
de las Desigualdades Mundiales, el 10% de la población acumula el 76% de la
riqueza global, mientras que la mitad más pobre de la población sólo posee el
2%. En España, según la EAPN-ES, la renta agrupada del 10% más rico de la
sociedad multiplicó por 11,8 la del 10% más pobre el año pasado.
Otro frente que nos afecta:
la crisis climática. Las olas de calor y ‘filomenas’ no las sufrimos todos por
igual. El Instituto de Salud Carlos III contabilizó 360 muertes atribuibles a
las altas temperaturas en los seis primeros días de la ola de calor que afectó
al Estado español este año. Un barrendero de 60 años falleció en Vallecas. Su
hijo declaró: «Sé que era consciente de que esto le podía pasar, pero lo hacía
porque quería conseguir un contrato largo. Estoy convencido de que él no paró
de limpiar esa calle hasta que se desmayó. Pensaría que no le iban a renovar y
estaba dándolo todo con tal de demostrar que valía». Con 60 años tenía contrato
temporal. Si repasamos la historia, podemos observar que el despotismo
ilustrado, a su pesar, propició la expansión de las ideas ilustradas. Estas
ideas fueron la mecha que prendió la Revolución de 1789, que en definitiva
perseguía lo que todas las revoluciones: una sociedad más justa. Luego llegó la
toma de la Bastilla. Y luego empezaron a rodar cabezas.
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