Miembro del Coletivo
Prometeo, Rivera desarrolla aquí una breve reflexión acerca de las
consecuencias que tendría una derrota de la izquierda en las próximas
elecciones. Puro sentido común. No asaltaremos los cielos, pero no queramos
descender a los infiernos.
Derechos
El Viejo Topo
13 junio, 2023
En las pasadas
elecciones municipales del 28M estuve como apoderado de “Hacemos
Córdoba” (la confluencia que en la ciudad aglutinó a [casi] todas las
fuerzas de Izquierda) en un colegio electoral.
Como esos días
se hacen pesadísimos especialmente durante las horas de la tarde (3 a 6) a las
que nadie acude a votar, pasé un buen rato hablando con un apoderado del PP,
persona afable y cercana.
Y no, no
dedicamos ni un segundo del diálogo a la Política partidista pues viendo las
identificaciones que cada uno portábamos estaba todo dicho. Ninguno iba a
convencer al otro por lo que era una tontería desperdiciar saliva y argumentos.
Dedicamos el
rato de conversación nada sacra a hablar de “lo humano”, tal vez a rememorar
sin pretenderlo a ese “ángel fieramente humano “que nuestro
poeta Blas de Otero recorría para sacar a la luz el poder, el
amor, la esperanza/ desesperanza…
Durante el
tiempo compartido me hilvanó un relato vital en el que salió a relucir su
intensa religiosidad –al menos formal–, la preocupación por el
menor de sus hijos (“de los tuyos” me espetó) que aún no
terminaba de encauzar su vida por la precariedad de los trabajos y la angustia
que le creó durante muchos años su situación de “divorciado” hasta
que por fin pudo anular su primer matrimonio, cuando ya tenía tres hijos con su
actual pareja, en el tribunal de la Rota y así poder cumplir la promesa que le
hizo a su madre de arreglar su “vida en pecado”.
Ante la
confianza por desnudar su interior, situación que a veces es más
fácil hacer ante un desconocido que con el entorno cercano, le hice una
pregunta: “¿Pero R. tú antes de que el tribunal eclesiástico te anulara
el matrimonio, eras feliz con tu pareja e hijos? “Sí, muchísimo,
plenamente” . Tras su respuesta me permití esta reflexión.
“Mira R. a mí
aún me sorprenden –aunque a estas alturas de la película ya no debiera– las
contradicciones en las que os movéis. Mi madre lo resumía con un “niño
esos hacen lo que los curas, haz lo que yo diga, pero no lo que yo hago”.
Siempre me ha llamado poderosamente la atención el contraste entre los Derechos
que defendemos nosotros y los Valores que vosotros defendéis. Si yo ejerzo uno
de mis Derechos R. a ti no te impongo nada pero si tú legislas de acuerdo con
tus Valores me obligas a que yo también los siga aunque no quiera. Al final
construís, como ha hecho el conservadurismo español a lo largo de la Historia,
una Sociedad de pensamiento único totalmente acrítica ”.
“No comprendo
bien Juan hacia donde quieres llegar”
En los
renglones siguientes intento resumir el argumentario de la charla que siguió:
El 22 de junio
de 1981 el entonces ministro de Justicia de la Unión de Centro Democrático, Francisco
Fernández Ordoñez, impulsó la Ley del Divorcio. Desde entonces
casi 4 millones de compatriotas se han acogido al Derecho, todos de forma
voluntaria, ninguno obligado. Quien considere está unido antes
Dios y su enlace matrimonial indisoluble puede mantener inalteradas sus
creencias.
Pero claro, los
que tenemos memoria nos acordamos de una moción presentada en todos
los Ayuntamientos por la entonces Alianza Popular, germen
del actual Partido Popular, en la que se decía que “La Ley del Divorcio
atenta contra la libertad, prohíbe el matrimonio de por vida, atenta
contra los sentimientos religiosos de la gran mayoría (sic) de la población…” .
Uno de los
principales muñidores de la oposición frontal al divorcio fue el entonces
concejal del Ayuntamiento de Gijón y luego secretario general del Partido
Popular Francisco Álvarez Cascos. La misma persona que a lo
largo de su vida ha utilizado 3 veces la ley demoniaca para divorciarse. Sin
comentarios.
Lo mismo cabría
decir del derecho al aborto de la ley de 2010 que ensanchó los
3 supuestos (salud física o mental, malformación, violación) de la ley orgánica
de 1985 evitando de camino el sobrecoste que para muchas “niñas bien” tenía el
hacer un “shopping day “ por Londres para venir de regreso con
bolsas de los almacenes Harrods y sin el molesto feto. O a las
mujeres de clase trabajadora arriesgar su vida por condiciones infames. Pero
ninguna mujer ha sido obligada a abortar y puede seguir adelante con su
embarazo como quiera.
O la del matrimonio
entre personas del mismo sexo, ley de 2005 que convirtió a España en el
tercer país del mundo en aprobarla. Igualmente que con las anteriores, nadie
fue conducido al juzgado o ante el alcalde de turno con una pistola apuntándole
a la cabeza. ¿Verdad Maroto, verdad alcaldes o concejales
“marianos” de la provincia que podéis vivir vuestra relación amorosa sin el
corazón encogido porque estéis cometiendo un delito?
Podíamos seguir
ampliando el listado pero creo que el eje central de la idea ya está
desarrollado: no es lo mismo plantear unos derechos en positivo, los
que están ahí para cuando necesites utilizarlos si así lo deseas, a
plantear una legislación en negativo y prohibicionista donde
la cosmogonía totalizadora- impulsada por un fanatismo religioso que consideran
“normal” pues llevan practicándola desde hace siglos- nos impediría a la gran
mayoría de la población ejercer nuestros derechos.
Y encima cuando
cuestionas desde el raciocinio la situación y los privilegios por muy seculares
que sean, automáticamente se arrogan el papel de “perseguidos” representando el
papel de víctimas y dejándonos a nosotros el de “odiadores”.
Algo sabemos
del tema por esos comentarios que amparados en la cobardía del anonimato llegan
una y otra vez al correo del Colectivo Prometeo supurando bilis y rencor. Lo
más bonito o suave que nos desean es una fosa común en la cuneta. Del mismo
tipo que las que, para nuestra desgracia y vergüenza, aún albergan a
decenas de miles de republicanos.
¡Ya quisiéramos
nosotros sufrir una “persecución religiosa” como la que en España sufre
hoy la Iglesia Católica! Una institución a la que el Estado le entrega
anualmente más de 12 mil millones de euros (superan los dos mil las exenciones
fiscales del IBI o los gastos “para obra social y asistencial” o los 600 en
mantenimiento de patrimonio artístico e inmobiliario aunque luego las visitas a
monumentos restaurados con fondos públicos sean de pago) y a la que se le ha
permitido el latrocinio de propiedades públicas o colectivas más
importante de los dos últimos siglos a través de la Ley de
Inmatriculaciones (según los propios datos gubernamentales solo
entre 1998 y 2015 cerca de 35 mil bienes inmuebles, de
los cuales más de 30 mil se obtuvieron mediante nota simple de la certificación
eclesiástica, es decir, la Iglesia decía que era la propietaria y… a otra cosa,
mariposa).
Y así con todo:
si pedimos la aplicación de la Ley de la Memoria Histórica y
queremos darles dignidad a los restos estamos empeñados en reabrir
heridas. Si ellos canonizan y elevan a categoría de mártires a partidarios del
golpe de estado fusilados durante la Guerra Civil, estamos ante un “justo
reconocimiento”.
Demostrando
fehacientemente que no están contra la Memoria Histórica sino contra
nuestra Memoria Histórica para que solo haya una versión de los hechos
que permita el olvido y la impunidad absoluta.
Es esa la
mirada que se está imponiendo. Cuando la Sanidad o la Educación no se conciben
como un Derecho sino como un negocio, la perspectiva cambia totalmente.
Si ante crisis
como la provocada por la pandemia de Covid19 en lugar de poner a
disposición de los trabajadores los Ertes (en el pico máximo de la crisis
sanitaria, mayo de 2020, el número de beneficiarios de prestaciones
contributivas acogidos a ERTEs asociados al COVID-19 alcanzó un máximo de
2.661.878 según el ministerio de Trabajo) se hubiera recurrido
al recurso del PP en otras crisis, o sea el “sálvese quien pueda”, donde campar
a sus anchas la desprotección y la ley de la selva ¿de qué Patria estaríamos
hablando, agitadores de pulseras y banderitas?
Si en lugar de
dignificar las Pensiones y subirlas volvemos a las asistenciales a años luz del
incremento del IPC, donde la alternativa es la Caridad, eso sí con pobre a la
puerta de la Iglesia, ¿qué España estamos dibujando?
Como se habla
mucho más rápido de lo que se escribe, abreviado éste fue el intercambio de
opiniones que tuve con R. antes de despedirnos con un abrazo tras felicitarle
por los resultados –-para mi difíciles de comprender pero que salieron de las
urnas– de su partido.
Yo no culparía
a los rivales políticos porque hagan bien su trabajo de captación, aunque
vengan “dopados” por la complicidad de los medios de difusión. Yo me mosquearía
antes con los míos pues no somos capaces de difundir nuestra visión
alternativa.
No es sitio
aquí para enumerar motivos del fracaso aunque entiendo que no tener un orden
claro de prioridades o dar imagen de división ayuda.
Por ello, para
que no sigamos la línea de retroceso de las libertades y en unos meses tengamos
como paisaje político el de la España sin complejos que agita la tea mientras
nos embadurna con la brea, ese país triste y casposo del Franquismo
donde una minoría impone su visión con el silencio o la aquiescencia de la “
mayoría silenciosa”, a ver si para el 23 de Julio salimos por una vez con la
lección aprendida y la raya trazada.
Para, como en
el juego de la soga, tener muy claro donde no podemos nunca llegar a retroceder
si queremos seguir conservando o ampliando derechos colectivos, de esos que no
cayeron del cielo como las imágenes de los Cristos “Achiropitas”
(literalmente, “no realizadas manualmente”) bizantinos, sino por una lucha
constante y dura, con mucha cárcel, sacrificio y muertos sobre la mesa hasta
conseguirlos.
La marea ultra
avanza, sería una tontería negarla. Pero la pelota también está en nuestro
tejado. Como mínimo, no nos neguemos a jugar el encuentro y descender a Segunda
División sin oponer la más mínima resistencia.
Marcelino
Camacho o Julio nos
interrogarían: “¿No habéis aprendido nada?
Pues eso, a ver
si por una vez derrochamos inteligencia y generosidad y el próximo 23 de Julio
somos, entre todos y todas los que nos ubicamos en la Izquierda, capaces de
construir un dique de contención para que nuestros Derechos no se vayan por el
sumidero.
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