La posible
existencia de una nube radioactiva deambulando por el Este de Europa ha sido
ignorada o menospreciada por los medios de comunicación más importantes,
continuando en su línea de desinformar a la población.
Continúan las mentiras de Occidente sobre el uranio
empobrecido
El Viejo Topo
8 junio, 2023
¿Uranio
empobrecido? Ningún problema, según los grandes medios de comunicación,
empeñados en desmentir el comunicado del Consejo de Seguridad de la Federación
Rusa sobre una nube radiactiva que se había elevado sobre el arsenal ucraniano
de Khmelnitsky tras la destrucción de misiles británicos, con ojivas de uranio
empobrecido, almacenados allí.
Desmentidos
irresponsables si se tiene en cuenta que llegan a afirmar que, al ser el
uranio empobrecido un elemento pesado, «no puede provocar
fenómenos radiactivos en el aire» y que «el propio nombre, empobrecido,
sugiere que se trata de un material mucho menos radiactivo que el uranio. Tan
poco radiactivo como para emitir únicamente (¡sic!) rayos alfa, partículas
capaces de desplazarse sólo unos centímetros en el aire y detectables
únicamente in situ. Además, sólo son peligrosas para la salud (¡sic!) si se
ingiere o inhala su fuente«. Y a estas divagaciones hay que añadir sandeces
asombrosas, como la de Lorenzo Cremonesi, del Corriere della Sera:
«(las armas de uranio empobrecido) se utilizan en todas partes; son sólo
algunas de las muchas armas utilizadas«.
Pero, ¿es
realmente así?
Las balas de
uranio empobrecido empezaron a ser utilizadas por las tropas estadounidenses y
británicas en la Guerra del Golfo (1990-1991). Oficialmente porque sometido a
alta presión, el uranio empobrecido es pirofórico y explota en fragmentos
incandescentes (hasta 3.000 °C); es suficientemente denso y pesado para poder
perforar blindajes; es más barato que el wolframio, ya que se fabrica a partir
de residuos del refinado del uranio natural. Esta última afirmación, pregonada
por los medios de comunicación, es sencillamente ridícula si se tiene en cuenta
que el wolframio (que siempre se ha utilizado en artefactos rompebúnkeres,
es decir, de alta penetración) es barato, pirofórico (aunque
desarrolla temperaturas mucho más bajas) y tiene un gran poder de penetración.
Entonces, ¿por qué? ¿Por qué se utiliza el tóxico uranio empobrecido en lugar
del probado tungsteno?
Una respuesta
la dio Maurizio Torrealta, periodista de la RAI: el calor producido por el
uranio empobrecido no depende de la compresión a la que se somete en el momento
del impacto sino, en algunos casos, de una fisión nuclear desencadenada por esa
compresión. Así, por ejemplo, en Irak, un artefacto estadounidense de uranio
empobrecido habría desarrollado cinco kilotones «fundiendo» las paredes de
acero de un búnker subterráneo lleno de civiles. Un episodio que sin duda no
olvidan los analistas del Kremlin, teniendo en cuenta las palabras pronunciadas
por Putin sobre el posible envío de balas y misiles británicos de uranio
empobrecido a Ucrania: «...si Occidente empieza a utilizar armas con COMPONENTES
NUCLEARES, Rusia reaccionará en consecuencia«. Pero más allá de este
posible aspecto de las armas de uranio empobrecido, su propósito más
despreciable, como documenta la bien documentada Coalición Internacional para
la Prohibición de las Armas de Uranio Empobrecido, es que han sido inventadas
para condenar al territorio del Estado canalla de turno a seguir siendo un
páramo insalubre incluso cuando la agresión militar haya terminado
oficialmente. Irak ya se ha llevado la peor parte, donde, en 1991, las armas
estadounidenses de uranio empobrecido produjeron un crecimiento exponencial de
tumores y leucemias en la población y malformaciones en los niños no nacidos;
el mismo destino corrieron Yugoslavia, Somalia y Afganistán, y que mañana,
según las esperanzas de la OTAN, podrían correr también el Donbass, Crimea y
Rusia.
Mientras tanto,
en el silencio de los grandes medios de comunicación, prosigue la batalla para
hacer justicia a los numerosos militares italianos víctimas (8.000 enfermos,
400 muertos) del uranio empobrecido utilizado, sobre todo, en Kosovo. Sobre
este asunto, un artículo verdaderamente esclarecedor
arroja luz sobre el papel desempeñado por el entonces ministro de Defensa para
encubrirlo todo, a costa de negar la evidencia. ¿Adivinan quién fue?
Fuente: el antidiplomático.
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