Estos comicios,
con la abstención más elevada de España, han estado determinados por el
retroceso del voto independentista, cuyo principal damnificado ha sido ERC, el
ascenso del PSC y la entrada de VOX en los ayuntamientos del área metropolitana.
Catalunya tras las municipales del 2023
El Viejo Topo
5 junio, 2023
Mientras en el
resto de España el PSOE experimentaba un serio quebranto de su poder municipal
y autonómico, que ha obligado a Pedro Sánchez a adelantar las generales, en
Catalunya el PSC conseguía uno de sus mejores resultados en los últimos años.
Un fenómeno complejo que no tiene una explicación sencilla, pero que se enmarca
en la recomposición de los espacios políticos tras las turbulencias de la
década procesista que destruyó el sistema de partidos catalán del pujolismo.
El análisis de
los resultados electorales y los efectos políticos del 28 de mayo de 2023 en
Catalunya requiere distinguir entre tres espacios políticos: independentismo
(Junts, ERC y CUP), izquierda (con) federalista (PSC y Comuns), derecha
españolista (Cs, PP y VOX) y tres ámbitos geográficos: Catalunya interior, área
metropolitana y ciudad de Barcelona, donde se concentran todas las
contradicciones.
El primer dato
para destacar radica en el incremento en casi diez puntos de la abstención
(44,4%) respecto a las municipales del 2019. La mayor de todas las Comunidades
Autónomas y un 8,4% superior al resto de España, que fue del 36%. Ahora bien,
en esto se ha producido una novedad significativa respecto a anteriores
comicios locales. La abstención solía ser sensiblemente superior en los barrios
obreros y castellanohablantes de los barrios de la Catalunya metropolitana que
en los distritos de las clases medias catalanohablantes de las ciudades del
área metropolitana y de la Catalunya interior donde se imponen los partidos
nacionalistas/independentistas. Este comportamiento se ha modificado y la
abstención también afecta con dureza a estos distritos. Por ejemplo, en un
municipio como Sant Cugat, de mayoría nacionalista, la abstención (41,6%) ha
subido un 12%, mientras que en Sant Adrià del Besòs, en el corazón del área
metropolitana, la abstención fue del 55% y se incrementó en 7 puntos. En Vic,
otra plaza fuerte independentista, la abstención alcanzó el 49,8%, 16 puntos
más que en 2019, mientras que Cornellà el porcentaje de abstencionistas fue
similar (48,1%), pero con un incremento de 10 puntos.
Estos datos
indican que amplios segmentos del electorado independentista muy movilizados en
la década procesista se han quedado en casa. Acaso decepcionados y frustrados por
las falsas promesas de acceder por la vía rápida a la tierra prometida de la
independencia. Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) ha sido la principal
damnificada por la abstención y el retroceso del voto independentista. En la
ciudad de Barcelona, donde fueron la fuerza más votada en las anteriores
municipales, ha pasado de 10 a 5 concejales, cediendo la mitad de su
electorado; lo mismo sucede en ciudades de área metropolitana como Sabadell
donde pasan de 7 a 3, Terrassa de 5 a 2, Mataró de 8 a 4… En los municipios del
interior, la formación postconvergente, Junts per Catalunya, suele ser más
fuerte en las comarcas de Girona y Catalunya central y ERC en las de Lleida y
Tarragona. También aquí Esquerra retrocede, aunque resiste mejor que en el área
metropolitana. En Lleida, donde ostentaban la alcaldía, tras décadas de
hegemonía socialista, pierden dos ediles y la alcaldía; en Reus, Valls o
Tarragona ceden un concejal respectivamente, al igual que en Girona o Figueres.
Los resultados
de Junts per Catalunya muestran la solidez y capacidad de supervivencia del gen
convergente frente a la relativa volatilidad del electorado de Esquerra. En
Figueres, Junts pasa de 8 a 13 ediles, a uno de la mayoría absoluta, mientras
ERC desciende de 5 a 2. En Sant Cugat mantienen sus 8 regidores, mientras ERC
pierde dos y de paso la alcaldía. Esta tendencia se expresó con toda crudeza en
la ciudad de Barcelona donde Xavier Trias, encarnación del gen convergente, no
solo fue la fuerza más votada de la ciudad, pasando de 5 a 11 ediles, sino que
se impuso con claridad a Ernest Maragall, a quien arrebató 5 de sus 10
concejales. Unos resultados que cuestionan el relevo en la hegemonía de ERC
respecto al espacio postconvergente y remiten a una gran igualdad entre ambas
formaciones.
La CUP, que no
entró en el Consistorio de la capital catalana, también retrocedió, aunque de
forma no tan pronunciada como ERC. En Tarragona pierden sus dos concejales y su
representación en el Consistorio, en Reus y Valls ceden uno de sus dos ediles.
En Vic pasan de 4 a 3, en Berga, donde ostentaban la alcaldía, continúan siendo
la fuerza más votada, pero perdiendo 2 de sus 8 concejales.
El avance socialista
El retroceso de
las formaciones independentistas ha ido parejo al ascenso del PSC en los tres
ámbitos geográficos. En Barcelona, el candidato Jaume Collboni quedó segundo
superando por la mínima a la alcaldesa Ada Colau, lo cual supone una victoria
relativa en la medida que aspiraba a ser la fuerza más votada y recuperar la
alcaldía. En municipios del área metropolitana como Sant Adrià del Besòs los
socialistas pasan de 8 a 11 concejales, en Sant Joan Despí de 11 a 13, en Santa
Coloma de Gramanet, Gabriel Rufián no consiguió erosionar la mayoría absoluta
de 17 ediles de Núria Parlón, en Sabadell pasaron de 10 a 14 y la mayoría
absoluta. Este ascenso también se produjo en el resto de las capitales de
provincia y capitales comarcales como Reus, donde pasan de 6 a 8 concejales. En
Girona, el PSC aumentó de 6 a 8, en Lleida de 7 a 9, en Tarragona de 7 a 9, en
estas últimas ciudades con opciones de recuperar las alcaldías en manos de ERC.
Los Comunes
mantienen resultados. En el Prat de Llobregat, donde históricamente ostentan la
alcaldía, ceden 2 de sus 11 ediles, pero con todas las opciones de mantenerla.
Por otro lado, repiten con 3 concejales en L’Hospitalet, 2 en Mataró, 2 en Sant
Andrià de Besòs o 2 en Vilanova i la Geltrú; asimismo, mantienen los 2 de Tarragona
y ceden uno de sus dos concejales en Lleida. Estos discretos registros se han
visto oscurecidos por la probable pérdida de la alcaldía de Barcelona, que
constituía su principal activo político y electoral que, además, ejercía una
función de contrapeso en el complejo entramado político e institucional de
Catalunya.
Un plebiscito para Ada Colau
En la capital
catalana, la derecha nacionalista planteó los comicios como un plebiscito
contra la gestión de Ada Colau, precedida por una larga y persistente campaña
de los medios conservadores. Xavier Trias, icono pujolista y el único alcalde
convergente de Barcelona en los años de ascenso del independentismoa, se
postuló como la alternativa antiColau. Un juego donde cayeron en mayor o menor
medida Collboni y Maragall, que ha dado como resultado el mayor triunfo de
Junts en estos comicios.
En términos
absolutos, la candidatura de Ada Colau se mantuvo y solo cedió un punto
porcentual y quedó a sólo poco más de un centenar de votos de diferencia y un
concejal con respecto al PSC. Tampoco los socialistas experimentaron un gran
crecimiento, pues solo ganaron unas décimas de punto respecto al 2019. La
balanza se decantó por la concentración del voto antiColau en Trias, que pasó
del 10,47% al 22,42% de los votos y de 5 a 11 ediles, a costa de los cinco
perdidos por Maragall. Como en el resto del área metropolitana VOX entró en el
Consistorio con dos concejales.
Ahora bien, el
voto a Trias no resulta tanto un voto al partido de Laura Borràs y Carles
Puigdemont como al candidato que desplegó una campaña personalista, sin apenas
referencias al partido y sin aparecer nunca junto a la presidenta inhabilitada
de Junts partido, ni con Puigdemont. La victoria de Trias refuerza al sector
“moderado” de Junts que, con Jaume Giró a la cabeza, se opusieron, contra el
criterio de Borràs y Puigdemont, a la salida del Govern de la Generalitat.
A la hora de
redactar estas líneas no puede descartarse una operación que descabalgue a
Trias de la alcaldía, puesto que existe una mayoría de izquierdas, contando con
ERC en el Consistorio, aunque todo parece apuntar a lo contrario.
La extrema derecha entra en los Ayuntamientos
La jornada
electoral levantó el acta defunción de Ciudadanos y la recomposición de la
derecha españolista representada por PP y VOX. En términos globales, el PP
recupera posiciones pasando del 4,6 al 8,2% y VOX suma el 5% de los votos. En
Barcelona, los populares doblan su representación de 4 a 8 concejales y
obtienen una gran victoria en Badalona donde Xavier García Albiol logra una
supermayoría absoluta pasando de 11 a 18 ediles de los 27 que componen la
Corporación Municipal. Ello, tras años en que la política del municipio estuvo
dominada por un ‘todos contra Albiol’. Un triunfo de la derecha españolista
equivalente al de la derecha catalanista de Trias en Barcelona, aunque en ambos
casos pesa más el personaje que la sigla. A diferencia del resto de municipios
del área metropolitana, aquí VOX no obtuvo representación, pues en cierto modo
García Albiol ocupa ese espacio.
En efecto, la
formación de extrema derecha irrumpió en prácticamente todos los ayuntamientos
del área metropolitana, el llamado cinturón rojo de Barcelona. En algunas
ciudades de la segunda corona metropolitana incluso superando los registros del
PP. Como en Mataró, donde VOX obtiene 4 concejales y PP 2, en Sabadell (2 VOX,
1 PP) o Terrassa (3 VOX, 2 PP). En la primera corona, la proporción se invierte
como en L’Hospitalet (3 VOX, 4 PP), Cornellà (3 PP, 2 VOX), Sant Adria de Besòs
(3 PP, 2 VOX) o Santa Coloma de Gramanet donde empatan a dos concejales. VOX
también entra en todas las capitales de provincia: en Lleida con 2 ediles (PP
5), en Tarragona con tres 3 (PP 4) y en Girona con uno como el PP.
Mención
especial merece el caso de Ripoll. Un municipio de 11.000 habitantes, célebre
por su monasterio románico y por la célula islamista que perpetró los atentados
de Barcelona y Cambrils. Aquí, Sílvia Orriols lideró la escisión de Junts y la
constitución de la formación islamófoba de extrema derecha catalanista,
Aliança. Cat, que se alzó como primera fuerza del municipio con el 30,7% de los
votos y 6 ediles a costa de la formación postconvergente que cayó de 8 a 3
concejales.
Mientras que en
una gran ciudad del área metropolitana se imponía García Albiol con un discurso
xenófobo próximo a las extremas derechas europeas, en la Catalunya profunda y
nacionalista triunfó una opción semejante donde solo cambia el referente
nacional.
Batalla por los espacios centrales
Los resultados
electorales señalan los efectos de la recomposición de los tres grandes
espacios políticos de Catalunya tras las convulsiones del procés.
La excepción
socialista responde a un cúmulo de factores que podrían sintetizarse en dos: la
desmovilización del electorado independentista y la batalla por la conquista
del espacio central que estuvo ocupado durante más de dos décadas por Jordi
Pujol. Finiquitado el procés, PSC y ERC eran las únicas formaciones
en disposición de disputar esa centralidad que había dejado vacante
Convergència.
A la aureola de
buen gestor de Salvador Illa, ministro de Sanidad del Covid, se añade una
apelación a abandonar aventuras secesionistas y encarar con seriedad los graves
problemas económicos y sociales del país. En la negociación de los Prepuestos
de la Generalitat, con ERC en una situación de extrema precariedad tras la
ruptura con Junts y CUP, los socialistas apretaron hasta conseguir el
compromiso de construcción de la autovía del Vallès, Quart Cinturó, del casino
Hard Rock en Tarragona y la ampliación del aeropuerto del Prat. Aquí, el PSC
contó con el entusiasta apoyo de las principales organizaciones empresariales y
entidades financieras del país. Unas cuestiones donde, si se nos permite la
expresión, el PSC le ha pasado la mano por la cara a ERC, que buscó apoyos en
los Comunes y la CUP, dejando vía libre al PSC para ocupar ese espacio central.
Hasta ahora
Esquerra había calculado que su estrategia realista y posibilista, que ha
conseguido logros tangibles como la excarcelación de los presos del procés y la
reforma del Código Penal, les conduciría a romper el empate técnico con Junts y
destacarse como fuerza de gobierno y hegemónica del movimiento nacionalista
catalán. Los resultados de las municipales han ido en sentido contrario. Junts
y CUP han aguantado el tipo, mientras ERC ha sufrido un severo correctivo.
Prueba de ello es la fallida propuesta del president Pere Aragonès de formar un
frente electoral independentista y soberanista para frenar el gobierno del PP y
VOX en España, algo que dio por descontado antes de la celebración de los
comicios. Una propuesta que, excepto Junts, ha sido rechazada por el resto de las
fuerzas aludidas (CUP y Comunes) y desautorizada inmediatamente por Oriol
Junqueras.
Tras las
generales del próximo 23 de julio, si al PSC le va bien las cosas, como parece
mostrar el escrutinio de las municipales, la tentación de dejar caer a Aragonès
y tirar los dados electorales sería irresistible. Hasta entonces, las espadas
se mantienen en alto.
Otra cuestión,
abierta por estos comicios locales, es si las fuerzas democráticas estarán a la
altura del reto planteado por la presencia de VOX en los grandes ayuntamientos
catalanes. Un fenómeno que ya no se puede ignorar y seguir actuando como si no
existiera.
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