En la vanguardia del feminismo popular
Las intrépidas comuneras de
París
Rebelion
| 20/03/2023 |
Fuentes: Página/12
(Argentina) [Imagen: La barricada de la Place Blanche defendida por mujeres al
mando de Louis Michel. Créditos: litografía de Héctor Moloch]
Mañana sábado se cumple otro aniversario de la Comuna de París, una fecha
digna de recordar el papel fundamental que tuvieron las mujeres en esta
revolución obrera que, aunque fue apagada en poco más de dos meses, dejó
huellas imborrables.
A fines de la
década de 1860 París se moderniza por órdenes de Napoleón III, que pretende que
la capital sea un paraíso para la alta burguesía. Para el pueblo, en cambio, la
miseria y el hambre van en aumento, generando un descontento tan marcado que el
emperador intenta desviar la ira social contra un enemigo externo: Prusia. La
guerra resulta un fiasco, Napoleón III termina preso, la cité acaba sitiada, el
Imperio se derrumba. Aunque el pueblo se opone a la rendición, el gobierno
provisional francés -liderado por Adolphe Thiers- acuerda el armisticio y
demanda que los milicianos entreguen sus armas. Es en este contexto que envía a
soldados a retirar 271 cañones apostados en la colina de un barrio obrero,
Montmartre, el 18 de marzo de 1871.
Sucede al alba, cuando el sol aún no ha despuntado, y son las mujeres las que -camino a comprar pan y leche para sus familias- se topan con la escena: hermanos parisinos se disponen a retirar sigilosamente la artillería, y ellas, con gran coraje, se interponen entre los varones y los cañones que “apuntaban hacia la urbe del lujo y los palacios, de las conjuras monárquicas, de los infames especuladores y de los gobiernos cobardes”, en palabras de la periodista, novelista y revolucionaria André Léo, nom de plume de Léodile Champseix, autora de varias obras sobre la igualdad de derechos. Ni siquiera cuando las tropas reciben la orden de abrir fuego, las mujeres se retiran; aún más, convencen a los soldados de volver los rifles hacia sus generales, lo que resulta ser el disparador de histórico momento revolucionario: la Comuna de París, de cuyo inicio se están cumpliendo 152 años.
El arresto de
Louise Michel el 24 de mayo de 1871, por el pintor Jules Girardet
La utopía de
este experimento radical de democracia directa duró, como bien se sabe, muy
poco tiempo: fueron apenas
72 días en los que miles de personas dieron un paso al frente para participar
en la defensa de su proyecto, un gobierno obrero y popular, laico y socialista,
que tuvo brutal final, sofocado por el ejército de Versalles en la llamada
Semana Sangrienta. Mientras resistió, empero, la Comuna de París
impulsó una serie de medidas políticas y sociales de avanzada, aunque -por
obvias razones- muchas no llegaran a implementarse en esas fechas. En su
programa, figuraba: educación gratuita, laica y obligatoria; requisición de
viviendas vacías para albergar a personas sans abri; eliminación
de los intereses de las deudas; igualdad salarial para varones y mujeres;
autogestión de fábricas abandonadas; prohibición del trabajo nocturno en
panaderías; creación de guarderías para hijos/as de obreras; supresión de la
distinción entre mujeres casadas y concubinas; apertura de instituciones de
élite -como la Biblioteca Nacional y el Louvre- al gran público; consejeros
municipales elegidos por voto en cargos que, además de ser revocables, no
podían ser remunerados con sueldos mayores al promedio del proletariado…
Pese a su corajudo accionar, durante largo rato apenas se les reconoció a las mujeres un rol poco menos que accesorio, limitando la figura heroica a Louise Michel, educadora y escritora anarquista que pasaría a la Historia como una rara avis que se calzó el uniforme miliciano y defendió la causa desde las barricadas, dando perseverante batalla.
Tres mujeres
acusadas de pétroleuses
Asimismo
prevaleció la caricatura de las “pétroleuses”, término peyorativo que designó a
presuntas pirómanas delirantes, acusadas de hacer arder París para vengar a sus
compañeros masacrados; un escuadrón que… nunca existió: mito de larga data,
sirvió para satanizar y enmascarar la verdadera participación femenina en la
Comuna, de vital importancia para la revuelta. “Los ojos enrojecidos, la piel
agrietada, el cabello despeinado, los labios negruzcos y excoriados, presentaba
un conjunto de fealdad repulsiva”: así describía un abad a Hortense Aurore
Machu, condenada a trabajos forzosos de por vida por haber participado en un
incendio de las Tullerías; acusación que careció de pruebas; no así la valentía
de la susodicha, diestra e intrépida con el rifle según crónicas de época.
Lo cierto es
que las mujeres
lucharon para ser aceptadas en los batallones, a los que asistieron
primeramente ofreciendo provisiones y como auxiliares médicas, cuando no
recargando las armas de sus compatriotas. De los tantos
testimonios que han sobrevivido, está la correspondencia de la ambulancière Alix
Payen a su familia, describiendo el duro día a día en un batallón. La cantinière Victorine
Brocher también relató con pelos y señales cómo fueron esas jornadas en Les souvenirs d’une morte vivante, biografía que publicó en 1909, a los 71 años, recordando el despertar de
su compromiso político.
Tenaces y
sumamente comprometidas, en muchos casos ellas lograron que se las admitiera en
las filas; la famosa barricada de la Place Blanche, por ejemplo, fue sostenida
por -al menos- un centenar de communardes. Pero además de apuntarse en la línea de fuego, las
milicianas armaron comités de vigilancia, de apoyo; también talleres en cada
distrito. La organización más grande y eficaz durante la revuelta, sin ir más
lejos, fue obra suya: la Union des femmes pour la défense de Paris que,
desde su creación, postuló que la lucha por la defensa de la Comuna era la
lucha por los derechos de las mujeres.
Por otro lado,
se hicieron escuchar en clubes políticos -tanto mixtos como femeninos-
mostrando sus dotes como elocuentes oradoras, afirmándose en la arena
pública. Paule Minck, la
mentada André Léo, Jeanne Deroin, Nathalie Lemel, Béatrice Excoffon, Sophie
Poirier, Anna Jaclard, entre las ponentes que suelen destacarse, aunque también
hubo lavanderas, panaderas, parteras, costureras que intercambiaron ideas
durante días de ardientes debates en los que se hablaba sobre cómo reorganizar
el trabajo, dar acceso a la educación, entre otras conquistas por alcanzar.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/531921-las-intrepidas-comuneras-de-paris-vanguardia-del-feminismo-p
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