Los
primeros pasos de Lula en la presidencia del gobierno han chocado con menos
obstáculos de los previstos. Pero no cabe duda de que el bolsonarismo, que
pervive agazapado en el ejército y en las instituciones, tratará de poner
tantas zancadillas como pueda.
¿Hacia dónde va Brasil con Lula?
El Viejo Topo
16 marzo, 2023
Está claro de dónde viene Brasil. Los tiempos del bolsonarismo fueron los peores que el país ha vivido desde la dictadura militar. No fueron sólo tiempos de destrucción de la democracia realmente existente, sino también de restablecimiento del neoliberalismo, en su modalidad más radical.
El momento más
brutal fue cuando Jair Bolsonaro era presidente de Brasil y Lula un
presidiario. No podría haber situación en que las cosas estuviesen más fuera de
lugar.
Cuando se
dieron elecciones mínimamente normales, Lula ganó y volvió a ser presidente de
Brasil. Ya en su primer mes de gobierno, el país ha retomó un clima de
convivencia política, de esperanza en que la economía vuelve a crecer y de que
los derechos básicos de las personas serán atendidos.
En lo interno,
Lula enfrenta la necesidad de retomar el crecimiento económico, sin recaer en
un repunte de la inflación. La presión de los medios se concentra en el
fantasma de la inflación, tratando de poner obstáculos a la satisfacción de las
necesidades de la población ligadas a la reactivación económica.
Tratan de que
Lula caiga en las trampas del neoliberalismo: o crecimiento económico con
inflación y descontrol de las cuentas publicas, o recesión económica. Los
grandes empresarios aceleran el alza de precios y los medios crean el clima de
que Lula estaría prisionero del dilema típico del neoliberalismo.
Tener 6 por
ciento de inflación anual –para los niveles a que estaba acostumbrado Brasil–
es considerado inaceptable para los medios, presionando para que Lula caiga en
esa trampa. A la vez que consideran que un crecimiento económico bajo sería un
obstáculo insuperable para que Lula cumpla con los objetivos con que siempre se
ha identificado su gobierno: mejoría de las condiciones de vida de la
población.
En lo político,
Lula ha logrado ampliar su base de apoyo, permitiéndole disponer de mayoría
suficiente para aprobar la reforma tributaria, la primera gran prueba del
gobierno en el Congreso. El apoyo a las víctimas de las lluvias en el litoral
norte de la provincia de Sao Paulo ha permitido que todos se den cuenta de la
diferencia entre el gobierno de Lula y el de su antecesor. Mientras Bolsonaro,
cuando hubo un desastre similar, se quedó paseando en moto acuática, Lula
suspendió inmediatamente sus vacaciones en Bahía para visitar las zonas
afectadas, además de movilizar recursos para la población y poner a todo su
gobierno a trabajar en varios programas de ayuda.
En la política
internacional, el prestigio adquirido por Lula hace que sufra las presiones de
varios países para que Brasil se involucre en la guerra de Ucrania. Volodymir
Zelensky insiste para que Lula vaya a Ucrania, para mostrarle los daños causados
por Rusia en el país. John Kerry fue a Brasil a presionar para que este país
envíe armamento a Ucrania.
Lula ya había
definido la posición de Brasil al inicio del conflicto. El país condena la
invasión de Rusia, pero concentra sus esfuerzos en buscar las condiciones de
restablecimiento de la paz. Brasil se niega a mandar armamento, lo cual
significaría participar de la guerra en lugar de buscar la paz.
Lula propuso la
formación de un Grupo de Paz con participación de China e India, entre otros
países, para negociar las condiciones de paz. Lula ha contestado a Kerry que
Brasil condena a Rusia, pero también condena a la Organización del Tratado del
Atlántico Norte. Y que busca un discurso que permita que Rusia participe de las
negociaciones para pacificar el conflicto. Brasil no mandará armas:
significaría participar de la guerra, lo contrario de intentar que termine.
En su segundo
mes de gobierno, Lula ha restaurado la presencia de una administración legítima
con un presidente atento a todos los problemas del país, con autoridad
política, conversando con casi todos los sectores del espectro político.
Es temprano aún
para juzgar el desempeño de Lula al enfrentar los graves problemas heredados de
los seis peores años de la historia de Brasil en este siglo. Pero el clima
político ya es radicalmente distinto. Hay un gobierno, hay un presidente con
prestigio y la imagen de Brasil en el mundo se ha recuperado.
El
fortalecimiento del bloque BRICS y la movilización de los gobiernos
latinoamericanos –en especial Argentina, México y Colombia– proyecta a Brasil
como protagonista importante en el mundo. Esa recuperación hace que el Brasil
de Lula vuelva a ser un sujeto de peso en el mundo contemporáneo.
Fuente: La Jornada.
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