Tras un mes
convulso con el asalto a los edificios que simbolizan el poder democrático en
Brasil, ante Lula se alza un país dividido, desestructutrado y asediado por un
recalcitrante bolsonarismo. Una ardua tarea para Lula
¿A qué viene el nuevo Lula?
El Viejo Topo
8 febrero, 2023
Desde que salió
de prisión y recuperó sus derechos políticos, Lula se propuso volver a ser
presidente de Brasil. Cuando se lanzó como candidato instaló el lema: “Unidad y
reconstrucción”.
Cuando hablé
con él por primera vez después de su segundo mandato presidencial, le pregunté
qué más había aprendido de su experiencia como presidente. Me respondió: “Emir,
no se puede gobernar sin tener el apoyo de la mayoría”.
Esto explica la
necesidad de la unidad en Brasil. Más aún, tras haber vivido la división del
país promovida por el discurso de odio de Bolsonaro, ese Brasil dolorosamente
fragmentado y con Lula en prisión.
Lula, sin
embargo, ganó las elecciones. Pero por pequeño margen, lo que refleja cuán
profunda era aún esa división. Las primeras semanas de su nuevo mandato vieron
su emotiva ceremonia de investidura y la brutal acción bolsonarista del domingo
siguiente en Brasilia.
Esos dos
primeros domingos de gobierno serían suficientes para mostrar las dos caras del
mismo país. Así, la primera mención del lema –unidad– ganó una dimensión
dramática, ante no solo la división, sino la oposición de dos rostros
radicalmente antagónicos de un país.
La conciencia
de Lula sobre este problema ya lo había llevado a formular la idea de un Frente
Amplio, alianza de fuerzas de izquierda, centro e incluso derecha, nucleadas
por el objetivo de derrotar a Bolsonaro y al bolsonarismo.
Lula mejoró más
su capacidad de diálogo con personas del espectro político, buscando aislar al
bolsonarismo. La composición del gobierno reflejó esta compleja alianza, no
sólo de diferentes fuerzas, sino también la amplia renovación de temas. Esto
llevó a la creación de gran número de ministerios, revelando la amplitud del
gobierno en la dirección de nuevos temas.
El discurso de
Lula y la búsqueda de la recuperación de la bandera brasileña y sus colores en
su imagen política reflejan esa actitud. Habla con todos en nombre de Brasil y
sus intereses y necesidades.
La
reconstrucción corresponde al diagnóstico del gobierno de Bolsonaro con su
destrucción del país y la necesidad de rescatarlo. Esa reconstrucción debe
partir de la recuperación del desarrollo económico –tema central del gobierno–
cambiando radicalmente el modelo.
En este plan se
retoma el modelo exitoso de gobiernos anteriores: desarrollo económico con
distribución del ingreso impulsando políticas sociales como prioridad
fundamental; ampliación del mercado interno de consumo de masas; generación de
millones de empleos formales y lucha frontal contra las desigualdades sociales
y territoriales.
Como ya
aprendimos en este primer mes de gobierno de Lula3, hoy es difícil
proyectar el futuro. No significa que todos los meses serán como éste. El
balance de enero es fortalecer a Lula y debilitar a Bolsonaro.
Los mayores
desafíos de Lula3 son, en primer lugar, consolidar el clima de
tranquilidad del país durante su gobierno. Segundo, lograr que la economía
vuelva a crecer y tener políticas exitosas de redistribución del ingreso. Si
Brasil vuelve a salir del mapa del hambre, si deja de ser el país más desigual
del continente más desigual, Lula3 habrá sido una versión aún
más virtuosa de lo que fueron sus gobiernos anteriores.
Fuente: La Jornada.
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