Los museos y nuestro pasado
colonial
Por José Antonio Sánchez Román
Rebelion /España
| 07/01/2023 |
Fuentes: Ctxt
[Foto: «La mulata», de Diego Velázquez (imagen recortada)]
Los defensores del ‘statu quo’ museístico tiran de simplificaciones y
mitologías para oponerse a cualquier revisión o discusión sobre las colecciones
de arte y su posible origen en algún proceso de expolio
Supongo que los
defensores de la preservación del statu quo en los museos, es
decir, de que no se discuta o revisen las colecciones teniendo en cuenta su
origen en algún proceso de expolio colonial podrán ofrecer argumentos de tipo
museístico, filosóficos o de otra clase que justifiquen su postura. Pero si
pretenden convencer a los que en principio somos partidarios de la revisión en
los museos deberán aportar argumentos más sofisticados que la serie de
simplificaciones y mitologías que el profesor Manuel Lucena despliega en su
artículo “La descolonización no puede ser, y además es imposible” (ABC,
13-11-2022).
La primera idea
del artículo es que no se pueden descolonizar los museos porque España nunca tuvo
colonias, sino “reinos, provincias, y señoríos”. Aquí se cae en un nominalismo
absurdo. En muchas sociedades y durante mucho tiempo no existió la palabra
esclavo. Sin embargo, esto no significa que no existiera la esclavitud.
Igualmente, otros imperios europeos, incluido el británico, no siempre usaron
la palabra colonia para definir sus posesiones, y parece que esos casos según
el autor del artículo sí que eran efectivamente colonialistas. (Por cierto, que
la India fue gobernada a partir de un determinado momento por un Virrey, lo que
debiera sonarle familiar a Lucena).
La pieza sigue
argumentando, para demostrar que los territorios españoles en América no eran
colonias, que en realidad “la metrópoli fueron ellos: Manila, La Habana,
México, Bogotá, Nueva Orleans y Buenos Aires”. Esta caracterización burda
encierra, no obstante, una parte de verdad. Una historiografía reciente muy
sofisticada sobre los imperios (en el plano internacional se podría mencionar a
Frederick Cooper y en España a Josep Maria Fradera) ha puesto de relieve cómo
los imperios no se constituían sobre la base de una mera relación
unidireccional en la que una metrópoli le imponía las decisiones a una
periferia. En el siglo XIX, la política colonial española se decidía en Madrid,
pero también en La Habana o Manila. Igualmente, por poner otro ejemplo, la estrategia
británica durante la Primera Guerra Mundial se decidió en Londres, pero también
tuvo que tomarse en cuenta lo que se discutía en Egipto, la India o Australia.
En la política británica sobre el sur de África, la Unión Sudafricana tenía
probablemente más peso que Inglaterra. Pero ninguno de estos historiadores
llegaría a la absurda conclusión de que, dado que la toma de decisiones era
compleja e incluso policéntrica, no existían colonias ni relación colonial.
Como lo definieron Jürgen Osterhammel y Jan Jansen, “el colonialismo es una
relación de dominio entre colectivos, en la que las decisiones fundamentales
sobre la forma de vida de los colonizados son tomadas y hechas cumplir por una
minoría cultural diferente y poco dispuesta a la conciliación…”, y esto podemos
aplicarlo a la India británica, la Argelia francesa o la América española. En
última instancia, los imperios se parecían bastante más que lo que sus
apologetas nacionalistas están dispuestos a conceder.
Un último
argumento resulta sorprendente. Según Lucena las colecciones “depositadas” en
nuestros museos son el resultado de una “política científica multisecular”. La
Corona española protegió, desde Felipe II en 1558 hasta la regente María
Cristina en 1898, la difusión científica y el desarrollo tecnológico en la
España europea y en las “Españas ultramarinas”. Más allá de la absurda idea de
algo parecido a una política científica imperial española constante entre los
siglos XVI y XIX , hoy en día conocemos bien, gracias a una muy abundante historiografía,
las vinculaciones entre colonialismo y estudios y misiones científicas, no sólo
obviamente para el caso español. Que las relaciones entre ciencia y
colonialismo pudieran ser complejas y cambiantes no lo dudo, pero la afirmación
de Lucena es otro brochazo que oscila entre la ingenuidad y el
panegírico.
Los defensores
del statu quo en los museos, si no quieren conformarse con una
narración mítica, deberían buscarse otro paladín.
José Antonio Sánchez Román es
profesor de Historia Contemporánea de la UNED.
Fuente: https://ctxt.es/es/20221201/Firmas/41413/museos-descolonizar-manuel-lucena-america.htm
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