La revolución de Octubre tiene
nombre propio: Asturies
(foto: El Confidencial)
Por Víctor
Arrogante
Rebelion /
España
| 03/10/2022 |
Fuentes: Rebelión
Octubre ha sido un mes de revoluciones en la historia. En Rusia, tras la
Revolución de 1917, con la toma del poder bolchevique, se constituyó la Unión
Soviética, desintegrándose en 1991 con Gorbachov. Irán tuvo su revolución en
2014.
En España también
tuvimos nuestra revolución. Fue en 1917 cuando los conflictos sociales,
económicos y militares, convulsionaron España. Fue en 1934 con el objetivo de
subvertir el orden, por las contrarreformas antisociales del gobierno
reaccionario de turno. Hoy cabría preguntarse ¿hay razones para una revolución?
Hay razones, pero pocas convicciones y nula conciencia de la situación.
En Rusia, todo
comenzó con la llegada de Lenin al liderazgo de un imperio en transformación.
La primera guerra mundial sometió a tensiones brutales a la sociedad rusa y
provocó la revolución, que acabó con la autocracia zarista, transformándose en
una república federal socialista, Una sociedad de campesinos empobrecidos se
elevó a la condición de gran potencia industrial. La economía fue centralizada
por el Estado y el poder político quedó en manos del Politburó, estableciéndose
como régimen totalitario.
La injusticia
social y la creciente desigualdad en España, llevaron al PSOE y a la UGT a la
convocatoria de una huelga general indefinida, con el fin de obligar a las
clases dominantes a producir cambios del sistema. Todo para garantizar al
pueblo un mínimo de condiciones decorosas de vida y de desarrollo de sus
actividades emancipadoras. Se impuso la huelga general, sin plazo definido de terminación,
como el arma más poderosa que poseían para reivindicar sus derechos.
La huelga fue
un completo éxito y el poder reaccionó con una dura represión. Los miembros del
comité de huelga fueron detenidos y condenados a la pena de cadena perpetua. En
las elecciones de 1918 fueron elegidos diputados y tras una campaña
internacional para su excarcelación, fueron indultados o quedaron en libertad.
La represión produjo 71 muertos, 156 heridos y unos dos mil detenidos. La
desafección hacia el rey Alfonso XIII y hacia el sistema aumentó entre
intelectuales y la clase obrera y clase media. Avanzaba la descomposición de la
monarquía, que llevó a la dictadura de Primo de Rivera en 1923 y a la
proclamación de la República en 1931.
En 1934, la
izquierda había perdido el poder parlamentario, pero la fuerza social seguía
intacta en la lucha por mejorar sus condiciones de vida. Largo Caballero
llevaba tiempo criticando la política de colaboración de clases, la democracia
burguesa y el sistema capitalista. Su nueva estrategia se produce en enero,
cuando defendiendo la vía insurreccional, asume los cargos de presidente del
PSOE y secretario general de UGT (con el apoyo de las Juventudes Socialistas).
El programa manifestaba: Con el poder político en las manos anularemos los
privilegios capitalistas y antes que ninguno el derecho que les da explotar a
los trabajadores.
Alejandro
Lerroux formó un nuevo gobierno, incorporando a tres ministros de la CEDA. Ese
mismo día, 4 de octubre de 1934, el comité revolucionario socialista reunido en
Madrid, tras contar con el apoyo de los comunistas y de las Alianzas Obreras
(no así con el de la CNT), convocó la huelga general revolucionaria que se
iniciaría a las 0 horas del día siguiente. La revolución de Octubre había
comenzado.
La huelga
general tuvo un seguimiento masivo en casi todas las ciudades, pero muy
desigual, sobre todo en el campo, que acababa de salir de la mayor huelga
agraria de la historia de España (10.000 detenidos, 191 ayuntamientos
socialistas destituidos, clausura de locales sindicales y casas del pueblo). El
hecho de que la CNT y la FAI no secundaran el llamamiento revolucionario (salvo
en Asturias), fue una razón de su relativo fracaso. En Madrid, el día 8 fueron
detenidos casi todos los miembros del comité revolucionario socialista.
El gobierno
entregó el mando represivo a Franco, entonces gobernador militar de Baleares,
quien movilizó al Tercio de Regulares. La represión se saldó con más de mil
muertos y torturas de los detenidos en manos de la guardia civil; miles de
despidos por su participación en la huelga y más de treinta mil presos; la
mayoría de los dirigentes implicados apresados, dictándose veinte penas de
muerte, dos de ellas ejecutadas. Los procesos duraron hasta los primeros meses
de 1936.
En Octubre de 1934,
se convocó la huelga general revolucionaria, como instrumento para la
insurrección. En Asturias, antes de que amaneciera el día 5 de Octubre, fueron
atacados los cuartelillos de la guardia civil en las cuencas mineras. Daba
comienzo el movimiento huelguístico insurreccional decretado por el Comité
Revolucionario, presidido por Largo Caballero. En la zona minera de León y
Palencia, el poder obrero duró cuatro días. En Asturias hasta el día 18. El
gobierno proclamó el Estado de guerra y al ejército establecer el orden.
En Oviedo, mil
integrantes de las columnas obreras se apoderaron de la zona sur de la ciudad,
tomando el Ayuntamiento, frente a las fuerzas del ejército, guardia de asalto,
miembros de la guardia civil y del cuerpo de carabineros integrado por más de
dos mil efectivos. Se unieron a la revolución Trubia, Gijón, Mieres, Sama y La
Felguera, organizándose abastecimientos, hospitales de campaña y servicio de
ferrocarriles.
El día 8, los
obreros organizados, toman la fábrica de armas y dominan Oviedo. Las tropas de
López Ochoa, fueron rechazadas cerca de Trubia (parroquia a 12 Km. del concejo
de Oviedo) desde Avilés protegidos por veintiún aviones. Los obreros hechos
prisioneros vienen en cabeza de la columna. En la madrugada del 10, el crucero
Cervantes desembarca en Gijón a millares de Regulares de África, al mando del
teniente coronel Juan Yagüe que arrasa Gijón. En la tarde del jueves 11, López
Ochoa, carnicero de Asturias, entra en Oviedo.
Ese mismo día,
los socialistas Peña, Dutor y Antuña, contra la postura de comunistas y
anarquistas, proponen una retirada organizada. Se forma el Segundo Comité
constituido por jóvenes comunistas, que la organizan militarmente. Se cuenta
que el día 13 de octubre, dos muchachas, Aída Lafuente y Jesusa Penaos, militantes
del comunismo libertario, armadas con una ametralladora, intentan cerrar el
avance de los legionarios en la cota de San Pedro de los Arcos, pero no lo
consiguieron. Las tropas mandados por el teniente ruso-blanco Iván Ivanov, las
remataron con la punta de sus bayonetas.
Los mineros en
su retirada constituyen el Tercer Comité Provincial, formado por socialistas y
comunistas, con participación de la CNT, presidido por Belarmino Tomás, deciden
instalarse en Sama. Los mineros de Oviedo resisten 48 horas más. El día 18,
todo perdido, se negocia la capitulación: el Comité depondrá las armas y las
fuerzas coloniales mercenarias no entrarán en la ciudad a la cabeza. Los
mercenarios africanos entraron en cabeza y de qué manera.
Murieron mil
quinientos revolucionarios durante los combates que siguieron al levantamiento
armado y más de doscientos durante la represión. Los heridos fueron más de dos
mil. En toda España fueron encarceladas entre treinta y cuarenta mil personas,
y miles de obreros perdieron sus puestos de trabajo. La ciudad de Oviedo quedó
asolada por los incendios, los bombardeos atacantes y la dinamita de los
defensores.
El gobierno
suspendió las garantías constitucionales. Numerosas corporaciones municipales
disueltas, locales de sindicatos y partidos cerrados y periódicos clausurados.
Los jurados mixtos (instaurados durante el bienio reformista) suspendidos. La
contrarreforma se hizo más contundente. De las 23 penas de muerte sentenciadas,
dos fueron ejecutados: el sargento Vázquez (que había volado un camión con
treinta y dos guardias civiles) y Jesús Argüelles Fernández «Pichalatu».
Las represalias
duraron en el tiempo. La Ley de Responsabilidades Políticas promulgada por
Franco en 1939, tipificaba como punibles los actos y omisiones de quienes
hubieran colaborado con la República Española y participado en la revolución de
Asturias. Se legitimaron las multas, los embargos de bienes, los destierros y
la purga generalizada en el mundo laboral durante la posguerra. Esta ley estuvo
vigente hasta 1969, fecha en la que prescribieron los delitos cometidos antes
del 1 de abril de 1939.
La insurrección
de Octubre no consiguió su objetivo final, al carecer de organización, medios,
armas, y planificación política y militar. Faltó la unión decidida de las fuerzas
proletarias; pero en Asturias la unión fue determinante. También contó con la
simpatía de los partidos republicanos pequeño-burgueses.
La revolución
en España, tuvo nombre propio: Asturies; donde los obreros de la industria y
los mineros, tuvieron un protagonismo, del que hoy todavía se habla y se
siente.
En Twitter
@caval100
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