Ha fallecido Carlota Leret O'Neill, hija de Virgilio Leret,
comandante del ejército republicano y primer oficial fusilado en acto de guerra
el 17 de julio de 1936, y de Carlota O'Neill, escritora y periodista. Tuvo una
vida de lucha por la recuperación de la Memoria Histórica.
Fallece Carlota Leret O’Neill
El Viejo Topo
16 agosto, 2022
Carlota nos ha
dejado. Hija de Virgilio Leret, comandante del ejército republicano y primer
oficial fusilado en acto de guerra el 17 de julio de 1936, así como inventor
del mototurbocompresor a reacción para aviones, y de Carlota O’Neill, escritora
y periodista. Tuvo una vida de lucha antifascista, intentando encontrar el
cuerpo desaparecido de su padre y acompañando a su madre en el exilio en México
y Venezuela.
Fruto de su
lucha por la recuperación de la Memoria Histórica, se logró el traspaso de
datos y fotos de su padre, Virgilio, con el que pudimos realizar su
biografía: Virgilio Leret
Ruiz. Una vida al servicio de la República, publicada por
El Viejo Topo.
Su vida se
truncó en las vacaciones del 1936, cuando su padre y su madre fueron a Melilla,
a la Base de Hidroaviones “El Atalayón”, acompañados de sus dos hijas: Carlota
y su hermana María Gabriela (“Mariela”). Aquel fatídico día (el 17 a las 17),
las fuerzas regulares sublevadas del ejército fascista del General Franco
atacaron la Base, y su padre −entonces capitán− fue capturado, y sus propios
soldados se vieron obligados a fusilarle junto con dos suboficiales. Sin juicio
ni procedimiento jurídico alguno, simplemente por defenderse del ejército
sublevado.
Luego fue
arrojado a una fosa que no se ha podido encontrar, pese a los esfuerzos de
Carlota.
La madre
−Carlota O’Neill− fue detenida y, siendo acusada por sus escritos
antifascistas, estuvo presa durante dos años.
Las dos niñas
permanecieron con algunos parientes de los soldados a las órdenes de Virgilio
hasta que las recogieron sus tías, presionadas por el abuelo de Virgilio, quien
también era militar aunque proclive a las fuerzas franquistas. Las internaron
en un colegio-hospicio de Aranjuez, y allí las visitó por primera vez su madre
cuando le dieron la libertad provisional.
Después, sin
contar con la autorización de su madre, las trasladaron a Barcelona. Desde
allí, aprovechando una visita de su madre, consiguieron huir y embarcarse rumbo
a México, pese a no disponer de visados. El capitán de aquel barco mercante,
Gorostiza,, un buen hombre, las autorizó a pasar, no sin advertirles que no
podrían desembarcar, y tendrían que volver a España, si no llegaban los
visados.
Afortunadamente,
un amigo les estaba esperando en el puerto con los visados en la mano. Y allí
comenzó el exilio de las dos Carlotas, madre e hija, y de Mariela, su hermana.
Todo esto está
detalladamente expuesto en el libro antedicho. Si no me lo hubiera contado
Carlota, una verdadera amiga, no lo podría haber referido.
Carlota volvió
muchas veces a Madrid desde su residencia en Venezuela y participó en varios
actos, siempre con el propósito de reivindicar a sus padres como personas
dignas de toda consideración.
Carlota O’Neill
fue la escritora del libro Una mujer en la guerra de España, donde
narra también los hechos acaecidos.
Participamos
juntos en varias presentaciones del libro de su padre, en Pamplona (donde había
nacido Leret) y en Madrid.
Según su hija
Laura y su prima Lucía Falcón, en los últimos años Carlota se encontraba
delicada de salud. A consecuencia de una caída, parece que su situación empeoró
y, finalmente, falleció.
Descansa en
paz, Carlota, y que sirvas de ejemplo, como hija, como amiga y como luchadora
por la justicia y la reparación.
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