El discurso de Putin: Un siglo de traiciones
Sinpermiso.info
06/03/2022
La alocución de
Vladimir Putin del 21 de febrero de 2022 con motivo del
reconocimiento de las repúblicas de Donbás y Lugansk constituye uno de los
discursos políticos más extraordinarios de nuestro tiempo. Consta de más de
6.000 palabras y lo pronunció a lo largo de 55 minutos sin ayuda de un solo
papel y sin una sola vacilación. Hasta donde puede juzgarse, tampoco recurrió
al “teleprompter”.
Se trata
de un discurso que deja al descubierto, y esa es su intención, la propia
filosofía de la historia de Putin. Abarca los últimos cien años de la historia
de Rusia. Ofrece una versión, no irrazonable, pero sí muy limitada de esa
historia, en la que acontecimientos históricos con múltiples causas y múltiples
significados se simplifican en una única causa y un significado único.
Es una
forma de discurso a lo "J'accuse" que cuenta, según Putin, la
historia de un siglo de traiciones a Rusia: por parte de los comunistas, de las
propias élites rusas y de los pretendidos amigos de Rusia. Por ello, lo mejor
es dividir el texto en tres partes, las tres traiciones.
La
traición de los bolcheviques
El
discurso lleva al lector exactamente a un siglo atrás, a partir de 1922, cuando
se formó la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (los dos únicos
episodios anteriores a ese periodo son una brevísima mención a la Rusia del
siglo XVII, y el acuerdo de paz de Brest-Litovsk de 1918. Este último
también se ha considerado una traición bolchevique).
La Unión
Soviética, tal y como se creó en 1922, supuso la formación de repúblicas de base
étnica y otorgó a cada una de las repúblicas el derecho de autodeterminación,
llegando al derecho de secesión, incluisive. Afirma Putin: "La estructura
estatal leninista, substancialmente confederal, y la consigna sobre el derecho
de cada nación a la autodeterminación, hasta la secesión inclusive, se
incorporaron a la fundación del Estado soviético: primero, en 1922, se
incluyeron en la Declaración sobre la Creación de la Unión de Repúblicas
Sociales Soviéticas, y luego, tras la muerte de Lenin en 1924, en la
Constitución de la URSS".
Esta fue
la mina explosiva, como más tarde afirmará Putin, que se instaló en el acto
mismo de creación de la URSS y que más tarde estallaría, destruyendo la Unión,
y conduciendo directamente, por lo tanto, a los problemas que hoy en día se
afrontan. ¿Por qué, se pregunta Putin, "era necesario satisfacer las
interminables y crecientes ambiciones nacionalistas de diferentes partes del
antiguo imperio [ruso]? ¿Por qué entregarles ingentes unidades
administrativas de nueva creación, a menudo creadas arbitrariamente -repúblicas
de unión-, que con frecuencia nada tenían que ver con ellas [naciones
titulares]? Por repetirlo, otorgándoles los territorios junto con las
poblaciones de la Rusia histórica".
Aunque
Putin no utilice el término, está claro que fue una maniobra que sólo puede
explicarse por el sentimiento antirruso de los bolcheviques: una traición.
Putin no se detiene a pensar en el hecho de que la Revolución Rusa fue la
revolución de la emancipación social y nacional, que incluía
tanto los componentes de igualdad entre los ciudadanos como los de igualdad
entre los pueblos oprimidos en la Rusia zarista. Esta es la razón por la cual
tenían los bolcheviques en sus filas a tantos representantes de diversas
etnias, y por la que insistieron ellos -y Lenin en particular- en la necesidad
de luchar contra el chovinismo granruso.
Crearon
repúblicas para que las naciones del antiguo Imperio se sintieran realmente
partícipes de la nueva mancomunidad socialista, y originalmente pensaron incluso
que el mundo entero, al hacerse comunista, se unificaría en una sola república
socialista soviética (de ahí que no hubiera términos geográficos en el nombre
de la URSS). Esta idea de una única república socialista mundial en la que se
superen las contradicciones entre las diferentes etnias explica la anexión de
las repúblicas bálticas en 1940 (en lugar de mantenerlas como estados aliados,
como ocurrió después de 1945 en Europa del Este), así como que tanto los
comunistas yugoslavos como, sobre todo, los chinos, después de sus exitosas
revoluciones, sugirieran unificar sus países con la Unión Soviética.
"De
nuevo me pregunto: ¿por qué era necesario hacer regalos tan generosos, que ni
siquiera habían soñado antes los nacionalistas más ardientes, y otorgar incluso
a las repúblicas el derecho a separarse del Estado unido sin ninguna
condición?" La respuesta es sencilla: no fue un sentimiento
antirruso especial el que motivó la creación de las repúblicas soviéticas. Se
debió al origen de la revuelta contra el zarismo y a la visión de un nuevo
mundo de igualdad nacional.
Esas
extendidas acusaciones contra los bolcheviques, las de haber entregado
arbitrariamente inmensos territorios rusos, cuestionan implícitamente la
legitimidad de todas las repúblicas, no sólo de Ucrania. En el discurso, por
supuesto, se singulariza a Ucrania mostrando que fue improvisada primero por
Lenin, luego por Stalin, que le entregó algunos territorios polacos, rumanos y
húngaros al final de la Segunda Guerra Mundial, y finalmente por Jruschev, que
"por la razón que fuera" le hizo entrega de Crimea.
La
traición de las élites comunistas
¿Qué pasó
después? "...El Terror Rojo y la rápida transición a la dictadura
estalinista, el predominio de la ideología comunista y el monopolio del poder
por parte del Partido Comunista, la nacionalización y el sistema de economía
nacional planificada, todo ello convirtió de hecho [el derecho de secesión] en
una simple declaración, en una formalidad, en el principio declarado, pero no
en el principio de funcionamiento del sistema estatal" El derecho de las
repúblicas a la autodeterminación y la secesión era sólo letra muerta mientras
el Partido Comunista soviético fuese fuerte y estuviera centralizado. El daño
inicial de 1922 no se manifestó.
Sin
embargo, eso empezó a cambiar en los años 80 con la profunda crisis de la
economía y la sociedad soviéticas. La crisis estimuló los crecientes
"apetitos de las élites locales. Cada una de estas élites... con el fin de
ampliar la base de apoyo, comenzó a estimular sin miramientos, a alentar los
sentimientos nacionalistas, a jugar con ellos, prometiendo a sus potenciales
partidarios lo que quisieran". Dado que la legitimidad del régimen
soviético se derrumbó, la nueva legitimidad debía encontrarse en el nacionalismo
étnico, y el derecho a la secesión fue la herramienta perfecta para realizar
tales objetivos. En este sentido, Putin dispone de una base muy sólida. Este
fue el proceso que desintegró no sólo la URSS, sino también Yugoslavia y
Checoslovaquia, y creó 23 o, si incluimos todas las repúblicas adicionales, 28
estados. Fue el proceso presagiado por Hélène Carrère d'Encause en su L'empire
éclaté [El imperio que estalló] y por Wisla Suraska en How
the Soviet Union Disappeared [Cómo desapareció la Unión Soviética]
(reseñado en esta página digital). Pero es difícil ver de qué modo el proceso
fue específicamente antirruso. Todas las élites, incluida aquellas de Yeltsin
que llevaron a Putin al poder, jugaron al mismo juego, vistiéndose con
ropajes nacionalistas.
Así, en
1989, el Pleno del PCUS adoptó, según cita Putin, declaraciones como: "A
las Repúblicas de la Unión pertenecen todos los derechos, que reflejan su
condición de estados socialistas soberanos" y "Las más altas
autoridades representativas de las Repúblicas de la Unión pueden protestar y
suspender la aplicación de las resoluciones y órdenes del Gobierno de la Unión
en su territorio". La ruptura de la URSS era, pues, sólo cuestión de
tiempo. Esa ruptura, así como la creación de nuevos estados independientes no
la llevaron a cabo los líderes nacionalistas, dice Putin, que ahora,
especialmente en Ucrania, afirman esto, sino que "la ruptura de nuestro
país se llevó a cabo a causa de los errores históricos y estratégicos de los
líderes bolcheviques y la dirección del Partido Comunista de la URSS".
Esa fue
la segunda traición.
La
traición de los Estados Unidos
Rusia,
dice Putin, aceptó ese resultado desigual e injusto y se comportó con las
nuevas repúblicas con espíritu de amistad. Putin enumera aquí, con respecto a Ucrania,
una serie de "buenas acciones" realizadas por Rusia, tales como las
masivas subvenciones efectuadas entre 1991 y 2013, estimadas en 250.000
millones de dólares, el pago de todas las deudas ucranianas (acumuladas bajo la
Unión Soviética), etc. Todo ello tuvo lugar a pesar de los constantes intentos
de Ucrania de engañar a Rusia ("robo banal de gas") y de faltar a los
compromisos adquiridos (devolver parte de los activos soviéticos que fueron
asignados a Rusia).
Rusia
deseaba asimismo establecer relaciones cordiales de amistad con los Estados
Unidos. En el año 2000, Putin, en un detalle que afirma mencionar públicamente
sólo ahora, preguntó a Bill Clinton cómo reaccionarían los Estados Unidos si
Rusia pidiera la entrada en la OTAN. Según Putin, le sorprendió la reacción tan
reservada de Clinton. Cuanto más tiempo pasaba, más evidente era para Putin que
los Estados Unidos trataban a Rusia como a un enemigo: los planes militares
oficiales de Estados Unidos así lo dicen. En estos planes, Ucrania es el
trampolín para que Estados Unidos pueda amenazar militarmente a Rusia. Los
norteamericanos han renovado varios aeropuertos ucranianos, y con las nuevas
armas, incluidas las nucleares tácticas, todo el territorio ruso hasta los
Urales, y aparentemente en un futuro próximo incluso más allá de los Urales, es
un objetivo fácil para el armamento estadounidense. Tales sistemas pueden
lanzar cohetes Tomahawk contra Moscú en 35 minutos y misiles hipersónicos en
cinco minutos.
Todo esto
se produjo en el contexto de las garantías verbales estadounidenses de que la
OTAN no se expandiría, "que resultaron ser sólo palabras", y además
"más tarde, ellos [Occidente] comenzaron a asegurar que la adhesión a la
OTAN de los países de Europa Central y Oriental sólo mejoraría [sus] relaciones
con Moscú, aliviaría a estos países de los temores de un pesado legado
histórico, e incluso crearía, por añadidura, un cinturón de estados amigos de
Rusia. Todo acabó resultando exactamente lo contrario".
Esta fue
la tercera traición.
¿Qué
hacer?
¿Qué se
puede concluir de esta visión de la Historia que es en muchos aspectos precisa,
pero estrecha en el sentido de que todas las acciones se contemplan desde un
solo ángulo? La enemistad con Rusia. La razón de ser de todo es, de alguna
manera, el debilitamiento de Rusia y el engaño para que se someta. Creo que
esperar que cambie esta visión del mundo mediante pequeños ajustes en
posiciones y relaciones resulta casi imposible. Se trata de una interpretación
de la Historia tan arraigada y tan fuerte que tal vez sólo veinte años de
política explícitamente prorrusa por parte de todo el mundo podrían empezar a
cambiarla. Sin embargo, no es eso lo que está previsto.
Lo único
bueno -si es que algo hay- y eso suponiendo también que el mundo consiga
sobrevivir a los próximos años sin un conflicto importante, es que la lectura
atenta del discurso de Putin y la constatación de que sus opiniones son
compartidas por amplios segmentos de la población y la élite rusas podrían impulsar
a los políticos occidentales a tratar a Rusia con una mayor conciencia de estos
traumas históricos y una mayor consideración en el futuro, a fin de evitar otro
escenario similar.
Economista serbio-norteamericano y reconocido
especialista en desarrollo y desigualdades, es profesor visitante en el
Graduate Center de la City University of New York (CUNY), así como investigador
titular en el Luxembourg Income Study (LIS). Con anterioridad, fue economista
jefe del Departamento de Investigación del Banco Mundial.
Fuente:
globalinequality, 22 de febrero de 2022
Traducción:
Lucas Antón
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