Con el pretexto
de la guerra en Ucrania Estados Unidos quiere evitar que Europa comercie con
China y Rusia
Por Michael Hudson
Rebelion
12/02/2022
Fuentes: Observatorio de la crisis
«La rivalidad económica y bélica de Estados Unidos
tiene como objetivo mantener a Europa y a sus aliados asiáticos dentro de su
órbita económica. Se exige a Alemania, y a otros aliados, que impongan
sanciones dirigidas contra el bienestar económico de sus propias naciones al
impedirles comerciar con países fuera de la órbita del área del dólar
estadounidense».
El
Telón de Acero de las décadas de 1940 y 1950 se diseñó ostensiblemente para aislar
a Rusia de Europa occidental y para impedir de esta manera la llegada de las
ideas del comunismo. Las sanciones de hoy está dirigido para evitar que sus
aliados occidentales abran más el comercio y las inversiones con Rusia y China.
El objetivo no es tanto aislar a Rusia y China sino mantener a sus “aliados”
firmemente dentro de la órbita económica de Estados Unidos. Para eso sus
aliados deben renunciar a los beneficios de importar gas ruso y productos
chinos, y deberían comprar gas licuado (GNL) estadounidense a precios mucho más
altos.
Lo
que preocupa a los estadounidenses, y a su brazo armado, la OTAN, es que
Alemania, y muchas naciones a lo largo de la ruta de la Franja y la Ruta
comprendan que puedan obtener grandes ganancias al abrirse al comercio y la
inversión pacífica.
Si
no hay un plan ruso o chino para invadir a Ucrania o a Europa, ¿cuál es la
necesidad de la OTAN? ¿Cuál es la necesidad de realizar grandes compras de
equipo militar estadounidense por parte de sus ricos aliados? Y si no existe una
confrontación, ¿por qué estos países necesitan sacrificar sus intereses
comerciales y financieros y, depender exclusivamente de los exportadores
estadounidenses?
Estas
son las preocupaciones que han llevado al primer ministro francés, Macron, a
invocar al fantasma de Charles de Gaulle e instar a Europa a alejarse de lo que
él llama la Guerra Fría de la OTAN y su «muerte cerebral». Por esta razón,
Macron critica los acuerdos comerciales favorables a Estados Unidos que imponen
costos crecientes a Europa mientras se les niega las ganancias de un comercio
con Eurasia. Por esta misma razón Alemania se resiste a que se prescinda el gas
ruso bloqueando el gasoducto Nord Stream 2.
En
lugar de una amenaza militar real de Rusia y China, el problema para los
estrategas estadounidenses es la ausencia de tal amenaza. Todos los países se
han dado cuenta que el mundo ha llegado a un punto en que ninguna economía
industrial tiene la capacidad política para movilizar un ejército permanente
del tamaño que sería necesario para invadir a un adversario significativo. Este
costo político hace que sea antieconómico para Rusia tomar represalias contra
el aventurerismo de la OTAN que incita a su frontera occidental una respuesta
militar. Simplemente no vale la pena apoderarse de Ucrania.
La
creciente presión de La Casa Blanca sobre sus aliados amenaza con sacarlos de
la órbita estadounidense. Durante más de 75 años la mayoría de los países
tuvieron pocas alternativas a la hegemonía estadounidense. Pero ahora esta
época está cambiando. Estados Unidos ya no tiene el poder monetario y el
superávit comercial que le permitió elaborar las reglas de comercio e inversión
del mundo desde 1945.
La
amenaza para el dominio estadounidense es que China, Rusia (el corazón del
mundo según Mackinder) ofrecen mejores oportunidades comerciales y de inversión
que las que ofrece Estados Unidos.El ejemplo más evidente es la campaña de EEUU
para impedir que Alemania autorice el gasoducto Nord Stream 2. Angela Merkel
acordó con Donald Trump gastar $ 1 mil millones en la construcción de un nuevo
puerto para volverse más dependiente del GNL estadounidense. Pero, el plan se
canceló después que las elecciones estadounidenses y alemanas cambiaran a ambos
líderes.
Lo
único que les queda a los estadounidenses para bloquear las compras europeas de
gas ruso y provocar a Rusia con una respuesta militar en Ucrania. Lo explicó la
subsecretaria de Estado, Victoria Nuland, en una conferencia de prensa el 27 de
enero: «Si Rusia invade Ucrania de una forma u otra, Nord Stream 2 morirá». El
problema para EEUU es crear un incidente adecuado que le permita presentar a
Rusia como el agresor.
En
2014 Nuland ya había dicho groseramente quién dictaba las políticas de los
miembros de la OTAN: “A la mierda con la UE”, dijo cuando su embajador en
Ucrania respaldó la sangrienta masacre neonazi de Maidan que marcó el comienzo
de ocho años de guerra civil. El resultado ha devastado a Ucrania tanto como lo
ha hecho las invasiones estadounidenses de Siria, Irak y Afganistán. Esta no es
la política de paz o la democracia liberal que los votantes europeos
habitualmente dicen respaldar.
Las
sanciones comerciales impuestas por Estados Unidos a sus aliados europeos se
extienden a todo el espectro comercial. Un ejemplo reciente es Lituania, este
país asolada por la austeridad, renunció a su mercado agrícola y de queso con
Rusia, y está impidiendo que su ferrocarril transporte potasa al puerto báltico
de Klaipeda. La empresa portuaria ha declarado: “Lituania perderá cientos de
millones de dólares al detener las exportaciones de Bielorrusia y podría
enfrentar reclamos legales de $ 15 mil millones por incumplimiento de
contratos”. Lituania había aceptado las exigencias de Washington para que
reconociera a Taiwán, lo que provocó que China se negara a importar productos
alemanes u otros que incluyan componentes fabricados en Lituania.
Europa
tendrá que aceptar el aumento de los precios de la energía y de los productos
agrícolas al dar prioridad a las importaciones desde los Estados Unidos y al
renunciar a los vínculos con rusos, bielorrusos y otras naciones fuera del área
del dólar. Para el Ministro de Relaciones Ruso, Sergey Lavrov: “Cuando Estados
Unidos piensa que algo conviene a sus intereses, puede traicionar a aquellos
que hasta ayer eran sus amigos, traicionan a quienes que atendieron a sus
posiciones en todo el mundo”.
Estados Unidos daña las economías de sus aliados, no
las de Rusia y China
Lo
que parece irónico es que las sanciones contra Rusia y China han terminado
ayudándoles en lugar de perjudicarlos. Al parecer, el objetivo principal no era
dañar a las economías rusa y china, después de todo, es axiomático que las
sanciones obligan a los países afectados a ser autosuficientes. Privados de
queso lituano, los productores rusos han producido el suyo propio y ya no
necesitan importarlo del estado báltico.
La
rivalidad económica de Estados Unidos tiene como objetivo mantener a Europa y a
sus aliados asiáticos dentro de su órbita económica. Se exige a Alemania (y a
otros aliados) que impongan sanciones dirigidas contra el bienestar económico
de sus propias naciones al impedirles comerciar con países fuera de la órbita
del área del dólar estadounidense.
Aparte
de la amenaza de una guerra real como resultante de la belicosidad de Joe
Biden, el costo para los aliados de Estados Unidos, que se han rendido a sus
demandas, se está volviendo tan alto que ahora es políticamente inaceptable.
Durante casi un siglo la mayoría de los países han tenido pocas alternativas y,
se han visto obligado a aceptar reglas comerciales y de inversión que han
favorecido la economía estadounidense (a cambio recibían apoyo financiero y
seguridad militar).
Hoy
el mundo observa con interés como surge una fuerte alternativa: una alternativa
que ofrece los beneficios de la Franja y la Ruta de China y la disposición de
Rusia para aceptar inversión extranjera con el fin de modernizar su
organización industrial.
Desde
los últimos años de la Segunda Guerra Mundial, la diplomacia estadounidense ha
tenido como objetivo convertir a Gran Bretaña, Francia y, especialmente, a
Alemania y Japón, en dependencias económicas y militares. Como documenté en el
libro Super Imperialismo, los diplomáticos estadounidenses destruyeron el
Imperio Británico y absorbieron el área de la libra esterlina mediante los
onerosos términos impuestos por el Acuerdo de Préstamo Anglo-Americano de 1946.
Los términos de este obligaron a Gran Bretaña a renunciar a su política
Imperial preferencial y desbloquear los saldos en libras esterlinas que la
India y otras colonias habían acumulado para sus exportaciones de materias
primas durante la guerra, abriendo así la Commonwealth británica a las
exportaciones estadounidenses.
Gran
Bretaña se comprometió a no recuperar sus mercados anteriores a la guerra
devaluando la libra esterlina. Luego, los estrategas estadounidenses crearon el
FMI y el Banco Mundial para promover sus mercados de exportación y disuadir así
la competencia de Gran Bretaña y otros antiguos rivales.
Los
debates en la Cámara de los Lores y la Cámara de los Comunes mostraron que los
políticos británicos reconocieron que estaban siendo relegados a una posición
económica subordinada, pero sintieron que no tenían otra alternativa. Y una vez
que se dieron por vencidos, los estadounidenses tuvieron las manos libres para
confrontar al resto de Europa.
El
poder financiero ha permitido a Estados Unidos continuar dominando la
diplomacia occidental a pesar de que se vio obligado a abandonar el oro en 1971
como resultado de los costos de la balanza de pagos por su descomunal gasto
militar en el extranjero. Durante el último medio siglo, los países han
mantenido sus reservas monetarias internacionales en dólares estadounidenses,
principalmente en valores del Tesoro, en cuentas bancarias y en otras
inversiones financieras en la economía estadounidense. El estándar del Tesoro
obliga a los bancos centrales extranjeros a financiar el déficit militar de la
balanza de pagos de Estados Unidos y, en el proceso, el déficit presupuestario
del gobierno nacional.
El
tesoro estadounidense puede imprimir dinero sin límites, como lo ha demostrado
la MMT, pero Washington necesita un reciclaje de dólares con la banca
extranjera para equilibrar sus pagos internacionales y respaldar el tipo de
cambio del dólar. Si el dólar bajara, a los países extranjeros les resultaría
mucho más fácil pagar las deudas en dólares en sus propias monedas.
Entonces,
los precios de las importaciones estadounidenses aumentarían y sería más
costoso para sus inversores comprar activos extranjeros. Y los capitales
extranjeros perderían dinero en acciones y bonos estadounidenses denominados en
sus propias monedas, y los abandonarían. Los bancos centrales, en particular,
asumirían una pérdida por los bonos en dólares del Tesoro (que mantienen en sus
reservas monetarias) y, verían que su interés reside en abandonar el dólar.
Los
esfuerzos de Washington para mantener sus protectorados de Europa y Asia
oriental se ven amenazados por el surgimiento de China y Rusia, mientras que su
economía se está desindustrializando como resultado de sus propias decisiones
políticas. La dinámica industrial que hizo que Estados Unidos fuera tan
dominante desde finales del siglo XIX hasta la década de 1970 ha dado paso a
una financiarización neoliberal. Es por eso que los diplomáticos
estadounidenses deben obligar a sus aliados a bloquear sus relaciones
económicas con la Rusia postsoviética y la China socialista, cuyo crecimiento
está superando al de Estados Unidos y cuyos acuerdos comerciales ofrecen más
oportunidades de beneficio mutuo a todas las naciones.
La
cuestión es cuánto tiempo puede Estados Unidos asediar a sus aliados, que están
deseosos de aprovechar el crecimiento económico de China. ¿Alemania, Francia y
otros países de la OTAN se decidirán a buscar su propia prosperidad en lugar de
dejar que el estándar del dólar desvíe su excedente económico?
La diplomacia petrolera y el sueño de Estados Unidos
para la Rusia postsoviética
La
expectativa de Gorbachov y otros funcionarios rusos en 1991 era que su economía
se volviera hacia Occidente. La expectativa mutua de Rusia y Europa Occidental
era que los inversionistas alemanes, franceses y otros reestructuraran la
economía postsoviética.
Pero,
este no era el plan de Estados Unidos. Significativamente el senador John
McCain llamó a Rusia “una estación de servicio con bombas atómicas”, Ese era el
sueño de Estados Unidos. Eso es lo querían que fuera Rusia: que las compañías
de gas rusas pasarán al control de los accionistas estadounidenses, comenzando
con la compra de Yukos según lo acordado con Mikhail Khordokovsky.
Lo
último que los estrategas estadounidenses querían ver era una Rusia revivida y
próspera. Los asesores estadounidenses buscaron privatizar los recursos
naturales de Rusia, y otros activos, entregándoselos a cleptócratas que podían
“sacar provecho” vendiéndolos después, a inversores estadounidenses a cambio de
divisas. El resultado fue un colapso económico y demográfico en todos los
estados postsoviéticos.
De
alguna manera, Estados Unidos se ha estado convirtiendo en su propia versión de
una gasolinera con bombas atómicas (y exportación de armas). Su diplomacia
petrolera tiene como objetivo controlar el comercio mundial del petróleo para
que sus enormes ganancias recaigan en sus compañías petroleras.
Fue
para mantener el petróleo iraní en manos de British Petroleum que Kermit
Roosevelt, de la CIA, trabajó con la Anglo-Persian Oil Company de British
Petroleum para derrocar al líder electo de Irán, Mohammed Mossadegh, en 1954,
cuando trató de nacionalizar la compañía después de que se negara década tras
década a realizar sus contribuciones prometidas a la economía. Después de
instalar al Sha, cuya democracia se basaba en un estado policial vicioso, Irán
amenazó una vez más con actuar como dueño de sus propios recursos petroleros.
Por lo tanto, una vez más se enfrentó a las sanciones patrocinadas por Estados
Unidos, que siguen vigentes en la actualidad.
En
los casos en que gobiernos como Arabia Saudita y los petro-estados árabes
vecinos hayan tomado el control, las ganancias de exportación de su petróleo se
depositarán en los mercados financieros estadounidenses para respaldar el tipo
de cambio del dólar y el dominio financiero de EEUU.
Cuando
se cuadruplicaron los precios del petróleo en 1973-74 (en respuesta a la
cuadruplicación de los precios de exportación de granos por parte de EEUU), el
Departamento de Estado le dijo a Arabia Saudita que podía cobrar tanto como
quisiera por su petróleo pero tenía que reciclar sus ganancias de exportación
de petróleo en valores denominados en dólares, principalmente en valores
del Tesoro y cuentas bancarias de EEUU, junto con algunas participaciones
minoritarias de acciones y bonos (pero sólo como inversores pasivos).
El
segundo modo de reciclar las ganancias de las exportaciones de petróleo fue las
exportaciones de armas y Arabia Saudita se convirtió en uno de los mayores
clientes del complejo militar-industrial.
Ahora
que todo el mundo está viendo el alboroto sobre Ucrania, hay que aclarar que
Estados Unidos no tiene un ejército de combate. Lo que tiene es lo que solía
llamarse un “ejército insaciable”. El complejo industrial militar produce
armamento como una especie de bien de prestigio para que los gobiernos
presuman, no para la lucha real. Como la mayoría de los artículos de lujo, el
margen de beneficio es muy alto. Después de todo esta es la condición de la
alta moda.
A
veces, por supuesto, se usa la fuerza militar. En Irak, George W. Bush y Barack
Obama utilizaron al ejército para apoderarse de las reservas de petróleo del
país, lo mismo hicieron con las reservas de Siria y Libia. El control del
petróleo mundial ha sido el sostén de la balanza de pagos de Estados Unidos. A
pesar de la campaña global para frenar el calentamiento del planeta, los
Washington continúa viendo al petróleo como la clave de la supremacía económica
de Estados Unidos. Es por eso que el ejército de los EEUU todavía se niega a
obedecer las órdenes de Irak de abandonar su país, manteniendo a sus tropas
para controlar del petróleo iraquí, y por eso acordó con los franceses destruir
Libia y todavía tiene tropas en los campos petroleros de Siria. Más cerca de
casa, el presidente Biden aprobó la perforación en alta mar y apoya la
expansión de Canadá de sus arenas bituminosas de Athabasca, el petróleo
ambientalmente más sucio del mundo.
Junto
con las exportaciones de petróleo y alimentos, las exportaciones de armas
respaldan la financiación de los gastos militares estadounidenses en el
extranjero en sus 750 bases en el extranjero. Pero sin un enemigo permanente
que amenace constantemente en las puertas de sus dominios, la existencia de la
OTAN se desmorona. ¿Porqué los países deberían comprar submarinos,
portaaviones, aviones, tanques, misiles y otras armas s nos son amenazados?
A
medida que Estados Unidos se ha desindustrializado, su déficit comercial y de
balanza de pagos se está volviendo más problemático. Necesita con urgencia
exportar armas para ayudar a reducir su creciente déficit comercial y también
para subsidiar su aviación y sectores civiles relacionados. El desafío es cómo
mantener su prosperidad y dominio mundial a medida que se desindustrializa
mientras el crecimiento económico avanza rápidamente en China y ahora en Rusia.
Estados
Unidos ha perdido su ventaja en sus costos industriales, ¿la razón? el fuerte
aumento en sus costos de vida y una economía rentista financiarizada. Como
explicó Seymour Melman en la década de 1970, el capitalismo del Pentágono se
basa en contratos de costo incrementado: cuanto más altos son los costos del
hardware militar, más ganancias reciben sus fabricantes. Por lo tanto, sus
costos tienen un exceso de ingeniería del artilugio; un inodoro cuesta $ 500 en
lugar de $ 50. Este es el principal atractivo de los artículos de lujo,
incluido el hardware militar: su alto precio.
Este
es el trasfondo de la furia estadounidense: su fracaso en apoderarse de los
recursos petroleros de Rusia. Ahora ven con espanto como Rusia exporta armas
que suelen ser mejores y mucho menos costosas que las suyas. Hoy los rusos no
sólo rivalizan con el gas estadounidense (LNG), sino que también defienden su
petróleo para financiar su reindustrialización, con el fin de reconstruir su
economía destruida por el «terapia de choque” patrocinada por los Chicago Boys
de la década de 1990.
La
estrategia de EEUU busca mantener el control del suministro mundial de petróleo
mientras mantiene un mercado de exportación de armas de lujo a través de la
OTAN. Por esa razón insiste majaderamente en que Rusia está a punto de invadir
Ucrania, como si Rusia tuviera algo que ganar con una guerra de atolladero.
Este invierno lo que estamos viendo es un largo intento para enfrentar a la
OTAN contra Rusia, sin éxito.
EEUU sueña con una China neoliberalizada
Estados
Unidos se ha desindustrializado por una política deliberada de drástica
reducción de los costos de producción; sus empresas manufactureras han buscado
mano de obra barata en el extranjero, sobre todo en China. Este cambio fue
visto como una ganancia mutua. Se esperaba que los bancos e inversores
estadounidenses aseguraran el control y las ganancias de la industria china. La
rivalidad era entre los empleadores estadounidenses y la mano de obra
estadounidense, y el arma de esta guerra de clases era la deslocalización (y en
este proceso la reducción del gasto social del gobierno).
La
guerra de clases contra el trabajo sindicalizado comenzó en la Administración
Carter y se aceleró cuando Bill Clinton abrió la frontera sur con el TLCAN. Se
establecieron las maquiladoras a lo largo de la frontera para suministrar mano
de obra a bajo precio. Esto se convirtió en un centro de ganancias corporativas
tan exitoso que Clinton presionó para admitir a China en la Organización
Mundial del Comercio en diciembre de 2001.
El
sueño era que China se convirtiera en un centro de ganancias para los
inversionistas estadounidenses, produciendo para las empresas estadounidenses y
financiando la inversión de capital tomando de prestados los dólares
estadounidenses, Pretendían organizar una bolsa de valores que, como la de
Rusia en 1994-1996, se convertiría en un proveedor líder de ganancias para el
capital financiero de los inversores estadounidenses.
Walmart,
Apple y muchas otras empresas se instalaron en China, lo que necesariamente
implicó transferencias de tecnología y la creación de una infraestructura
eficiente para el comercio de exportación. Goldman Sachs lideró la incursión
financiera y ayudó a que el mercado de valores de China se disparara. Todo esto
era lo que Estados Unidos había estado intentando.
¿En
qué se equivocó el sueño neoliberal de los Estados Unidos? Para empezar, China
no siguió la política del Banco Mundial de obligar a los gobiernos a pedir
prestado en dólares para contratar empresas de ingeniería estadounidenses. Se
industrializó de la misma manera que lo hicieron Estados Unidos y Alemania a
fines del siglo XIX: mediante una fuerte inversión pública en infraestructuras
para satisfacer las necesidades básicas a precios subsidiados o gratuitamente,
desde atención médica y educación hasta transporte y comunicaciones, a fin de
minimizar el costo de vida que tenían que pagar los empresarios y exportadores.
Lo que es más importante, China evitó el servicio de la deuda externa al crear
su propio dinero y mantener las instalaciones de producción más importantes en
sus propias manos.
Las demandas de EE. UU. están sacando a sus aliados de
la órbita comercial y monetaria del dólar y la OTAN
Como
en una tragedia griega clásica, la política exterior de Estados Unidos está
provocando precisamente el resultado que más teme. Exagerando su política
injerencista con sus propios aliados de la OTAN, los diplomáticos
estadounidenses están provocando el escenario de pesadilla de Kissinger, están
uniendo a Rusia y China.
Mientras
que a los aliados de Estados Unidos se les dice que asuman los costos de las
sanciones estadounidenses, Rusia y China se benefician al verse obligadas a
diversificarse y hacen que sus economías sean independientes de los proveedores
estadounidenses. Sobre todo, estos dos países están creando sus propios
sistemas de compensación bancaria y crédito desdolarizados, y mantienen sus
reservas monetarias en forma de oro, euros y utilizan sus propias monedas para
llevar a cabo el comercio y la inversión.
Esta
desdolarización proporciona una alternativa al poder unipolar de EEUU. A medida
que los países extranjeros y sus bancos centrales se desdolarizan, ¿en qué se
apoyará al dólar? Sin la línea de crédito gratuita proporcionada por los bancos
centrales que automáticamente reciclan los gastos militares estadounidenses
(con un rendimiento mínimo), ¿cómo puede Estados Unidos equilibrar sus pagos
internacionales frente a su desindustrialización?
Estados
Unidos no puede simplemente revertir su desindustrialización y la dependencia
de la mano de obra china y asiática trayendo la producción de regreso a casa.
Ha construido una sobrecarga rentista demasiado alta para poder competir
internacionalmente. Sus asalariados deben pagar altos y crecientes costos en
educación, vivienda, servicios de deudas, seguro médico, y servicios de
infraestructura privatizados.
La
única forma de que Estados Unidos sostenga su equilibrio financiero
internacional es mediante la fijación de precios de monopolio de sus
exportaciones de armas, de sus productos farmacéuticos patentados y de las
tecnologías de la información; en otras palabras, difundiendo la política
económica neoliberal en todo el mundo de manera que obligue a otros países a
depender de los préstamos e inversiones estadounidenses.
Esa
no es una manera para que crezcan las economías nacionales. La alternativa a la
doctrina neoliberal son las políticas de crecimiento de China que de hecho ha
seguido la misma lógica por la que Gran Bretaña, Estados Unidos, Alemania y
Francia alcanzaron el poder industrial durante sus comienzos con un fuerte
apoyo gubernamental y programas de gasto social.
Estados
Unidos ha abandonado esa política industrial desde la década de 1980. Está
imponiendo las políticas neoliberales que desindustrializaron el Chile
pinochetista, la Gran Bretaña thatcherista y las antiguas repúblicas soviéticas
posindustriales, los países bálticos y Ucrania desde 1991. Su prosperidad
altamente polarizada y apalancada por la deuda se basa en inflar los bienes
raíces y los precios de los valores y la privatización de la infraestructura.
El
neoliberalismo ha sido un camino para convertir a la nación “excepcional” en
una economía fallida y, de hecho, en un estado fallido, obligado a sufrir la
deflación de la deuda, aumentar los precios de la vivienda y alquileres, así
como costos médicos y de otras resultantes de la privatización, que otros
países proporcionar gratuitamente o de precios subvencionados como atención de
la salud, educación, seguro médico y pensiones.
El
éxito de la política industrial de China con una economía mixta y un control
estatal del sistema monetario y crediticio ha llevado a los estrategas
estadounidenses a temer que las economías de Europa Occidental y Asia se
integren más estrechamente con China y Rusia.
Estados
Unidos parece no tener respuesta al acercamiento global con China y Rusia, excepto
con la aplicación de sanciones económicas y beligerancia militar. Esa postura
de una Nueva Guerra Fría es costosa, y muchos países se resisten a asumir el
costo de un conflicto que no tiene ningún beneficio para ellos y, de hecho,
amenaza con desestabilizar su propio crecimiento económico e independencia
política.
Sin
subsidiar a estos países, especialmente cuando China, Rusia y sus vecinos
desdolarizan sus economías, ¿cómo puede Estados Unidos mantener los costos de
balanza de pagos de su enorme gasto militar en el extranjero? Recortar ese
gasto y, recuperar la autosuficiencia industrial y el poder económico
competitivo, requeriría una transformación radical de la política
estadounidense. Tal cambio parece improbable, pero sin él, ¿cuánto tiempo puede
la economía rentista post industrial de Estados Unidos obligar a otros países a
proporcionarle la riqueza económica que ya no produce en casa?
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