Friedrich
Engels moría en Londres el 5 de julio de 1895. Aunque solía decir que él era un
segundo violín ante el maestro, situado siempre y voluntariamente a la sombra
de Marx, en realidad fue el experto en los asuntos militares y estratégicos.
General Engels
El Viejo Topo
5 agosto, 2021
1. A
podado El General por Eleanor, la hija menor de Marx, a la luz
de su periodismo militar, algo que se le pegó de inmediato ya que parecía
reflejar igual una verdad más profunda sobre él: su disciplina, el don de
pensar estratégicamente, la manera en quedirigía el movimiento comunista,
etcétera (Tristram Hunt, Marx’s General. The revolutionary life of
Friedrich Engels, 2009, p. 8), Friedrich Engels fue en efecto uno de los
principales analistas militares de su época. No es que a Marx no le interesaban
las guerras −al final insistía que la violencia era la partera de la
historia−, pero en asuntos militares y estratégicos, el experto era El
General. Engels desarrolló su propio enfoque materialista en cuanto al
poder militar, aunque en una curiosa negación a esto y a su propia aversión a
los grandes hombres, se mostraba poseído −muy en el espíritu rancieriano
(véase: Jacques Rancière, The names of history, 1994)− por nombres
y figuras de verdaderos grandes generales de la historia: Garibaldi, Napier,
Napoleón, Wellington… (Hunt, p. 216).
2. En sus
textos, a menudo ignorados por futuras generaciones de socialistas-pacifistas
−con notables excepciones de Lenin, Trotsky o Mao− no sólo analizaba los
conflictos actuales (el levantamiento en Hungría, la guerra de Crimea, la
guerra franco-prusiana, la guerra civil en Estados Unidos, etcétera), sino
pretendía ver qué lecciones de las guerras interestatales se podían sacar para
las guerras de clases. Ofrecer un surplus teórico para el futuro de
la revolución, esperando que en algún −inevitable− conflicto mundial los
proletarios vueltos soldados voltearían sus armas en contra de sus enemigos de
clase y del capitalismo mismo.
A pesar de
grandes cambios tecnológicos y estratégicos, sus teorizaciones guardan su
relevancia (bit.ly/3cuBxjf), sobre todo en cuanto a las
maneras de cómo el desarrollo de las fuerzas armadas y de la tecnología militar
siguen el simultáneo desarrollo del capitalismo y la evolución del Estado o de
cómo el avance tecnológico y la introducción del nuevo tipo de armamento
(véase: F. Engels, The history of the rifle, 1860) moldean el
moderno campo de la batalla.
3. Su
contribución radicaba, principalmente, en poner la guerra en contexto del
desarrollo capitalista. Para él, el principal ganador del progreso
militar −muy por encima de la economía y de la sociedad−, era el Estado. Sólo
éste, dada su posición monopolística, tenía recursos necesarios para
adquirir los nuevos, centralizados medios de la destrucción a gran escala y
construir y mantener la fuerza de trabajo −el ejército− necesaria para
operarlos.
Para Engels, el
avance tecnológico-militar resultaba incluso en la formación de un modo
social de exterminación, distinto al modo social de producción que
con su propia dinámica completaba al capitalismo (sic). Igualmente,
por encima del sector privado, enfatizaba el rol del Estado en el desarrollo de
las tecnologías militares y de las fuerzas armadas, algo que cobró particular
relevancia en el siglo XX y sigue coexistiendo con un trend de
ir privatizando las guerras y relegando la labor de la muerte a las
compañías privadas, ante la reorganización neoliberal del Estado.
4. Nunca dejó
que sus camaradas se olvidaran de sus tiempos en las barricadas. Teniendo
experiencia militar (la artillería de la Guardia Real Prusiana, duodécima
compañía), tras el golpe de Estado en Prusia (1849) se enlistó en el cuerpo de
voluntarios de August Willich para luchar en contra del absolutismo prusiano:
“izó la bandera roja sobre su Barmen natal y resistía hasta donde se podía a la
infantería regular, huyendo bajo fuego por el Schwarzwald…” (Hunt,
p. 149), primero a Suiza, luego a Inglaterra. Esta experiencia resultó crucial
en su papel del principal estratega del socialismo internacional, alimentando
su desconfianza en prematuros levantamientos y oposición, junto a Marx, a
posteriores llamados de Willich a la inmediata acción militar, viéndolos
como una amenaza a la causa comunista.
Para él, tanto
la derrota del ejército campesino de Münzer (1525), aplastado por aliados de
Lutero, como los fracasos de las primaveras 1848-9, tenían que ver
por igual con disparidades entre la base económica y la superestructura
política y malas decisiones militares (frente a lo que, junto con Marx,
desarrolló su teoría de la revolución permanente, relaborada luego por
Trotsky).
5. Lejos de
ser el segundo violín a Marx, Engels −cuyo retorno celebramos el
año pasado (véase: Memoria,Nº 276, bit.ly/3jkX8fp)−
ha sido incluso, como argumenta de manera convincente Wolfgang
Streeck, fundador de una independiente rama de la teoría social
materialista que contribuyó al necesario entendimiento de la política y el
Estado. Así complementó la concepción materialista de la historia desarrollada por
Marx −y él mismo− como una crítica de la economía política,
con algo-como-una-teoría del Estado y la política. En ningún campo se
manifiesta mejor esta contribución que en el terreno de lo militar. Marx
incluso, reconociendo su pericia, le encargó escribir un capítulo aparte sobre
la historia militar para el primer tomo de El Capital, idea que no
prosperó, tal vez porque “todos los datos empíricos ofrecidos por él resistían
su ‘subsunción’ en el sistema del fetichismo de la mercancía marxista allí
expuesta” (bit.ly/3hO6W0z).
Artículo publicado originalmente en La Jornada.
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