¿Para qué sirve bajar impuestos a los ricos, como proponen el PP y Vox?
Por Juan Torres López /
Economista
Rebelión
26/04/2021
Fuentes: Público [Foto: Contribuyentes
esperan a ser atendidos en una oficina de la Agencia Tributaria durante la
Campaña de la Renta. EFE]
Las políticas
neoliberales de los últimos cuarenta años han tenido un mantra repetido
constantemente: conviene reducir los impuestos lo más posible sin tener miedo
de que eso repercuta principalmente en beneficio de las rentas más elevadas.
Aseguran que así aumentará el consumo, el ahorro y gracias a ello la inversión,
el empleo y el crecimiento económico. Es decir, se producirá un efecto de «derrame»
o «goteo» desde las rentas más altas que terminará beneficiando a toda la
sociedad.
Los políticos
neoliberales (no necesariamente ubicados en los partidos de la derecha) se
saben bien el argumento, lo reiteran siempre que pueden y lo han llevado a la
práctica allí donde han gobernado.
La presidenta
Ayuso lo ha dicho muy claramente en diversas ocasiones: «Tenemos que ser
atractivos y eso se hace sin maltratar con impuestos. Dándole un trato desigual
a muchas personas que probablemente tienen un mayor poder adquisitivo pero
crean más puestos de trabajo (aquí).
Sin embargo, esta
tesis neoliberal ni tiene fundamento teórico ni funciona en la realidad.
Para que una
bajada de impuestos aumente el consumo de los hogares debe darse un requisito
esencial: la bajada debe concentrarse en las rentas más bajas que son las que
se destinan en mayor medida a la compra de bienes y servicios. Si benefician
principalmente a las más elevadas lo que ocurre es que aumenta el ahorro, Y lo
que sabemos que ha ocurrido en los últimos años y con las reformas que proponen
el Partido Popular y Vox es justo lo contrario, han salido siempre beneficiadas
las rentas más elevadas.
El socialista
Juan Lobato se lo mostró claramente en un debate a Iván Espinosa de los
Monteros cuando este defendía como una medida «a favor de los trabajadores» la
disminución de medio punto del IRPF para todos los niveles de renta en la
Comunidad de Madrid (aquí).
El socialista le mostró que, de esa manera, el 30% de los madrileños que tienen
menos de 12,.000 euros de renta no tendrían ni un euro de beneficio, el
40% que gana menos de 30.000 tendría un beneficio de 5 euros mensuales,
el 23% que gana menos de 60.000 se beneficiaría con 11 euros al mes y el 7% más
rico, eso sí, podría tener un ahorro fiscal de hasta 4.500 euros (aquí).
Por su parte, los técnicos del Ministerio de Hacienda estiman que el 9,3% de
los madrileños que declara en el tramo más alto tendrían 20 veces más ahorro
que el 30% que están en el tramo más bajo (aquí).
El segundo
requisito que debiera darse para que una bajada de impuestos a los ricos como
la que proponen PP y Vox genere más inversión es que esta dependa del mayor
ahorro que se genera (supuestamente) rebajando la fiscalidad de las rentas más
altas. Un supuesto verdaderamente irreal. La inversión depende de los
beneficios esperados y, si acaso, de alguna otra variable como el coste del
crédito necesario para financiarlo. Por tanto, lo más probable que ocurra
después de bajar los impuestos preferentemente a los ricos es que el consumo de
los hogares no baje y que se reduzca el gasto y la inversión públicos, de modo
que las ventas se reducirán y los beneficios esperados serán menores. Y ni
siquiera se puede creer que el aumento del ahorro se traduzca en mejores
posibilidades para la inversión que crea más actividad productiva y más empleo
porque es bien sabido que el sistema financiero ofrece hoy día las mejores
alternativas de colocación de los fondos ahorrados en la inversión puramente
especulativa.
No obstante, la
mejor prueba de que bajar impuestos a los ricos no produce los efectos
benéficos que dicen los neoliberales es comprobar lo que sucede en la realidad
y los datos son abrumadores. En general, es fácil comprobar que los países en
donde hay más renta per capita y menos tasas de paro no son precisamente los
que tienen tasas impositivas más bajas sino todo lo contrario. O, también, que
ha habido tasas más elevadas de crecimiento económico en las etapas con
fiscalidad más elevada. Y sobre el efecto en particular de los impuestos más
bajos para las rentas más altas la evidencia empírica es igualmente clara. El
último gran análisis sobre este asunto lo publicaron en diciembre David Hope y
Julian Limberg, investigadores de la London School of Economics and Political
Science. En él analizan las consecuencias económicas de los principales
recortes fiscales para los ricos que se han producido en los últimos 50 años en
18 países de la OCDE y sus conclusiones son claras. Estos recortes se han
traducido, en promedio, en un aumento de 0,8 puntos porcentuales en la parte
superior del 1% de la renta nacional antes de impuestos pero ni el PIB real per
cápita, ni la tasa de desempleo se han visto afectados por esos recortes. Sus
efectos, dicen, «son estadísticamente indistinguibles de cero» (aquí).
En un libro de
Emmanuel Saez y Gabriel Zucman publicado hace poco en España (El triunfo de
la injusticia: Cómo los ricos evaden impuestos y cómo hacerles pagar)
también se demuestra que «por primera vez en los últimos cien años, la clase
trabajadora paga hoy tasas impositivas más altas que los multimillonarios» sin que
eso haya venido acompañado de más inversión, más empleo y más actividad
económica, sino todo lo contrario. Y también lo demuestra el Fondo Monetario
Internacional que no parece que sea sospechoso de radicalismo: «aumentar la
participación en los ingresos de los pobres y la clase media en realidad
aumenta el crecimiento, mientras que una participación creciente en los
ingresos del 20% más rico da como resultado un menor crecimiento, es decir,
cuando los ricos se hacen más ricos, los beneficios no se difunden» (aquí).
En fin, las
evidencias empíricas que muestran que lo que dicen los liberales como Aznar,
Ayuso o los dirigentes de Vox es una pura mentira son abrumadoras. Lo único que
consiguen con sus reformas fiscales es dar más renta a los más ricos sin
mejorar la inversión, el empleo o la actividad económica.
Es lógico que
quienes están al servicio de los ricos, o lo sean ellos mismos, digan esas
mentiras para salvaguardar sus intereses. Lo impresionante, sin embargo, es que
se las crean quienes podrían hacer cuentas fácilmente y comprobar que con esas
reformas fiscales no se ven beneficiados; que, en contra de lo que les dicen, a
cambio de ellas no hay más empleos, ni mejores salarios y que los servicios
públicos son cada vez peores porque cuesta más trabajo financiarlos
suficientemente. Resulta impresionante, pero a mí, la verdad, no me sorprende:
a quienes veo en las calles tratando de convencer a la población de sus
propuestas es a las derechas. Se han aprendido el mantra y lo repiten por cada
esquina mientras que las izquierdas están en no sé bien qué otra cosa.
Últimamente, al
finalizar mis charlas hago algo que vi hacer primero a mi querido amigo y
maestro Vicenç Navarro: preguntar a los allí presentes si compran o leen
habitualmente nuestros libros y escritos. Lo normal es que no sean más de 8 o
10 de cada 100 quienes dicen hacerlo. Por eso me resulta impresionante pero no
me sorprende que quienes apenas tienen donde caerse muertos voten a las
derechas que los engañan para quedarse con su dinero. Los progresistas que se
supone deberían saberse bien los argumentos para convencer a sus compatriotas
no se los saben y, si se los saben, no se van a la calle a convencerlos, como
si creyeran que la gente simpatizará con sus propuestas por ciencia infusa.
Eso, en el mejor de los casos, porque algunos se han creído el mantra y lo que
pregonan es que bajar impuestos es de izquierdas.
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