El concepto originariamente marxista de nación, móvil y abierto, es un
antídoto para hacer frente a los enfoques imperantes. La aportación de Marx y
Engels se centra en buscar la base material e histórica de la nación y de los
proyectos nacionales.
LA BASE MATERIAL DE LA NACIÓN
El Viejo Topo
10 febrero, 2021
Los epígonos de
Marx trataron la “cuestión nacional” como un “problema”, y nada aportaron a los
textos de los fundadores, teóricamente hablando, ni siquiera prestaron atención
a sus numerosas y dispersas referencias en sus obras, tratando de explicar
desde el punto de vista material los hechos nacionales y su evolución
histórica. Poco que ver con la ulterior definición de nación de Stalin,
puramente descriptiva, esquemática y dogmática. El concepto originariamente
marxista de nación, móvil y abierto, es el antídoto que precisamos ahora para
hacer frente a los imperantes enfoques hipersujetivistas, idealistas,
primariamente políticos.
La aportación
de Marx y Engels se centra en buscar la base material e histórica de la nación,
y de los proyectos nacionales, entendiendo lo nacional como un tipo de
“totalidad concreta”, donde lo subjetivo y lo objetivo se entrelazan de un modo
específico según cada caso. Hemos buceado en todo tipo de fuentes, procurando
la complementariedad entre las obras teóricas y los artículos de prensa, los conceptos
y sus aplicaciones prácticas. Trabajos de Historia Inmediata –diríamos
desde Historia a Debate– sobre Francia, Alemania, Polonia, Irlanda,
India, China y pueblos eslavos (Capítulo 3), que retroalimentan la teoría y los
métodos que se infieren de los libros y artículos más sesudos (Capítulo 4).
Combinación que nos vacuna contra cualquier sistematización dogmática,
abstracta o cerrada.
En los
artículos ocasionales suelen tomar partido a favor o en contra de los procesos
o reivindicaciones nacionales (proliferan en el siglo XIX), según su interés
para el presente o futuro del proletariado, sujeto principal –pero no único– de
la historia para Marx y Engels. Acostumbran a hacer juicios comprometidos sobre
la viabilidad, necesidad o inconveniencia de tal o cual nación, sus contenidos
o alianzas de clases, llegando en el caso de Irlanda y Polonia a apoyar
públicamente a movimientos nacionalistas concretos, considerando –según veremos
en el libro– que la emancipación nacional de esos países era condición previa
para la emancipación de los trabajadores.
Los conceptos
teórico-metodológicos que han venido siendo tomados de entre las obras de los
fundadores del marxismo para su divulgación y puesta en práctica (fuerzas
productivas, relaciones de producción, modo de producción, formación social) no
sirven, por insuficientes, para profundizar en el análisis del hecho nacional,
interclasista por lo regular. Marx y Engels usaban ante todo la noción de condiciones
de producción, como fue recordado –con escaso seguimiento– por Ber Borojov,
judío sionista y bolchevique ruso muerto a los 36 años en 1917. Su olvido
consciente por parte de los sucesivos marxismos ilustra, además de desinterés
teórico por el tema, el proceso de simplificación y cerrazón del legado de los
fundadores que tanto daño nos hizo política y epistemológicamente.
Marx definía
las condiciones nacionales de producción, y más genéricamente
las condiciones de existencia nacional, como algo que había que
indagar en cada hecho y momento particulares teniendo en cuenta tres partes
interconectadas: condiciones económicas, condiciones
naturales y condiciones históricas (sociedad,
política y cultura), tanto referido a la producción nacional como, en conjunto,
a la comunidad nacional. De ese modo, difícilmente se podría restringir lo
nacional a lo puramente económico (cuya importancia siempre señalan) o a lo
puramente cultural o político (como se hace hoy en día). Por fuerza había
incluir todos los factores diferenciales en los análisis de las naciones
específicas, siempre dependientes al mismo tiempo del espacio y el tiempo, la
economía y la sociedad, la lengua y la cultura, heredadas, transformadas y
legadas a las generaciones futuras. Así lo hicieron ellos mismos en relación
con los procesos nacionales de su tiempo, combinando invariablemente las
dimensiones nacionales e internacionales de las luchas sociales, políticas y
culturales.
Por último,
¿qué provecho tendría hoy implementar la teoría histórico-materialista de
nación que subyace en la obra de Marx y Engels? Comprender mejor, es decir,
globalmente, un fenómeno que está hoy más vivo que nunca, tanto o más que en el
siglo XIX. La globalización ha hecho eclosionar, desde fines del siglo XX, el
hecho nacional resucitando antiguas nacionalidades, impugnando las naciones
modernas y suscitando vastas comunidades nacionales de nuevo tipo, incluyendo
como inalienable el derecho de los pueblos a la identidad colectiva, nacional.
Cuatro son los
tipos de comunidades e identidades nacionales, clásicas y/o asimiladas, que
están presentes, interactuando, en el siglo XXI. En primer lugar, las naciones
europeas sin Estado de origen medieval (también las etnias americanas de origen
precolonial), que resurgen a causa de la crisis de los Estados que las cobijan
durante las épocas moderna y contemporánea. En segundo lugar, los
Estados-nación del siglo XIX hoy severamente cuestionados por la mundialización
de la economía y la creciente pérdida de soberanía, actualmente propensos al
autoritarismo y el proteccionismo económico. En tercer lugar, las identidades
de ámbito interestatal o continental, surgidas de procesos “regionales” de
unificación comercial, cuyo modelo es la Unión Europea, lejos todavía de
constituir una comunidad nacional incluyente. Y, en cuarto lugar, la propia
tierra entendida como una nacionalidad global cosmopolita, hoy ya una realidad
en lo económico, pero no tanto desde el punto de vista social, político y
cultural. Dicho de otro modo: para la nación global existen condiciones
naturales y económicas de existencia, pero no condiciones históricas (sociales,
políticas y culturales), ni fuerzas sociales y políticas suficientes que
definan y sostengan la humanidad como una referencia identitaria superior, contra
los intereses hoy por hoy hegemónicos de los mercaderes y las multinacionales.
La
característica más novedosa, por consiguiente, del hecho diferencial
comunitario en el siglo XXI es la superposición espacial y temporal de las
identidades y las realidades nacionales, provocada por el cambio revolucionario
que suponen las nuevas condiciones económicas de producción (e información)
global: necesitamos a Marx para comprenderlo.
Fragmento del
prólogo de Carlos Barros a su libro La base material
de la nación. El concepto de nación en Marx y
Engels.
*++
No hay comentarios:
Publicar un comentario