¿Es posible un golpe de Estado en España?
Kaosenlared
14 Ene, 2021
Hace unos días hubo un
intento de golpe de Estado en Estados Unidos, cuando un grupo de militantes de
movimientos y partidos de ultraderecha intentaron interrumpir y evitar la
aprobación, por parte del Congreso estadounidense, de los resultados de las
elecciones presidenciales en aquel país, en las que el candidato del Partido
Demócrata, Joe Biden, fue ganador. Tales manifestantes tomaron por la fuerza el
edificio del Capitolio, causando la muerte de cinco personas y forzando a los
miembros del Congreso (tanto del Senado como de la Cámara de Representantes) a
buscar refugio para salvaguardar su integridad física.
Nunca había ocurrido algo
semejante en EEUU. Como era lógico, el impacto de la noticia a nivel
internacional fue enorme, pues el hecho estaba ocurriendo en el país que se
presenta frecuentemente como el abanderado de la democracia liberal. Si había
ocurrido en EEUU, mucha gente se preguntó si podría ocurrir algo semejante en
su propio país. La gente es consciente de que en un gran número de países está teniendo
lugar un crecimiento de la ultraderecha, que cuestiona el orden democrático
existente, intentando canalizar el enfado y frustración en amplios sectores de
la población como resultado de la enorme crisis social, que ha estado golpeando
a muchos países, acentuada todavía más con la expansión de la pandemia. Es
lógico, por lo tanto, que, en muchos lugares, incluyendo España, mucha gente se
pregunte si un golpe parecido podría ocurrir en su territorio.
Características de la
ultraderecha en EEUU (y en muchos países europeos)
Aunque hay una gran diversidad
dentro de estos movimientos de ultraderecha que existen a los dos lados del
Atlántico Norte, tienen también características comunes, como son: un
nacionalismo extremo, basado en una concepción de superioridad de raza y/o
grupo étnico cultural, muy autoritario y antidemocrático, que va mucho más
allá del fenómeno conocido como «populismo», pues aun cuando tiene con este una
característica común –el caudillismo-, incluye otras dimensiones que son
más próximas al fascismo que al populismo. Entre ellas, la de ser un movimiento
con una cultura violenta, que se considera víctima de la aparición de nuevas
fuerzas políticas que cuestionan su dominio y su visión del mundo, a las que
cataloga como «socialistas» y «comunistas» que supuestamente están
instrumentalizando el Estado para imponer un sistema totalitario carente
de libertades que elimine su cultura e intereses. Su primitivismo, su
visión reaccionaria y su religiosidad cristiana profunda, con vocación de cruzada
contra otras religiones y formas de espiritualidad, son características que van
más allá del populismo. En realidad, muchos de sus dirigentes
no ocultan en EEUU sus simpatías pro-nazis y pro-fascistas, incluyendo la
utilización de sus símbolos. Vean las imágenes de la toma del Capitolio y lo
verán. Su racismo y antisemitismo apareció con toda su máxima
expresión, con referencias constantes a un patriotismo entendido como la
defensa a ultranza y por medios violentos del orden actual establecido, amenazado
por los supuestos socialistas y comunistas que consideran están controlando el
Partido Demócrata.
¿Podría ocurrir un golpe de
Estado similar en España?
La respuesta a esta pregunta
es un SÍ, pues ya ha ocurrido en varias ocasiones (como el 23-F de 1981),
siendo además nuestro país uno de los más vulnerables a ello entre los países a
los dos lados del Atlántico Norte. Soy consciente de que en los mayores fórums de
«respetabilidad» política del país, donde se promueve la sabiduría convencional
de los establishments políticos y mediáticos dominantes, tal afirmación pueda
parecer una exageración. En dichos fórums nuestro sistema democrático se
presenta como robusto, esto es, una de las democracias más maduras en el mundo,
según el semanario liberal The Economist, siendo homologable
a cualquier otro sistema democrático existente en la Europa Occidental, y
suficientemente sólido como para descartar cualquier situación semejante a la
ocurrida en Washington hace unos días. En esta visión idealizada del sistema político
español, se considera que la transición de la dictadura a la democracia
fue modélica, ya que supuso una ruptura con el régimen dictatorial
anterior, habiéndose consolidado ya una cultura democrática a nivel de la
población que excluye esta posibilidad. Es más, constantemente se asume que
la Unión Europea no permitiría que tuviera lugar un golpe de Estado en
España, siendo tal pertenencia a la UE una de las mejores garantías de que
ello no pueda ocurrir en nuestro país.
¿Cuál es el contexto que favorece
la aparición de tal golpe de Estado?
La imagen idealizada del
sistema democrático español oculta varios hechos esenciales que cuestionan la
credibilidad de la sabiduría convencional. Uno es que no hubo una
transición modélica ni tampoco hubo una ruptura con el aparato dictatorial
anterior. Sin ánimo de desmerecer los cambios importantes que tuvieron
lugar durante y después de la transición, el hecho es que, en el Estado
español, liderado, como Jefe del Estado, por el monarca actual (heredero del
rey nombrado por el dictador), hay una parte de los aparatos del Estado y, muy
en particular, sectores de los aparatos de seguridad y policiales, del sistema
judicial y de las fuerzas armadas, que experimentaron pocos cambios, tanto de
personal como de cultura política, hasta tal punto que incluso se mantuvo una
estatua del dictador (responsable del mayor número de asesinatos
políticos que hayan existido en España) en la Academia General Militar
del Ejército hasta hace pocos años. Y es conocido que hay altos mandos de tales
fuerzas armadas, así como del sistema judicial y de los cuerpos y fuerzas de
seguridad, que comparten la cultura e ideología del régimen anterior.
En realidad, como he
documentado en varios de mis libros (Bienestar insuficiente, democracia
incompleta. Sobre lo que no se habla en nuestro país y
también El subdesarrollo social de España. Causas y consecuencias),
el subdesarrollo social de España es consecuencia del enorme dominio
que las derechas –y los grupos económicos y financieros que representan (muchos
de ellos, herederos de las fuerzas dominantes durante la dictadura)– han tenido
sobre el Estado español. Han transcurrido más de cuarenta años
de democracia y España continúa teniendo uno de los Estados del Bienestar menos
desarrollados de la Europa Occidental. Los datos están allí para el que los
quiera ver. El gasto público social continúa situado entre los más bajos de la
Unión Europea de los Quince, el grupo de países de tal comunidad con mayor
desarrollo económico.
¿Cuáles son las condiciones
que hay en EEUU que explican el intento de golpe de Estado? ¿Cuáles de ellas
existen también en España?
Si analizamos lo que pasó en
EEUU, vemos que muchas de las condiciones que lo propiciaron las encontramos
también en España. Una es la existencia de una profunda crisis social exacerbada
por la Gran Recesión y agravada por la pandemia.
Otra es que haya un estado
generalizado de insatisfacción y desánimo debido a las condiciones existentes,
con la aparición de movimientos sociales que presentan propuestas alternativas
de clara orientación reformista que, de aplicarse, significarían cambios
sustanciales en el orden económico y social del país. En EEUU ha habido
grandes movilizaciones de amplios sectores de la población, como por ejemplo:
el movimiento de protesta frente a la represión policial (Black Lives
Matter), muy marcada hacia las clases trabajadoras pobres (la gran mayoría,
negros y latinos); un nuevo movimiento feminista claramente
contestatario y con una clara orientación popular (distinta a la del
movimiento feminista anterior, cuyo referente fue la Sra. Hillary Clinton, de
orientación de clase media alta ilustrada) y que se centra en los temas
cotidianos de las familias trabajadoras, movimiento dirigido primordialmente
por mujeres negras y latinas de origen de clase trabajadora; nuevas
movilizaciones obreras que han puesto a la defensiva a las fuerzas
conservadoras y tradicionales, como las iglesias cristianas, grupos
empresariales y poblaciones rurales, los cuales se consideran víctimas
de una discriminación cultural reproducida por el lenguaje
«políticamente correcto», que cuestiona su identidad blanca y
«americana» (y que incluyen a amplios sectores de la clase trabajadora
blanca). Tales sectores sienten amenazada su identidad y su dominio
racial y cultural, acusando de comunistas y socialistas a cualquier institución
o formación política que cuestione dicho dominio.
Una tercera condición es
la existencia de un amplio entramado de medios de desinformación,
los cuales promueven falsedades y promocionan la figura de un caudillo, Donald
Trump (figura televisiva y gran especulador de la industria inmobiliaria de
Nueva York, conocido por su corrupción y ultraderechismo), que es
presentado como víctima de una discriminación por parte del gran establishment
económico y financiero neoyorquino a causa de su oposición a dicho
establishment. En este sentido, su principal punto de atracción para
amplios sectores de las clases populares (que se sienten igualmente marginadas
y discriminadas) es que odia a los mismos que ellos odian. Dicha imagen
«antiestablishment» es promovida por tales medios de derechas.
Finalmente, una cuarta
condición es contar con una base electoral muy leal, con una ideología
ultraderechista.
Algunas de estas condiciones
existen en España
Muchas de estas condiciones
existen en España, tales como:
- Una crisis económica y social muy acentuada (ver mi reciente libro digital Pandemia,
economía y Estado del Bienestar. Causas, consecuencias y alternativas
posibles ante la pandemia de coronavirus).
- La persistencia de una cultura heredada de lo que se llama en España el
franquismo, extendida en amplios sectores del país como
consecuencia del enorme dominio que tienen las fuerzas
conservadoras, incluyendo en las instituciones (como la Iglesia Católica)
influyentes en los medios de reproducción de valores.
- Una formación política de ultraderecha con muchos
elementos ideológicos semejantes al trumpismo de EEUU, Vox, cuya influencia en los otros partidos de
derechas en España es muy grande, no sólo por las alianzas políticas
necesarias para que estos gobiernen, sino porque también «odian»
a los que Vox odia: las nuevas izquierdas.
- Un discurso de odio y enorme hostilidad hacia el
gobierno de coalición de izquierdas (y, muy en especial, en contra de los
miembros de Unidas Podemos), al que acusan de ilegitimidad e incluso
criminalidad (dándose en España la situación incluso más agravante y
peligrosa que sectores del aparato judicial comparten la cultura del
aparato del régimen dictatorial anterior). Esta situación no se ha dado en EEUU, donde
incluso el Tribunal Supremo (profundamente conservador) se ha opuesto al
intento de golpe de Estado. No estoy seguro de que también fuera así en
España.
- Una cultura de enorme agresividad hacia los nuevos
movimientos reformistas como Unidas Podemos, a los que se presenta como
un elemento a exterminar, pues son vistos como un virus mortal que puede
terminar con su dominio en la sociedad. Léanse, como indicador de
ello, las cartas de los militares retirados amenazando con el asesinato
necesario de millones de españoles para salvar a la patria de nuevo, y la
enorme pasividad por parte de los aparatos judicial y de seguridad del
Estado, y el silencio del Jefe del Estado.
Este odio va en aumento y
tiene que ver con los enormes privilegios de tales estamentos y su gran
inseguridad, lo que determina una enorme intolerancia hacia cualquier avance
social o económico que ocurra y que afecte las coordenadas de poder dentro del
Estado. De ahí que busquen una alianza con aquellas fuerzas que les son
cercanas, pues de ahí deriva su esperanza de poder evitar el desarrollo de
políticas públicas que reduzcan sus privilegios.
La Unión Europea no evitaría
un golpe de Estado
En cuanto a la supuesta ayuda
por parte del establishment político-mediático de la UE, ha sido
precisamente tal establishment el que puso en marcha las políticas públicas
neoliberales que han creado la enorme crisis social. Ellos fueron los
causantes de las enormes crisis ocurridas en la UE y que han sido especialmente
graves en España e Italia (y en Grecia). Su neoliberalismo fue la causa de la
enorme crisis económica que luego dio paso a la crisis social. Creer
que las instituciones europeas, gobernadas mayoritariamente por las derechas, y
cuyo parlamento ha llegado a aprobar medidas profundamente retrógradas y
reaccionarias, son una barrera democrática frente al golpismo es erróneo.
En realidad, han podido gobernar sin grandes dificultades conviviendo con dos
gobiernos claramente trumpianos en Polonia y Hungría.
Los continuos silencios de los
medios frente a esta posibilidad de golpe de Estado
Como si de un intento de
afirmar que lo que estoy alertando es una amenaza real se tratara, hace unos
días ha aparecido una carta de un teniente general, remitida a la
ministra de Defensa, Margarita Robles, donde se indica que la opinión expresada
por los militares retirados está ampliamente extendida en el Ejército, lo cual,
por desgracia, no puede descartarse. El peligro del golpismo en la cultura
militar española es constante y si no se ha dado antes, después de
Tejero, es debido a que nunca hubo una demanda más generalizada (que queda
reflejada en la existencia de un gobierno de coalición de izquierdas) de cambio
en el país que corrija el enorme desequilibrio de fuerzas que todavía persiste
en España entre los herederos de los vencedores y los vencidos en la Guerra
Civil. La creciente hostilidad de Vox hacia el gobierno español actual,
reproducida por el PP y también por Ciudadanos, que constantemente definen a
un gobierno democráticamente elegido como inconstitucional, ilegal y
criminal, contribuyen a crear un clima de crispación en el que podrían darse
actos como el del Capitolio en Washington, actos de los cuales, aunque no
fueran realizados con el apoyo de tales partidos, estos también serían
responsables por haber creado el clima político propicio para que ocurrieran.
No estoy indicando con ello que tales partidos estén pidiendo directamente un
golpe de Estado, pero sí que están creando, consciente o inconscientemente, la
cultura que puede llevar a ello, tal y como afirmó recientemente uno de los
periodistas más agudos y sutiles de los medios españoles, Enric Juliana.
Una última observación: lo que
La Sexta ocultó
Vi el reportaje emitido
el día 8 de enero en el programa «La Sexta Columna», de La Sexta,
sobre lo ocurrido en EEUU. Fue interesante, pero insuficiente, pues lo más
llamativo es que silenciaba algunos elementos importantes en su análisis del
intento de golpe de Estado en Washington hace unos días (y el de Tejero del año
1981 en España). El principal conflicto existente en EEUU que se presentó en el
programa fue el racial que, aun siendo muy importante, no explica el apoyo de
amplios sectores de la clase trabajadora blanca a Trump, algunos de los cuales
habían votado antes a Obama. Hay que tener en cuenta que, en Europa, muchos
votantes de partidos de la izquierda tradicional acabaron votando a la
ultraderecha, y lo mismo ocurrió en Estados Unidos. No se puede entender el
fenómeno Trump sin comprender lo que ha estado pasando antes de él como
resultado del impacto de las políticas neoliberales (ver mi artículo Las consecuencias de la escasa democracia en EEUU, Público,
11.11.20). Sobre esto hubo un silencio ensordecedor. Y otro silencio,
igualmente ensordecedor, fue que La Sexta no se atrevió a
citar que uno de los puntos más alarmantes para la democracia española no son
solo las declaraciones de dirigentes de Vox y también del PP, acusando al
actual gobierno español de ser ilegal (exactamente cómo define Trump a la
futura administración Biden), sino también las declaraciones de miembros
retirados del Ejército que igualmente lo han acusado de ilegal, sin que el Jefe
del Estado, el monarca, se haya pronunciado al respecto. No creo que veamos
en la supuestamente ejemplar democracia española (fruto de una transición
también definida erróneamente como «modélica») un programa televisivo
que analice el peligro de un golpe de Estado por parte de sectores del Ejército,
unas fuerzas armadas que hasta hace muy pocos años, y como dije antes, tenían
un monumento del dictador general Franco en su Escuela. ¿Se imaginan algo
semejante en Alemania, Italia o Francia, que sufrieron regímenes similares? Y
los medios de información, callados. ¿Y alguien se imagina que en un
desfile militar se pusiera en la misma categoría a un aliado del nazismo (un
soldado de la División Azul) y a un luchador en favor de la democracia, como
hizo el ministro de Defensa socialista, el Sr. José Bono, tertuliano frecuente
en La Sexta, en el desfile del 12 de octubre de 2004? Estos
actos muestran la insensibilidad democrática que existe en España y su excesiva
tolerancia para con el fascismo, término no utilizado en este país,
donde el establishment político-mediático prefiera hablar de «franquismo», a
fin de definirlo como un movimiento caudillista populista en lugar de lo que
fue, un régimen fascista.
Vicenç Navarro es atedrático Emérito de Ciencias Políticas y
Políticas Públicas, Universitat Pompeu Fabra, Profesor of Public Policy de la
Johns Hopkins University y Director del JHU-UPF Public Policy Center
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