Medios de Comunicación de Masas: Las fábricas del miedo
DIARIO OCTUBRE
octubre 8, 2020
«Quienes nos
gobiernan, moldean nuestra mentes, definen nuestros gustos o nos sugieren
nuestras ideas son en gran medida personas de las que nunca hemos oído hablar».
— Edward Bernays
Níkolas Stolpkin.— ¿Qué nos podría hacer pensar que el rol de los Grandes Medios ahora (con la «pandemia») podría ser diferente?
No hay que
engañarse. El gran rol manipulador de los Medios de Comunicación de Masas sigue
siendo el mismo. Y de ninguna forma habría de ser distinto con la actual
«pandemia».
Nunca
deberíamos olvidar que los Medios de Comunicación de Masas son extensiones
connaturales de los grandes intereses económicos, por lo que todo lo que de
allí se emita siempre hay que verlo con cierta distancia o desconfianza; y, más
aún, cuando una buena parte de lo que vemos es propaganda, verdadero «brazo
ejecutor» de las élites económicas.
Tal como
definiera el publicista y periodista Edward Bernays, a principio del siglo XX:
«La Propaganda es el mecanismo por el cual se diseminan las ideas a gran
escala, en el sentido amplio de un proyecto organizado para extender una
creencia o una doctrina en particular».
«La
propaganda moderna es el intento consecuente y duradero de crear o dar forma a
los acontecimientos con el objetivo de influir sobre las relaciones del público
con una empresa, idea o grupo».
Es cosa de
ver, actualmente, cada Medio de Comunicación de Masas, sintonizar en la misma
frecuencia propagandista. La televisión, lo diarios, la radio, internet y las
redes sociales, todos están confluyendo en un mismo cauce o en la propaganda
del momento –potenciándola–; otros se dejan influir por el efecto contagio o ya
sea por su propia inocencia, lo que podría ser entendible cuando existe cierta
confusión e ignorancia frente a un tema, o se carece de suficiente información.
Tampoco deja
de ser interesante la actual censura existente en las redes sociales, cuando se
intenta ser crítico frente al relato oficial o surgen voces autorizadas
contrarias al mismo; lo masivo-creíble suele ser censurado y lo masivo-ridículo
suele ser aceptado. Así como también el tratamiento que se le da a la
información en los Medios, cuando existen protestas o manifestaciones contra
las restricciones en «pandemia» denominándolos como: «negacionistas», «anti
vacunas», «anarquistas», etcétera.
Y tal como
funciona hasta el día de hoy: «los Medios de élite establecen un marco dentro
del cual opera el resto» (Noam Chomsky). No hay que sorprenderse sobre la
«tradicional» dependencia de los Medios en «vías de desarrollo» o
«tercermundistas», los cuales suelen replicar lo que los Grandes Medios de
Comunicación o Grandes Agencias Informativas emiten.
Para nadie
es ajeno que hoy en día –y desde que se decretó la «pandemia»– estemos siendo
día a día, sistemáticamente, bombardeados de propaganda (en distintos grados)
para de alguna forma mantener cierta atmósfera de miedo –algo muy parecido a lo
sucedido después de los atentados a las Torres Gemelas (2001)–. Y, se
preguntarán, qué hace el miedo… Pues el miedo contribuye significativamente a
silenciar y paralizar a las personas. Y es la razón por la cual, si nos fijamos
bien, no haya tanta oposición a las políticas restrictivas en nuestros
respectivos países.
No deja
tampoco de ser interesante, cómo las personas del común u otros con cierto
manejo ideológico-crítico hayan sucumbido fácilmente al poder de influencia de
los Grandes Medios. Allí donde pudiera haber cierta crítica, además, el relato
oficial de la «pandemia» no ha hecho más que silenciar o anular las voces
críticas.
Un ejemplo
paradigmático sobre cómo los Grandes Medios están actuando cuando ciertas voces
pueden llegar a contradecir sus relatos oficiales, fue lo sucedido con el
respetable virólogo francés Luc Montagnier (Premio Nobel de Medicina en 2008 por
el descubrimiento del VIH, causante del SIDA), una voz autorizada en cuanto a
virus se trata, que prácticamente tratarían de ridiculizarlo. O lo sucedido con
el médico español Luís de Benito, en una entrevista para TVE (España) en donde
se intentó imponer por sobre la voz de un entendido que trabaja desde el inicio
de la «pandemia» dentro de la «primera línea».
El miedo
como herramienta de control
Uno de los
recursos más utilizados por el Poder para poder mantener a raya a los
gobernados es atizar una atmósfera artificial de miedo o sacar provecho de un
desastre natural, político o económico, como medio para perseguir obediencia
(aceptar ciertas normas) o anular cualquier atisbo de disidencia, rebelión u
oposición. A lo largo de la historia, esa ha sido la tónica: guerras,
catástrofes, enfermedades…, y el miedo a la muerte; el cristianismo…, y el
miedo al «infierno»; el capitalismo…, y el miedo a las «crisis económicas»
(desempleo, inflación, recortes, etcétera).
Y está por
verse cómo una estructura del Poder, como el FMI, estaría desempeñando un papel
interesante con todo esto de la «pandemia» y su inclinación por ver a las
economías ahogadas para ir finalmente a su «rescate». No deja de llamar la
atención cómo silenciosamente, de vez en cuando, suena ruidosamente el FMI en
aquellos lugares donde existe cierto rechazo. Donde no existe rechazo, ¿es
innecesario dar a conocer el interés «filantrópico» del FMI? ¿El FMI habrá
desembarcado en nuestros países sin nosotros todavía enterarnos?
Sostener
ciertas amenazas o temores, periódicamente, por parte de la clase dominante,
siempre ha sido parte del paisaje a los cuales los gobernados suelen estar
expuestos para ir «renovando» o «refrescando» sus miedos. Hoy el tema en
particular de la «pandemia» viene a renovar el miedo a la muerte, a la
enfermedad, al contagio… Pero lo que lo hace ahora muy particular es su
permanencia exagerada, lo que va despertando otros temores como miedo al
futuro, miedo a perder el empleo, miedo a ser marginado económica o
socialmente, miedo a ver reducido su poder adquisitivo, etcétera. ¿Y qué mejor
para el Poder que hacer una práctica «normal» el «distanciamiento social» y
llevar puesta una molestosa mascarilla, símbolos del miedo y la sumisión?
No por nada
hoy se azuza en los Medios, en ausencia de la plena libertad, la conveniencia
del «teletrabajo», las «ventas online», la «educación digital», los
«espectáculos online», los cuales vienen a amenazar ciertas prácticas comunes
que ya estaban instaladas dentro de un contexto de plena libertad.
Entonces
cabe preguntarse:
¿El
sacrificio de nuestra plena libertad será la forma en que iremos despojándonos
poco a poco de nuestras formas tradicionales de ver el trabajo, las ventas, la
educación, los espectáculos, etcétera? ¿La plena libertad podría ser compatible
con la adopción generalizada de las nuevas «conveniencias» tecnológicas? ¿Será
posible la convivencia entre lo viejo y lo nuevo, sin descartar o imponerse a
alguno, y gozar de la plena libertad? ¿O lo nuevo, sin opción alguna, debe
terminar imponiéndose cruelmente sobre lo viejo en desmedro de lo «rezagado»?
¿Será que lo «nuevo» es el vehículo ideal («la gran oportunidad») para «ahorrar
en costes» que lo «viejo» representaba? ¿Los «nuevos» grandes intereses están
ahora en «lucha a muerte» frente a los «viejos» grandes intereses? ¿Los
«viejos» grandes intereses deben terminar adaptándose a los «nuevos» grandes
intereses?
Para nadie
es ajeno los paisajes tradicionales-vulgares del miedo que permanentemente
suelen copar los Medios informativos (delincuencia, asesinatos, violaciones,
accidentes, robos, incendios, suicidios, violencia, etcétera); como también los
paisajes periódicos del miedo con los que, de vez en cuando, suelen aparecer,
según el contexto o tiempo (la amenaza de un meteorito, calentamiento global,
el debilitamiento de la capa de ozono, enfermedades contagiosas, desastres
naturales, contaminación ambiental, etcétera). Los primeros suelen estar diaria
y permanentemente, dentro de un contexto normal; y los segundos suelen estar
periódicamente, según el momento.
Pero lo que
hace sobresalir al protagonista de hoy (la «pandemia») es su permanencia
exagerada-sostenida o de permanente rebote entre el impacto y la amenaza, o su
presencia protagónica-permanente en los Medios de Comunicación de Masas.
Todos
sabemos que los Medios de Comunicación de Masas suelen «jugar» con las
emociones del receptor: alegría, enojo, miedo, sorpresa, tristeza y disgusto,
son emociones que suelen explotar para captar la atención sobre un determinado
producto. Pero cuando estas emociones permanecen presente prolongadamente
de forma consciente, entonces se transforman en sentimientos que fácilmente
podrían afectar a las personas. Y es lo que se está viendo hoy con la
explotación particular del miedo. Cuando la imagen diaria son individuos con mascarillas,
lo que se está haciendo es transmitir miedo; lo mismo cuando diariamente se dan
a conocer cifras de infectados y muertos por COVID-19; o cuando existen
declaraciones del tipo: «el mundo cambió», «el mundo ya no será como era
antes», «nueva normalidad», «nuevos rebrotes», etcétera.
Al momento
de que los Medios de Comunicación de Masas dejen de transmitir de la manera
como lo están haciendo, recién ahí las personas podrían volver poco a poco a
formar parte de lo que las personas tenían por «normal» antes de la «pandemia».
Mientras se siga transmitiendo como se está transmitiendo, las personas del
común únicamente podrían seguir siendo víctimas del silencio y la inmovilidad.
Sería
interesante saber cuál es el desempeño actual de los Medios de Comunicación de
Masas en China con respecto a la «pandemia». ¿Por qué los Medios de
Comunicación de Masas occidentales permanecen prácticamente en silencio con
respecto a la vuelta a la normalidad en China, donde las personas supuestamente
han vuelto a juntarse masivamente, tienen clases presenciales, pueden asistir
normalmente a los restaurantes, y donde el COVID-19 está más que controlado?
¿Ese ejemplo chino, acaso no será digno de imitar en Occidente? ¿La cuasi
ausencia de información, sobre el éxito chino, se debe a que no querrían
exponer el fracaso de Occidente frente a sus rivales orientales? ¿Qué persiguen
las estructuras de Poder en Occidente?
@NStolpkin
—
Níkolas Stolpkin
Analista político nacional e internacional – Political Analyst –
Crítico de política y Cultura Contemporánea.
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