Los trabajadores y trabajadoras necesitan la renta
básica
KAOS EN LA RED
Publicado el Sep
17, 2020
El desempleo real, en el Estado español y en el resto de países europeos, ya era muy elevado antes de la irrupción de la pandemia. Están realmente desempleados los que buscan activamente un trabajo y esta registrados en las estadísticas oficiales; pero también los que, desanimados, han desaparecido de esos registros y tratan de sobrevivir en la economía sumergida o directamente ya no buscan un empleo y pasan a depender de las insuficientes redes de protección social; los que quieren trabajar a tiempo completo pero sólo consiguen contratos a tiempo parcial. Sumando estas categorías, las estadísticas oficiales de desempleo, que ya son muy elevadas, se duplican.
No estoy hablando del COVID-19, que
supone un agravamiento de esta situación, ni de episodios excepcionales de
crisis, sino del capitalismo, de Europa, del crecimiento… me estoy refiriendo,
por lo tanto, a la estructura, no a la coyuntura. Dejemos las cosas claras: el
sistema no genera suficientes puestos de trabajo para dar ocupación a las
personas que quisieran tener uno. Existe un desequilibrio permanente entre
oferta y demanda; la dinámica económica, incluso en situaciones de
“normalidad”, genera exclusión.
Y con los salarios ocurre lo mismo.
Se ha convertido en un mantra del pensamiento conservador y en una práctica
habitual de los gobiernos exigir moderación salarial; moderación que, en la
práctica, ha llevado a que las retribuciones de la mayoría de los trabajadores
se estanquen o retrocedan. Asimismo, no ha dejado de aumentar el número de
empleos cuyos salarios se sitúan cerca o por debajo de los umbrales de pobreza.
Del mismo modo que, con carácter general, lo ha hecho la explotación de los
trabajadores, a través de la exigencia de horas extraordinarias, pagadas y no
pagadas, la intensificación de los ritmos laborales o la reconfiguración de los
horarios. Tener un empleo no garantiza unas condiciones de vida dignas, ni
siquiera salir de la pobreza. Y esto no nace con la pandemia, aunque, la
situación empeora notablemente con la misma. De nuevo estamos mirando a la
normalidad capitalista, la misma que los poderes económicos y políticos
reivindican.
Los comentarios anteriores hacen
referencia al denominado “mercado laboral”, donde se compra y se vende la
capacidad de trabajo de la población a cambio de una retribución. Esta
categoría, muy restrictiva, ignora toda la enorme cantidad de trabajo, más
cantidad de horas que el trabajo reglado en los espacios mercantiles, realizado
en su mayor parte por mujeres, no retribuido, con excepción del llevado a cabo
por trabajadoras, inmigrantes sobre todo, bajo el rubro genérico de servicio
doméstico. El capitalismo necesita este inmenso ejército de reserva, porque
ofrece servicios imprescindibles para el funcionamiento del sistema y porque
contribuye a mantener bajos los salarios. Este trabajo, invisibilizado y
gratuito, es una exigencia de la reproducción capitalista.
De modo que, resumiendo, el
capitalismo no crea empleo suficiente, empuja los salarios a la baja y precisa
que una gran cantidad de trabajo se ofrezca gratuitamente. Por supuesto, estos
rasgos están más acentuados en los momentos de recesión, y en la actualidad
mucho más, pero también son perfectamente visibles, para quien los quiera ver,
en períodos de auge.
Si se da por bueno este diagnóstico y
se extraen las conclusiones del mismo, las recetas que se sintetizan en “más
crecimiento”, verdadero icono de la mayor parte de los partidos, a izquierda y
derecha, no son la solución. Sólo ofrecen alternativas las políticas orientadas
a hacer visible y reconocer lo que el sistema hace invisible y desprecia,
fortalecer el sector social público, repartir tiempos, ingresos y recursos y
empoderar a los trabajadores.
Es en este contexto donde adquiere
toda su importancia la aplicación de una Renta Básica Universal e Incondicional
(RBUI), entendida como complemento de esas políticas, no como alternativa o
sustituto de las mismas. La idea central que da todo su sentido a esta
iniciativa es que el mercado abandonado a su lógica, que es la de los
poderosos, la de la expropiación de renta de la población y de recursos de la
naturaleza, no está en condiciones de crear suficiente empleo decente ni de
dignificar y remunerar el trabajo reproductivo.
La
RBUI, además de asegurar un ingreso suficiente para vivir a la ciudadanía, que
agradecerían muy especialmente los colectivos más vulnerables, generaría
derechos para las personas trabajadoras, las que están dentro y fuera del
mercado, contribuyendo a cambiar en su beneficio la actual correlación de
fuerzas, que ahora es claramente favorable a los intereses del capital.
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