Basta ya de manipulación: No somos ni heroínas ni
“supercajeras”, somos carne de cañón
Kaosenlared
Publicado el Abr 16, 2020
Desde que se decretó el estado de alarma, el pasado 14 de
marzo, ha habido una campaña propagandística brutal, especialmente por parte de
las empresas que se están forrando, pero también del Gobierno y de los
principales sindicatos, presentándonos a las trabajadoras de supermercados como
heroínas o como “supercajeras”. Un derroche de ingenio para ocultar la
desprotección que vivimos.
Quienes escribimos esta carta somos trabajadoras de distintas
cadenas de supermercados y grandes almacenes en Asturias, agrupadas en
Sindicalistas de Izquierda, hartas de los aplausos vacíos del Gobierno y de la
desprotección en la que nos están dejando las direcciones sindicales con
presencia en el sector. Menos homenajes y más derechos y protección.
La realidad del COVID 19 para las trabajadoras de
supermercados
Ante la avalancha inicial no se incrementaron ni las
plantillas ni la protección, fuimos las mismas que ya estábamos
(fundamentalmente mujeres, muchas de nosotras madres que, en aquellas tiendas
donde se han eliminado los turnos rotativos, llevamos semanas sin prácticamente
ver despiertos a nuestros hijos) quienes asumimos más carga de trabajo
arriesgando nuestra salud, la de nuestras familias y la de los clientes.
Las primeras “medidas” fueron de risa: pedir a los clientes
que se pusieran guantes y que evitáramos las aglomeraciones, cómo hacerlo con
los centros desbordados sigue siendo un misterio. A partir de ahí las empresas
nos bombardearon con protocolos que los sindicatos, en lugar de criticar por
insuficientes, ineficaces o inexistentes, apoyaron pidiéndonos que los
cumpliésemos.
Cada empresa comenzó a proceder como le parecía. Unas con
guantes, mascarilla y alcohol desinfectante; otras con guantes y desinfectando
con una bayeta y lejía hasta que llegaron los geles desinfectantes; algunas
incluso se atrevieron a realizar una campaña para explicarnos que no eran
necesarias las mascarillas porque “ni el Ministerio de Sanidad, ni la OMS
recomiendan las mascarillas en sus medidas de protección básicas para la
población en general.” Curiosamente la OMS ha cambiado de opinión respecto a la
necesidad de usar mascarillas, manifestándose a favor de su uso, pero estas
siguen llegando con cuentagotas.
Los pocos medios de protección que tenemos nos los han
repartido como quien reparte migajas entre muertos de hambre: mascarillas que
mientras el propio paquete especifica que tienen una durabilidad de 2 horas
tenemos que usar ¡durante 15 días! Tras varios días de uso la sensación de
humedad se hace totalmente insoportable; guantes de nitrilo que nos mandan
lavar hasta que se rompen; gel desinfectante que no está a nuestro alcance
porque hay muy pocos, en muchos casos 1 por tienda y custodiado por las
encargadas en la oficina; uniformes insuficientes que tenemos que lavar a la
carrera para tener seco al día siguiente. Han descargado toda la
responsabilidad en nosotras. ¡Menos guías de cómo usar el material, y más
material!
Por megafonía repiten que hay que guardar la distancia de
seguridad, puro paripé: tenemos que cambiarnos juntas en unos vestuarios enanos
en los que es imposible mantener esa distancia, sobre todo cuando tenemos que
ir a toda leche para fichar puntuales y no perder parte del ridículo plus que
nos ofrecen por enfrentarnos día a día, cuerpo a cuerpo, con el virus; seguimos
trabajando el mismo número de compañeras en secciones en las que no aumentaron
el espacio; los pasillos que tenemos que reponer muchas veces no miden ni el
metro y medio, pero no reducen el número de pasillos porque lo único que les
importa es hacer dinero.
Pero lo peor de todo es cuando hay un positivo en tienda. El
procedimiento es el siguiente: se manda a casa en cuarentena a todas las que
hemos estado en contacto con el positivo, se desinfecta la tienda con ozono y
al día siguiente se vuelve a abrir con otra plantilla en las mismas
condiciones. Ni pruebas ni nada, con esta absoluta frialdad han actuado
Carrefour, La plaza Día o Alimerka.
Tenemos que organizarnos para defendernos de la patronal
Que poco valen nuestras vidas, como soldados de reemplazo,
unas enferman y otras las relevan, debe ser esta la guerra de la que nos
hablan, la de arriesgar nuestras vidas pero no para vencer a un virus, sino
para aumentar los beneficios de la empresas, que si ya eran multimillonarios
antes del coronavirus, ahora se han disparado: solo en la semana del 9 al 15 de
marzo las ventas aumentaron un 77,5% en alimentación envasada y un 51,3% en
productos frescos, con récord sin precedentes en el incremento de ventas
algunos productos: un 335% en las legumbres, 259% en arroz y pasta, 146% en
conservas , 170% en celulosas o 105% en higiene corporal(1) , por no hablar de
las subidas de precios, especialmente de los productos frescos, que ya
padecemos. (2)
Nosotras vemos la otra cara de la otra moneda: familias
haciendo la compra a fin de mes con bolsas llenas de monedas de céntimo para
comprar arroz o pasta. No hay derecho ni justificación para que la distribución
de productos básicos siga estando en manos privadas, el Estado tiene la
obligación de garantizar el suministro a todas las familias independientemente
de su capacidad económica, y la única forma de garantizarlo es intervenir estas
grandes cadenas para ponerlas al servicio de los intereses de la mayoría de la
sociedad y no de la minoría de propietarios multimillonarios.
Aunque nos sentimos completamente abandonadas y desprotegidas
sindicalmente (algo que tampoco nos extraña tras el papel jugado por las
cúpulas de CCOO, UGT y USO en la última huelga), lamentarnos no nos resuelve
nada, y menos ahora. Tenemos que organizarnos para defendernos de la patronal y
exigir medidas que sean realmente útiles:
1. Imposición de multas diarias a todas las empresas en las
que se incumplan las medidas de protección y seguridad, reorganizando los
pasillos y la estructura de las tiendas cuando sea necesario e instalando
mamparas de metacrilato en todas las líneas de caja y en las secciones.
2. Pruebas inmediatas a todos los trabajadores y trabajadoras
inexcusablemente tras haberse registrado positivos. Las trabajadoras de baja a
causa de la enfermedad o por aislamientos deben recibir el 100% de sueldo y es
la empresa, con sus beneficios astronómicos, la que lo debe pagar.
3. Licencias retribuidas por la empresa, con el 100% del
salario, para todo trabajador o trabajadora con problemas crónicos, respiratorios,
cardiovasculares, diabetes, cáncer, inmunodeficiencias, mayores de 60 años o
embarazadas o cualquier otro tipo de dolencia que lo haga encontrarse entre el
grupo de personas de riesgo. Lo mismo para todas las trabajadoras y
trabajadores que tienen a su cargo hijas, hijos o familiares dependientes, se
les deben aplicar el artículo 37.3d) del Estatuto de los Trabajadores de
acuerdo con el cual cuando se tiene un deber inexcusable, como es el cuidado de
una persona dependiente, el trabajador tendrá derecho a ausentarse del trabajo
con el 100% de su retribución y sin que sea computable como tiempo de
vacaciones.
4. Contratación de más personal para controlar el aforo y
hacer frente a la sobrecarga de trabajo. Defender todos los puestos de trabajo
durante y después de la crisis del coronavirus. La inevitable bajada de ventas
después de esta crisis no puede servir de excusa para ERTES ni ERES.
5. Reducción por ley de los precios de los productos
fundamentales para la vida diaria de las familias trabajadoras y persecución
contundente de la especulación. ¡Basta ya de que las grandes cadenas de
supermercados se hagan de oro! Están aprovechándose de esta crisis para hacer
negocio a costa de los y las trabajadoras y clientes, deben ser intervenidas
por el Estado, nacionalizadas y puestas a funcionar bajo el control democrático
de los trabajadores y los usuarios.
Nuestras vidas no son un negocio, organízate con nosotras,
únete al sindicalismo combativo, escríbenos a sindicalistasdeizquierda@gmail.com
(2) https://www.publico.es/economia/coronavirus-compra-basica-sube-7-primeras-semanas-confinamiento.html
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