Las reacciones a la sentencia contra el Procés de
Catalunya
Vivir en otro mundo
Rebelion
El Salto
18.10.2019
Las reacciones a la sentencia contra el Procés de
Catalunya se han producido desde muchos ámbitos sociales y culturales,
también internacionales. Sin embargo, los medios de comunicación nacionales
siguen tratando estas protestas como una cuestión de orden público provocada
por independentistas exaltados.
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Durante los últimos tres años, el gobierno de Recep
Tayyip Erdoğan ha realizado tantos recortes de libertades que resulta imposible
hacer el recuento. Centenares de cargos electos y los colíderes del partido
democrático HDP —una coalición formada por el movimiento kurdo y parte de la
izquierda turca— han sido encarcelados; decenas de miles de maestros, jueces y
funcionarios, purgados por motivos ideológicos. Lo relevante para la
comparación con la sentencia del Procés no son los números —la escala turca es
inmensamente mayor que la española— sino la naturalidad con la que
televisiones, periódicos, intelectuales, tertulianos y tuiteros turcos aceptan
la represión. Están convencidos de que viven en una democracia cuasi perfecta y
cualquier crítica a la falta de libertad es interpretada como un ataque de los
terroristas kurdos y una conspiración internacional antiturca.
La sentencia
dictada por el Supremo es una vergüenza. Condena a activistas sociales a nueve
años de prisión por convocar movilizaciones pacíficas. Condena a los miembros
del Govern a penas más altas que la mayoría de los 33 procesados por el golpe
de Estado del 23F o del intento de golpe de Ynestrillas (padre), que en 1980
fue condenado a seis meses de prisión por intentar asaltar con un tanque el
Palacio de la Moncloa. Y es una vergüenza la naturalización de la represión por
parte de televisiones, periódicos, intelectuales, tertulianos y tuiteros
españoles. Están convencidos de que viven en una democracia cuasi perfecta y
cualquier crítica a la falta de libertad es interpretada como un ataque de los
secesionistas catalanes y una conspiración antiespañola.
Porque fuera de
España, igual que pasa con la represión de Turquía, resulta obvio para
cualquiera con una mínima sensibilidad democrática. Recibo mensajes de cargos
de Syriza preguntando si de verdad el Tribunal Supremo había dictado las penas
que reportaban los diarios o era un fallo de traducción. El diputado tory
(conservador y unionista) escocés Murdo Fraser declara que “aunque comprendo
que se trata de un asunto que compete a los tribunales y al poder judicial
español, no veo el sentido de que el Gobierno de Madrid encarcele a los líderes
catalanes por una acción esencialmente política”.
Otro escocés,
Iain Macwhirter, ex rector de la Universidad de Edimburgo, periodista de la BBC
y comentarista político de The Herald and the Sunday Herald, escribe
“¡13 años por ayudar a organizar un referéndum pacífico! Incalificable. Lamento
que la Unión Europea no haya condenado esta violación de los derechos civiles
fundamentales”. La laborista Emily Thornberry proclama en la Cámara de los
Comunes que “la sentencia dictada ayer en Madrid contra los políticos
independentistas catalanes es innecesaria, desproporcionada y totalmente
contraproducente”.
El Bloco
portugués va más allá. Condena “a reiterada tentativa por parte do Estado
Espanhol em procurar resolver um conflito eminentemente político através da repressão
e da prisão” y exige “à libertação de todos os presos políticos catalães, ao
regresso dos exilados sem represálias e ao fim da repressão na Catalunha”. Los
tertulianos españoles, sin embargo, ven lógica la sentencia. Es el Estado de
Derecho. Somos una democracia ejemplar. Esto no es un problema para las
libertades en España, solo es el fruto de la espiral demente de los
independentistas catalanes.
La policía le revienta un ojo a un chaval
—uno más, como en el 1 de octubre, en las huelgas, en los desalojos— en las
protestas del Prat. En Eldiario.es lo cuentan así: “Un hombre ha sido herido
por el estallido de su globo ocular”. Qué mala suerte que te estalle un ojo
durante una manifestación. En La Sexta dicen que le están operando de urgencia
pero “a esta hora no se puede asegurar que vaya a perder la visión”. La misma
tele llama “brutal agresión” al manotazo que desequilibra a María Grima, la
militante de Vox que provoca con una rojigualda a los manifestantes en
Tarragona. El País sube la apuesta por el periodismo de calidad con el
siguiente tuit: “Una madre con su hijo en brazos hace una peineta a los cientos
de manifestantes que están cortando la C-58 en Terrasa”. Piqueras en Tele5 se
muestra preocupadísimo por los turistas y los contenedores de Barcelona. Jorge
Bustos dice que Barcelona es una ciudad sin ley pero no deberíamos perder el
tiempo comentando lo que dice un gilipollas.
La PAH publica
un contundente comunicado expresando la preocupación por la criminalización de
la protesta, que a partir de ahora podrá ser considerada sedición. Ecologistas
en Acción considera que la sentencia del Tribunal Supremo contiene una
inaceptable criminalización de la protesta y de la desobediencia civil.
En Catalunya la
reacción va mucho más allá del independentismo y el activismo. El festival de
de Sitges, el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, el Barça, el
Primavera Sound publican comunicados criticando la sentencia. Da lo mismo, los
medios de ámbito estatal siguen tratando las protestas como una cuestión de
orden público provocada por independentistas exaltados. La radio del Primavera
Sound suspende la programación y anima a salir a la calle. El festival Womanz
se aplaza. Varias editoriales anuncian que no tendrán lugar presentaciones de
libros. El programa deportivo La Sotana cancela su emisión y publica
tuits desde el aeropuerto. La reacción de enfado a tu alrededor es inmensa pero
cuando enciendes la tele solo ves una caricatura.
La
vicepresidenta Carmen Calvo apela a la mayoría silenciosa, ese concepto acuñado
por el neofascismo durante el largo 68 italiano, popularizado por Nixon y
utilizado por los políticos más despreciables de las últimas décadas. “La
mayoría de los catalanes ayer hizo vida normal”, afirma Calvo. Viene a decir
que la dictadura militar de Videla no fue para tanto porque solo desapareció a
30.000 personas y 24,5 millones de argentinos hicieron vida normal.
El diputado del
PSC José Zaragoza publica un tuit diciendo “Cuando tienes que bloquear
aeropuertos, vías de tren y carreteras para que la gente no pueda ir al trabajo
es que tu movilización política ha fracasado”. Cuando en Hong Kong consiguieron
paralizar el aeropuerto estuvo claro que el decreto de extradición a China iba
a ser derogado, aunque es probable que este señor no lea prensa internacional y
sea tan ignorante como parece. Pero es que ese tuit demuestra un absoluto
desconocimiento de la Historia de los partidos socialistas, incluyendo el suyo,
durante los dos siglos pasados.
Pablo Ordaz
publica en El País que “durante muchos días, incluyendo los fines de
semana y alguna que otra madrugada, Marchena ha ido redactando la sentencia en
su casa, a veces en pijama”. Más allá de la imagen que le venga a cada cual a
la cabeza al pensar en Marchena con pijama, el masaje de Ordaz al magistrado
nos deja otra perla, mucho más preocupante: “La sentencia no tiene en cuenta
los centenares de testigos por su profunda carga emocional”. Es decir, “los
varios centenares de testigos que declararon en el plenario ofrecieron una
versión filtrada por una profunda carga emocional”. Marchena no quiere que seas
un maricón que llora. Sé un hombre, joder. Si te pega la policía, te jodes y
declaras sin emoción.
Once
periodistas han sido agredidos por la policía. Todos ellos iban perfectamente
acreditados con los distintivos de prensa visibles. A varios de ellos les han
disparado proyectiles mientras grababan las cargas. En TVE uno dice “Por suerte
hoy nuestros compañeros han podido trabajar sin presiones o insultos de los
independentistas”. Ningún otro tertuliano le discute esa barbaridad o le
recuerda a sus compañeros heridos. Un apunte contra el corporativismo: si
destaco las agresiones policiales a periodistas no es porque sean más graves
que golpear a cualquier otra persona. Lo grave es que la policía pega a la
prensa para poder hostiar más fuerte y sin testigos a todos los manifestantes.
La verdadera ruptura
La clave de
todo la dan en Twitter el periodista de El Salto Jose Durán Rodríguez y el miembro de Zemos98
Pedro Jiménez: “Llegas a casa, pones la tele, escuchas a los tertulianos de la
televisión pública hablando de la actuación de los Mossos hoy y te preguntas en
qué momento has dejado de vivir en el mismo planeta que ellos”.
Una parte
significativa de España —la parte sobrerrepresentada en los medios, la cultura
y la política— ha decidido vivir en un mundo de fantasía. Su mundo, en el que
la Constitución que nos dimos entre todos garantiza nuestros derechos y
libertades gracias una transición modélica que cerró las heridas abiertas por
una guerra civil en la que hubo excesos en ambos bandos. Una fantasía obscena
que solo se sostiene gracias a la repetición machacona del mantra. Un mundo
ficticio pero mucho más cómodo de habitar que la jodida realidad. Una
ensoñación donde la policía protege los derechos fundamentales, los jueces
interpretan la norma conforme a las garantías de un Estado social y de derecho,
los representantes políticos velan por el bien común y los medios de
comunicación ejercen su función de control del poder.
¿Alguien se
acuerda del “sin violencia cualquier proyecto político se puede defender”? Se
lo dijimos a ETA durante décadas para exigirle que dejara de matar. Con esta
sentencia queda claro que cualquier proyecto político se puede defender, pero
si eres independentista te tendrás que conformar con defenderlo. Puedes ser
independentista si aceptas que tu propuesta política nunca se someterá al
refrendo de la ciudadanía. La sentencia dice con recochineo: “Hemos de insistir
en que la libertad ideológica de los acusados quedó incólume a lo largo del proceso”.
Es la misma clase de cinismo que la famosa frase atribuida al dictador ugandés
Idi Amin: “Hay libertad de expresión. Lo que no garantizo es que haya libertad
después de expresarte”.
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