¡Son
periodistas, estúpido, o cuando el gremio es noticia!
diario octubre /octubre 14,
2019
Bianchi.— Hace escasos días ha sido noticia en las primeras
planas, portadas y pantallas el plante -con las cámaras y micrófonos en el
suelo- de los periodistas del Parlament de Catalunya ante los «ataques» sufridos
durante manifestaciones en la calle, defendiendo que el colectivo -de
periodistas- deben poder ejercer su profesión con libertad y la máxima
seguridad. Esto es, dicho a la castiza manera, que se les deje mentir,
manipular y tergiversar a modo y como siempre y con tranquilidad, o sea, sin
contrainformaciones, sin «feedback», que se dice en el argot, que no me
tosan, vaya.
Tal parece, o pareciera, que la fidelidad del relato
de unos hechos, su narrativa, sea monopolio de los medios de comunicación
autorizados (oficiales) para contarla, y cualquier «desautorización» de sus
versiones mediante «ataques» que rozan lo físico -que es el meollo de la
cuestión al margen de la veracidad de lo que se cuenta- es una sacrílega
agresión a la sacrosanta libertad de expresión, entendida ésta de manera
absoluta dizque antimarxista. No se hable, pues, de que la verdadera libertad
de expresión, o una manifestación de ella, reside en la masa anónima que
«ataca» a los representantes (?) de la opinión pública, es decir, en el mundo
del periodismo que es quien decide qué es y qué no es libertad de expresión, y,
sobre todo, su manera de expresarla porque, el más liberal y progre de esta
especie podrá argumentar que la chusma puede expresarse, sí, pero si lo hace
con violencia, ya pierde fuerza, peso y razón en sus planteamientos o cuando
exclama «televisión, manipulación». Hay que ser exquisito, educado, gentleman,
y esperar tu turno, si lo tienes…
Hemos dicho «opinión pública» como si sólo hubiera
una. Ocurre que, en una sociedad dividida en clases, hay más de una. Otra cosa
es que se tienda a tener formada una sola opinión pública, que es el objetivo
de la oligarquía, casi conseguido con la concentración de medios y la
proliferación -y recitación- del mismo mensaje que hoy llaman «mantras»
como un «hare krisna». No existe -no es neutral- la información por la
información; se informa, o desinforma, para orientar en determinado sentido.
Desde esta perspectiva, la comunicación se revela como una fuerza que puede
servir tanto para la liberación del hombre, digámoslo así, como para su
opresión.
Hay cosas que, de puro sabidas, se olvidan y conviene
refrescarlas, como por ejemplo lo que sigue y dice que la clase que dispone de
los medios de producción material dispone, a la vez, de los medios de
producción intelectual, esto es, los mass media, la ideología, etc. No es que
millones de personas estén alienadas por la televisión (atontadas por la «caja
tonta»), sino que están alienadas por el capitalismo.
Los editoriales de la prensa («las» editoriales son de
libros), la mayoría, se amparan en la bandera pirata anglosajona que reza: «los
hechos son sagrados, el comentario es libre», adagio que sonaba bien en los
tiempos del capitalismo liberal de libre competencia, pero no en la época
actual del imperialismo y los monopolios donde lo que impera es el
reforzamiento constante de los patrones ideológicos dominantes -los «mantras»
aludidos- que deben ser incorporados -como una «aguja hipodérmica» de Lasswell-
en la práctica cotidiana de las masas.
Lenin sostenía que la «libertad de prensa» es la
libertad para comprar periódicos y escritores (burgueses). Algo parecido
mantenía sobre la «libertad» en abstracto («¿libertad, para que?», «¿libertad,
para quién»?) y se aprovechó para tildarle poco menos que de liberticida y, por
supuesto, «totalitario» y demás zarandajas , ocultando bajo qué modo de producción
ocurría lo que decía y denunciaba el gran revolucionario. No es lo mismo lo que
decía Lenin bajo el capitalismo que con el socialismo. Y hablando de este
último, y para que se vea lo mucho que se cuidaba Lenin de que lo pillaran en
renuncio, decía que «en un Estado socialista recién creado y no consolidado
aún, en que la burguesía es todavía fuerte, la libertad de prensa burguesa es
la libertad de organización política de la burguesía y de sus servidores más
fieles, por lo que entregar a la burguesía un arma más, como la libertad de
organización política, significa facilitar la causa del enemigo de clase».
Justo lo que reclamaban, solapadamente al principio, los cabecillas del
llamado, con los años, «socialismo de rostro humano» dando por hecho que el
socialismo, no digamos el comunismo, es un régimen «totalitario» per se,
pero estos son otros jeribeques.
La contradicción fundamental de los medios en la
sociedad capitalista estriba en que la comunicación es social, es patrimonio de
la colectividad que la constituye, mientras que los instrumentos de la
comunicación, los medios, son propiedad privada.
Libre es quien tiene los medios para expresarse, como
le ocurre, entre otros, a este blog. ¿Pueden decir lo mismo tribuletillos,
plumilllas, becarios y «mandaos», voces de su amos?
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