Hiroshima y Nagasaki: el imperialismo mata
Por Alejandro Iturbe
Kaosenlared
08.08.2019
El 6 y 9 de agosto, se cumplieron 74 años de cuando dos
aviones de la Fuerza Aérea de EE.UU. arrojaron sendas bombas atómicas sobre las
ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki.
El efecto de esta nueva arma fue absolutamente devastador:
además de la destrucción casi completa de ambas ciudades y de las regiones cercanas,
se estima que hubo cerca de 250.000 muertes. Sólo la mitad falleció durante los
días de bombardeo, el resto lo hizo en los días y meses siguientes, después de
dolorosas agonías. Incluso quienes sobrevivieron sufrieron graves secuelas de
por vida. La casi absoluta mayoría de las víctimas eran civiles.
El imperialismo estadounidense no tenía ninguna necesidad
militar de realizar esta terrible acción: las fuerzas militares japonesas
estaban prácticamente derrotadas y su rendición definitiva era inevitable a
corto plazo. Los propios líderes militares de EE.UU. de la época han declarado
que ese bombardeo era “militarmente irrelevante”[1].
Carl von Clausewitz, un general prusiano y teórico militar
del siglo XIX, dijo que “la guerra era la continuación de la política
por otros medios”. Se trató entonces de una definición política: un mensaje
al mundo y a las masas de que el imperialismo estadounidense estaba dispuesto a
todo para imponer y defender su hegemonía internacional y que, para ello, tenía
medios militares de una capacidad destructiva nunca vista.
La hipocresía del TNP
Las imágenes de Hiroshima y Nagasaki provocaron horror en el
mundo. Sin embargo, posteriormente, se crearon bombas aún más poderosas (la
llamada bomba H o de hidrógeno) y se desarrollaron técnicas de lanzamiento a
larga distancia con misiles. Otros países se agregaron al llamado “club de
armas nucleares”: Rusia (entonces URSS), Gran Bretaña, Francia, China, India,
Pakistán e Israel (aunque este país nunca reconoció poseer este tipo
armamento). Corea del Norte también lo ha hecho recientemente. Otros países,
como Argentina, Brasil e Irán, desarrollaron tecnología nuclear con fines
pacíficos.
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imperialista!
Desde 1968, el imperialismo (en acuerdo con la entonces
gobernante burocracia estalinista) impulsó el llamado Tratado de No Proliferación
(TNP), que sólo reconoce el estatus de “nación nuclearmente armada” a cinco
países (EE.UU., Inglaterra, Francia, Rusia y China, que son, al mismo tiempo,
los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, con poder
individual de veto sobre sus decisiones).
Es una política totalmente hipócrita que, bajo el manto de la
“desnuclearización militar”, deja el monopolio de este tipo de armas a un
pequeño puñado de países y se lo prohíbe a todos los demás, además de otorgar
al imperialismo el derecho de controlar cualquier desarrollo nuclear en el
mundo, así sea con fines pacíficos (valga como ejemplo, las sanciones de años
anteriores contra Irán). “Olvida” además que, hasta ahora, las fuerzas armadas
del imperialismo estadounidense fueron las únicas que usaron de modo efectivo
este tipo de armas.
Y si no volvieron a utilizarlas no fue por “cuestiones de
conciencia” (ya habían mostrado su disposición a hacerlo en Hiroshima y
Nagasaki) sino porque se lo impidieron la relación de fuerzas de la lucha de
clases en el mundo y la indignación en los pueblos que ese bombardeo provocó.
Pero siguieron mostrando los niveles de crueldad que son capaces de llevar
adelante con el empleo de otras armas terribles contra poblaciones civiles,
como en el napalm durante la guerra de Vietnam, en las décadas de 1960 y 1970.
Ni siquiera así pudieron evitar su derrota frente a la heroica lucha del pueblo
vietnamita.
Las “fuerzas destructivas”
En un video del 9 de agosto de 1945, el entonces presidente
estadounidense Harry Truman dijo que la bomba atómica era “un gran
logro científico”. Fue una clara demostración de la mentalidad
imperialista.
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Actualmente, existe un gran debate sobre la tecnología
nuclear, incluso con fines pacíficos (producción de energía). Hay quienes
opinan que debería ser prohibida de modo absoluto por los riesgos de accidentes
durante el proceso de producción (como los ocurridos en las centrales de
Chernobyl, Ucrania-1986, y Fukishima, Japón-2011) y los problemas para
deshacerse sin riesgos de los desechos radioactivos que esta producción genera.
Por el contrario, otros sectores afirman que, sometida a controles y
mantenimiento rigurosos, la producción nuclear puede ser una fuente de energía
alternativa muy eficiente y segura.
No podemos profundizar este debate en este artículo y, por
ello, no vamos a fijar posición sobre él. Lo que queremos señalar es que, si la
tecnología nuclear pudiese ser un avance progresivo de las fuerzas productivas,
la afirmación de Truman demuestra, una vez más, algo que venimos sosteniendo
desde hace décadas: el imperialismo transforma constantemente las fuerzas
productivas en destructivas y usa los avances tecnológicos contra la humanidad.
Por supuesto, estamos a favor de la destrucción del arsenal
nuclear de todos los países que lo poseen. Pero esto será imposible en tanto
subsista el capitalismo imperialista que ya ha mostrado disposición a usarlo
contra las masas. No podemos descartar que intente hacerlo nuevamente si ve su
supervivencia amenazada.
Sólo la revolución obrera y socialista y la liquidación final
del imperialismo podrá eliminar realmente la “amenaza militar nuclear” y la
catástrofe para la humanidad que ella representa.
Al mismo tiempo, sólo una sociedad socialista a nivel
mundial, cuyo objetivo sea satisfacer las necesidades de la humanidad y no la
avidez de ganancias de un puñado de monopolios, podrá definir si la energía
nuclear es aplicable con seguridad o también debe ser descartada. Nos queda
entonces seguir luchando por esa sociedad mejor.
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