Acabar con las personas para ‘salvar’ a la naturaleza
DIARIO OCTUBRE / agosto 4, 2019
Paramilitares al servicio de la ecología de WWF
El primer
cuarto del siglo XXI ha estado marcado por la revitalización de todo tipo de
organizaciones “humanitarias”, algo comprensible porque la protección de las
minorías se ha convertido en la fachada principal del capitalismo. La ayuda
humanitaria, o más bien su apariencia, es uno de los fetiches de moda que
muestra el imperalismo moderno, “multicultural” y cosmopolita.
El mundo está
lleno de gente que actua por buena voluntad, desinteresadamente, al mismo tiempo
que los “humanitarios” han comenzado a cometer crímenes y sus acciones se han
vuelto cada vez más repulsivas. Esto ha chocado con las minorías que se suponía
que debían proteger.
Algunas
organizaciones humanitarias están siendo atacadas por otras organizaciones, no
menos humanitarias. Las organizaciones humanitarias han concentrado sus
energías unas en otras, sacando a la luz una serie de trapos sucios
escándalos.
Por ejemplo,
“Survival International” (SI), anteriormente conocida como “Primitive People’s
Fund”, ataca a WWF (1), al tiempo que sus actividades son más que dudosas.
Quieren prohibir la circulación de personas desde pequeños pueblos y aldeas a
grandes ciudades para “proteger” a las pequeñas poblaciones indígenas.
Están tratando
de transformar por la fuerza las aldeas en reservas o incluso en zoológicos
humanos. Es un manera como cualquier otra de financiar su propia organización.
Mientras WWF
protege la flora y la fauna, “Survival International” protege a los indígenas.
Al menos eso dicen cada uno de ellos. Da la impresión de que los indígenas son
los enemigos de las reservas naturales, o que no forman parte de ellas.
Los monos de las
reservas están más protegidos que los indígenas que tradicionalmente han vivido
en ellas.
WWF ha
desarrollado un programa para protegerlas con medidas interesantes como la
posibilidad de esterilizar a la población indígena, una vez que alcance una
determinada edad.
Otra medida:
disparar a matar a los indígenas que no respeten las señales de advertencia que
han impuesto en las reservas. Las poblaciones que viven en las cercanían no las
cumplen por una razón muy simple: no saben leer.
En 2017 los
ecologistas formaron las primeras milicias para impedir que los habitantes del
Congo entraran en los cinturones forestales para cazar o pescar porque son
“zonas de conservación”, es decir, que se trata de conservar la flora y la
fauna pero no a los seres humanos.
En 2015 se
publicó una investigación “El silencio de los pandas” (2) sobre los acuerdos
comerciales de WWF con las grandes multinacionales. Unas 3.000 hectáreas de
tierras en áreas de conservación habían sido transferidas a Shell, Monsanto y
Bayer para usos industriales específicos. Gracias al acuerdo, WWF recibió
aproximadamente unos 3.000 millones de dólares en “donaciones voluntarias”.
La
investigación se publicó en forma de libro. La primera edición se agotó y luego
se prohibió su venta en varios países de la Unión Europea, alegando que la
investigación no incluía ninguna prueba. Sólo eran especulaciones.
Sin embargo,
nadie presentó ninguna queja por difamación.
(1)
https://www.survivalinternational.org/news/12142
(2) https://www.filmsforaction.org/watch/wwf-the-silence-of-the-pandas/ https://www.dailymotion.com/video/x105tsl https://vimeo.com/129958368
(2) https://www.filmsforaction.org/watch/wwf-the-silence-of-the-pandas/ https://www.dailymotion.com/video/x105tsl https://vimeo.com/129958368
*++