Mercantilizando la educación
septiembre 21 2016 | Por Redacción | Categoria: Editorial, Opinión
La
izquierda siempre ha defendido la socialización del conocimiento. La derecha,
en cambio, apuesta por mercantilizar la educación. Por eso resulta difícil de
comprender que una pléyade de políticos izquierdistas vinculados a Podemos y a
IU se presten a ejercer como docentes en un máster universitario que cuesta
2.800 euros a cada alumno o alumna que desee cursarlo.
Alguno
de estos dirigentes, como Pablo Iglesias, mostraba ayer en las redes
sociales su irrefrenable
deseo de comenzar a transmitir cuanto antes sus vastos conocimientos políticos
y mediáticos a un auditorio en el que, por aquellas cuestiones del
mercantilismo educativo, no podrá haber representantes de “los de abajo”, expresión
utilizada por los dirigentes de Podemos para referirse a la clase trabajadora
de toda la vida. Quizá este eufemismo forme parte de las enseñanzas que piensan
impartir en la Universidad Complutense a partir del mes que viene.
El
inmenso volumen de sabiduría que Pablo Iglesias, Íñigo Errejón, Alberto Garzón
(qué decepción, la del líder de IU), Pablo Echenique, Irene Montero, Juantxo
López Uralde, Gerardo Pisarello, Juan Carlos Monedero, Rafael Mayoral, Carolina
Bescansa, Manolo Monereo, Pedro Arrojo, y otras estrellas invitadas del
panorama seudorrevolucionario español puedan enseñar, queda eclipsado por el
hecho de que hay que pagar casi 3.000 euros para acceder a él.
La
alternativa a esta forma asquerosamente elitista de educar al personal sería la
Universidad del Pueblo en la Calle, una idea que en su día propuso nuestro
colaborador Manuel Sogas a varios representantes del 15-M y de IU (entonces
Podemos no existía), y que el 25 de mayo de 2011 llegó a tener una experiencia piloto
frente a la fachada de
la Delegación del Gobierno en Aragón. La respuesta de estos intermediarios
políticos y sociales fue un silencio sepulcral que se prolonga hasta nuestros
días.
En
cualquier caso, será interesante ver a los adalides de la justicia social explicando
los mecanismos políticos, económicos y mediáticos de opresión a los hijos y
nietos de los opresores. Y encima, cobrándoles por ello casi medio millón de
las antiguas pesetas. Surrealismo en estado puro.
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