EL DRAMA DE LAS CUENTAS PÚBLICAS
Defensa renegocia una
deuda de 26.000 millones que no puede pagar
El plazo para abonar
tanques, aviones y fragatas se alargará cinco años hasta 2030
Para atender los
compromisos hacen falta 2.500 millones al año
Miguel González Madrid 12 AGO 2011 - 18:03 CET792
Carro de combate
Leopard, durante el desfile del Doce de Octubre de 2002, que fue
prestado a España para
esta parada. / RICARDO GUTIÉRREZ
Si el dueño de una casa
deja de pagar la hipoteca, el banco no dudará en embargarla.
Pero si el Ministerio de
Defensa no abona las anualidades de un buque de guerra, un
carro de combate o un
cazabombardero, ¿quién se atreverá a embargarlos?
La situación puede
parecer surrealista, pero es real. Las Fuerzas Armadas españolas han
abordado en la última
década un proceso de modernización sin precedentes. Aunque
tienen algunas carencias
clamorosas y parte de su material está obsoleto, disponen de
algunos de los
armamentos más avanzados del mundo: el caza EF-2000, el tanque
Leopardo o la fragata
F-100, cuyo sistema de combate es capaz de integrarse en el
futuro escudo
antimisiles.
Es verdad que muchos de
estos proyectos tenían un objetivo más industrial que militar
—permitir la
privatización de una empresa pública o su integración en un consorcio
multinacional— y que
nunca existió un planeamiento global, que permitiera asignar los
recursos en función de
las prioridades de los ejércitos. Pero ello fue posible porque se
abusó de la compra a
crédito, engordando una deuda que toca pagar ahora, en el peor
momento.
La factura global de los
llamados programas especiales de armamento —19 sistemas de
armas que, en su
mayoría, incorporan nuevas tecnologías— suma 30.000 millones de
euros, en torno al 3%
del PIB español, de los que Defensa ha pagado hasta ahora algo
menos de 5.000.
Los expertos sugieren
condonar 15.000 millones de créditos de Industria
Los restantes 26.000
millones deberían abonarse a las empresas en sucesivas
anualidades hasta el año
2025, pero los propios responsables de Defensa reconocen que
eso es imposible sin un
drástico aumento del presupuesto, lo que resulta impensable
cuando España se ha
marcado como objetivo prioritario reducir el déficit al 6% al final
de este año y al 3% en
2013 (con datos de 2010, el déficit del conjunto de las
administraciones es del
9,2% del PIB).
Ya en 2011 el Ministerio
de Defensa se ha visto en serios apuros para atender sus
obligaciones. La partida
que recibió para pagar esos 19 grandes programas fue de 204,5
millones, inferior en
543 a la inicialmente prevista. Gracias a los créditos de Industria
logró llegar a los 1.000
millones y aun así faltaron 690 para cumplir los compromisos
adquiridos con las
empresas.
Carme Chacón. /
Si se tratara de un
problema coyuntural, bastaría con posponer los pagos. Pero la
situación no será mejor
sino que se agravará en el futuro. El programa de pagos se
diseñó de tal forma que
en los primeros años, los de bonanza económica, las cuotas eran
reducidas; mientras que
ahora, en plena crisis, su cuantía se multiplica, hasta el punto de
que a partir de 2014
será superior a la suma de todo el capítulo de inversiones del
ministerio: 1.005
millones en 2011.
Según fuentes de
Defensa, mantener los plazos previstos supondría que en 15 años las
Fuerzas Armadas no
podrían hacer ninguna nueva inversión y aun así no bastaría.
Cuando se decidió la
adquisición de las nuevas armas no se tuvo en cuenta el alto coste
que supone mantenerlas
operativas: más de 400 millones anuales ahora y 800 millones a
medio plazo. En
conjunto, según los cálculos de Defensa, harían falta 1.500 millones de
euros más al año para
cumplir lo comprometido.
En su comparecencia ante
el Congreso de octubre pasado, para presentar los
presupuestos de este
año, el secretario de Estado de Defensa, Constantino Méndez, ya se
refirió en términos muy
duros a la política que ha llevado a esta situación. “No
deberíamos haber
adquirido sistemas [de armas] que no vamos a utilizar, para
escenarios de
confrontación que no existen y, lo que es más grave, con un dinero que no
teníamos entonces ni
tenemos ahora”, admitió. Méndez precisó después que, “de los
27.000 millones de
deuda”, a las legislaturas del PP corresponden “23.000 y pico
millones”, y a las dos
últimas del PSOE, “3.000 y pico”.
Si tal alegría
presupuestaria fue posible —“irresponsabilidad” la llamó Méndez— es
porque los gastos de
Defensa tuvieron un fuerte crecimiento a principios de este siglo,
hasta llegar a 8.500
millones en 2008. Desde entonces han caído un 16%, limitándose
este año a 7.154
millones.
Además, Defensa contaba
con los ingresos derivados de la venta de viviendas y solares
ocupados por antiguos
cuarteles, pero el pinchazo de la burbuja inmobiliaria ha secado
ambas fuentes de
ingresos. Si entre 2004 y 2007 se generaron por estos conceptos unos
500 millones anuales, en
2009 fueron 148 millones y en 2010 solo 100.
Con todo, lo que ha
mantenido en pie el sistema son los créditos sin interés que, por
unos 15.000 millones de
euros, ha concedido el Ministerio de Industria a las empresas.
El problema es que ahora
toca devolverlos.
La fragata 'Méndez
Núñez' de la Armada Española /
Como todo acreedor que
no puede atender sus obligaciones, lo primero que se ha
planteado Defensa es la
reestructuración de su deuda. Fuentes de dicho departamento
confirman que se está
negociando con Hacienda una reprogramación de los pagos, de
forma que los plazos se
alarguen cinco años: del 2025 al 2030. Las empresas aceptarán
si pueden aplazar a su
vez la devolución de los créditos a Industria.
Las mismas fuentes
reconocen que esta medida solo permitirá un alivio pasajero, sin
resolver el problema de
fondo. Un estudio editado por Defensa propone traspasar la
deuda a un organismo
público de nuevo cuño que se encargaría de gestionarla; o bien
que las devoluciones a
Industria generen automáticamente nuevos fondos para Defensa.
Algunos expertos
sugieren lisa y llanamente la condonación de los créditos de Industria
con el argumento de que,
en realidad, no se trata de una deuda de las empresas con el
Estado sino de un
ministerio con otro, pero eso supondría computar los 15.000 millones
como déficit, y no
parece la mejor coyuntura para hacerlo.
Se venden tanques y aviones
La resolución del
problema de la deuda pasa por suprimir algunos programas de armas
o, al menos, reducir el
número de unidades, según todas las fuentes consultadas.
Seguramente es tarde
para renunciar al EF-2000 o al Leopard, pero no para cuestionarse
si España necesita 87
cazabombarderos o 235 carros de combate.
El problema es que
recortar el pedido puede suponer penalizaciones económicas,
disparar el coste
unitario y poner en graves dificultades a empresas emblemáticas del
sector. Un ahorro mal
meditado podría dar al trastre con buena parte de las ventajas
obtenidas en programas
multinacionales.
Por eso, el Ministerio
de Defensa busca una tercera vía que le permita reducir su pedido
sin incumplir sus
compromisos. Por ejemplo, traspasando a terceros países algunas de
las unidades destinadas
a España. Si se consuma la venta de 200 carros Leopard a
Arabia Saudí, los 50
primeros podrían proceder del pedido español y un fórmula similar
sería de aplicación al
EF-2000, como ya ha demostrado Reino Unido.
PSOE y PP no se ponen de
acuerdo sobre quién tiene la responsabilidad de haber
engordado la bola nieve.
Según Defensa, en las legislaturas del PP se comprometieron
programas por más de
23.000 millones y, en las del PSOE, por algo más de 3.000. Sin
embargo, en el último
Consejo de Ministros se aprobó la segunda serie de los Buques de
Acción Marítima por lo
que la deuda se ha engordado en 740 millones.
En lo que ambos partidos
están de acuerdo es en que el calado de las medidas necesarias
—recorte de programas,
reducción de pedidos o condonación de créditos— requiere un
pacto de Estado. Aunque
nunca antes de las próximas elecciones.
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