Victoria popular: Bouteflika renuncia a un nuevo
mandato tras semanas de protestas en Argelia
Jaqueado por
semanas de protestas y con un estado de salud reservado, el octogenario
presidente de Argelia anunció este lunes que no se presentará a un quinto
mandato y que retrasará la fecha de elecciones.
@juanagallardo
La izquierda diario
Lunes 11 de marzo | 15:48
El presidente
de Argelia, Abdelaziz Bouteflika, anunció este lunes en un mensaje a la nación
que no se presentará como candidato a las próximas elecciones y que los
comicios, previstos para el próximo 18 de abril, quedan pospuestos hasta nuevo
aviso.
De momento las
protestas continúan en las calles y habrá que ver si la maniobra presidencial
resulta suficiente para un movimiento callejero que duplicó la apuesta inicial
y ya pide la renuncia de Bouteflika y una profunda reforma contra los
privilegios de la casta y el estáblishment político-militar gobernante.
El octogenario
presidente que se encuentra internado con un estado de salud de pronostico
reservado y que gobierna desde 1999, desistió de presentarse a un quinto
mandato luego de tres semanas de protestas que se convirtieron en las más
importantes de las últimas décadas.
Las
movilizaciones que comenzaron en la capital Argel, y se extendieron a las
principales ciudades del país, fueron protagonizadas por jóvenes, estudiantes,
trabajadores y el movimiento de mujeres, como fue el caso del último viernes
donde cientos de miles salieron a las calles en el Día Internacional de las
Mujeres.
Este lunes a
las movilizaciones convocadas se plegaron los diputados del parlamento y cientos
de jueces. Estos últimos se sumaron a marchas y sentadas que se repitieron
frente a sedes judiciales en Argel y en ciudades como Bejaia, Guelma, Annaba y
Ettaref, explicó el abogado y militante de derechos humanos Salah Dabouz.
En un
comunicado, Dabouz explicó que cerca de un millar de jueces han decidido,
asimismo, crear un grupo para respaldar el movimiento popular y reclamar un
cambio radical del sistema político y la puesta en marcha de un Estado de
derecho.
Las
movilizaciones se iniciaron hace varios meses en los campos de fútbol y en un
principio estaban dirigidas en contra de la opción de que Bouteflika, de 82
años, se presentara a la reelección para un quinto mandato en las
presidenciales del próximo 18 de abril.
Saltaron a las
calles del país el pasado 22 de febrero, dos días antes de que Bouteflika fuera
trasladado a Ginebra para ser hospitalizado y días antes de que el régimen
suspendiera la inauguración del nuevo aeropuerto de Argel, a la que asistiría
el presidente.
Desde entonces
han crecido cada viernes y han mutado para pasar de ser una protesta contra
el quinto mandato a convertirse en un clamor popular de millones de personas
contra la corrupción de un régimen dominado por el Ejército y los servicios
secretos desde la independencia de Francia en 1962.
La presión en
la calle la han mantenido a diario los estudiantes, lo que el régimen ha
tratado de reducir adelantando diez días las vacaciones universitarias, que
comenzaron el domingo en todos los rincones del país.
Bouteflika ya
había intentado una maniobra la semana pasada al anunciar que en caso de ganar
no cumpliría su mandato sino que llamaría a elecciones anticipadas. Los
estudiantes denunciaron esta "propuesta" como una farsa y al igual
que las multitudinarias marchas de los viernes pidieron su renuncia.
En la
presidencia desde 1999, Buteflila sufrió en 2013 un "derrame
cerebral" que mermó sus facultades físicas y que ya le impidió hacer
campaña en las presidenciales de 2014, pero no ganar los comicios.
Desde entonces
no habla en público, se mueve en una silla de ruedas empujada por su hermano
Said y sus apariciones públicas son escasas, reducidas a las imágenes grabadas
por la cadena estatal con motivo del consejo de ministros o de visitas de altos
dignatarios extranjeros.
El retroceso de
Bouteflika se debe a la magnitud histórica de las movilizaciones que comenzaron
a amenazar con llevarse puesto no solo al octogenario presidente sino a su
hermano, y a cuestionar la cúpula del Ejército y todo el sistema político.
Este
renunciamiento es una victoria del movimiento pero resta ver si será suficiente
para contentar a los cientos de miles que se envalentonaron saliendo a las
calles estas semanas, rompiendo en los hechos la prohibición de manifestarse en
el centro de Argel, y cuyas demandas fueron creciendo más allá del simple
retroceso de Bouteflika. Por eso este lunes continuaban las protestas, en medio
de festejos, mientras se conocía la resolución presidencial.
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